Sí, quién nos tenía que decir que estos orientales ya en el siglo XIII hacían un teatro que firmaría el mismo Shakespeare, y tened en cuenta que la obra fue escrita más o menos en los tiempos del Cantar del Mio Cid. Un historia trágica, con su punto de épica, con pasajes poéticos, filosóficos, tiernos, crueles… Una historia sencilla de buenos y malos con unos intérpretes en estado de gracia gracias (perdonad la redundancia) a su director: Oriol Broggi y todo el equipo: iluminación, vestuario, músicos, adaptadores. Con un Romea con gradas a cuatro lados y el escenario lleno de arena (naturalmente), una escenografía magnífica nos ha transportado en tierras lejanas, más allá de la ruta de la seda. Bravo!
¡Enlace copiado!