La madrugada del 15 de octubre de 2016 ocurrió en Altsasu un incidente que marcaría el nombre del municipio para siempre. Ocho jóvenes fueron acusados de terrorismo y condenados apenas de hasta 13 años de cárcel (rebajadas posteriormente a 9 y medio) por una pelea en un bar con dos agentes de la Guardia Civil fuera de servicio y sus parejas. El montaje Altsasu revisita su caso a partir de la transcripción judicial. «La idea era poner la justicia en el centro y valorar su funcionamiento en una sociedad democrática» afirma María Goiricelaya, autora y directora de la obra.
Han pasado los años, y en el imaginario ha calado con fuerza la sensación de abuso en la judicialización del caso, que provocó debates ardidos en ambos bandos y espoleó las movilizaciones más multitudinarias en Navarra en los últimos años. La dramática errante estrenaba su propuesta teatral en el Teatro Arriaga de Bilbao en 2021 y el PP de Vitoria pidió su retirada para «despreciar la justicia y los medios de comunicación». El montaje levantó polvareda en la opinión pública de Euskadi y recibió por todos lados.
«Para las personas cercanas es difícil tener una mirada positiva de la prenda porque el dolor está pegado a la piel», afirma Goiricelaya. “Y en esto nos hemos centrado: en mostrar los distintos dolores, en dar voz a todas las personas implicadas. En estos casos donde las posturas son irreconciliables, es importante hablar de ello. Hablar de los puntos en los que nunca nos encontraremos, y ver en cuáles sí”.
Los cuatro actores sobre el escenario interpretan ambas partes del conflicto. Son los jóvenes procesados y los guardia civiles y sus parejas. La propuesta cuenta con el sello propio de La dramática errante: teatro que dialoga con el entorno social, político y humano de sus creadoras, que apuestan por nuevas dramaturgias y lenguajes con una poética propia. Más allá de explicar el caso, se busca que el público se implique. “La prenda exige hacer un ejercicio de empatía, atreverse a mirar al otro, ponerte en sus zapatos”, afirma Goiricelaya.
Los dos últimos montajes de La dramática errante, provocadores y sugestivos, acumulaban en los últimos premios Max cinco nominaciones: Altsasu fue finalista a mejor montaje y mejor autoría teatral, y una versión libre de Yerma fue finalista a mejor dirección de escena, en mejor actriz (Ane Pikaza) y se alzó con el premio a la mejor adaptación. «Son obras que han puesto en escena temas de interés general desde un prisma poco o nada complaciente, interpelando directamente al público desde una perspectiva social que llama al diálogo», asegura Goiricelaya. “Han generado interés porque son secos y atrevidos: atacan el problema sin condescendencia”.
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