Diez años después de su estreno, Ragazzo regresa a los escenarios. Del 10 de septiembre al 5 de octubre, el Teatre Eòlia acoge el retorno de esta pieza de teatro político que se inspira en el asesinato de Carlo Giuliani para reivindicar la memoria silenciada y el potencial transformador de los jóvenes.
En el verano de 2001, con motivo de la cumbre del G8, la ciudad de Génova fue blindada y militarizada. En este contexto represivo, manifestantes de todo el mundo salieron a las calles como parte del movimiento antiglobalización. El 20 de julio, durante una de estas protestas, Carlo Giuliani, un activista de 23 años, fue asesinado por la policía. Según la versión oficial de los hechos, un agente actuó “en defensa propia a causa de la radicalidad del joven”. De la necesidad de investigar y compartir otra narrativa, en 2015 nació Ragazzo , creada por Lali Álvarez e interpretada por Oriol Pla. La obra “no explica un asesinato, sino que narra la vida que hay antes de la tragedia”, presenta la directora y dramaturga.
Recuperar la voz de un Ragazzo sin nombre
“Ragazzo no tiene nombre”, subraya Álvarez. Esta decisión parte del respeto, pero también responde a su compromiso social: “La ficción es un espejo de otras historias que han sucedido en todo el mundo”. Incluso, la autora reconoce cómo el personaje contiene parte de ella misma: “Siento que hay un retrato generacional, de quiénes éramos aquellos jóvenes que teníamos veinte años a principios de los 2000”. Álvarez decide recuperarla ahora porque tiene claro que “la historia, si no la contamos, se borra”. Especialmente, dice, “aquellas historias que no pertenecen al poder, sino a la clase obrera”. Reivindica la necesidad de ponerlas en escena porque “nadie hará este trabajo por nosotros”. Y advierte: “Hay toda una mecánica que hace que queden silenciadas porque pueden hacernos levantar”.

Oriol Pla (en la foto) cede el relevo a Pau Bondíez
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Ofrecer espacio a la imaginación política de los jóvenes
El relevo de Oriol Pla lo asume Pau Bondíez. Nacido en 2003, conoció el caso gracias a que Lali Álvarez fue su profesora durante el último curso del grado de interpretación en Eòlia. Nunca había visto la obra, pero leerla lo sacudió. Como joven, observa que a menudo “faltan referentes claros porque estamos bombardeados con tantas cosas que divagamos en el universo”. Encarnar al Ragazzo le ha enseñado cómo “puedo preguntarme cosas, puedo luchar por un futuro mejor y, en definitiva, por un mundo mejor”. “Creo que los jóvenes somos los encargados de hacerlo”, concluye.
Para Lali Álvarez, esta responsabilidad y potencialidad es clave: “Ragazzo pretende ofrecer un espacio a la imaginación de los jóvenes”. Y lanza una invitación: “Quiero que vengan muchos jóvenes, y también sus padres y madres. Y que quien ya la haya visto, vuelva, porque es una oportunidad para vivir el texto de otra manera y descubrir otro Ragazzo”.
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