La payasa Pepa Plana puerta, como dice ella, 20 años de nariz. Una trayectoria donde ha tenido que abrirse camino y reivindicar constantemente como mujer y como payasa. Payasa teatral y para público adulto, además. Premio Nacional de Cultura 2014, ha creado espectáculos como De Pe a Pa, Giulietta o Penélope, que aún sigue llevando todo el mundo y ha trabajado, además, con el Cirque du Soleil. Tras su paso por el Festival Grec, su último espectáculo, Paradís pintat, llega a la Sala Muntaner.
PEPA PLANA: Cada vez que comienzo una aventura nueva me hace una montaña. La creación no la disfruto, sino que la padezco; es un mal necesario. Vivo muy insegura, sueño más bonito de lo que después se hacer. Soy un bicho de pista, de escenario. Cuanto más conozco un espectáculo, más el disfruto. Cuando ya lo puedo hacer boca abajo, es un placer.
TEATRO BARCELONA: ¿Cómo es este paraíso pintado?
En Paradís pintat hay varias capas de lectura. Habla de no atreverte de salir del espacio de confort, de un trabajo aparentemente buena … del paraíso, y de como a veces el paraíso es una mierda. Hay un ángel que está pintado en un cuadro, con otros ángeles, en un paraíso. Pero es muy aburrido, y resulta que este ángel quiere irse, volar y ser un ángel de la guarda. Lo que pasa que lo tiene un poco confundido y busca ser un superhéroe. Su objetivo salvar a la gente, pero resulta que no sabe volar.
Pero finalmente sale. Lo que está fuera?
No puede volar, pero se da cuenta que puede salir de otro modo: a nado. Y cuando entra en el mar y comienza a nadar es feliz, ha conseguido lo que quería, pero luego se da cuenta que allí hay un montón de gente que no puede salvar y debe decidir si volver al cuadro. A pesar de que el tema es de absoluta actualidad, no habla del conflicto de los sirios. Cuando empezamos a hablar de este espectáculo estábamos hablando del Estrecho de Gibraltar, los subsaharianos, pero también de los exilios, de la gente que pierde la vida buscando un lugar digno para vivir. Habla de nuestros abuelos, de los que terminaron el campo de Argelès y murieron en el mar… De alguna manera refleja lo que hacemos todos, que vemos los conflictos en la televisión pero no hacemos nada. Creo que como sociedad no debemos esperar que nuestros representantes políticos -que a menudo, además, no nos representan- sean los que hagan algo, porque no están haciendo más que el patético. Así que más allá de la payasa, como persona, me planteo: bien, salimos del cuadro, o qué? Hacemos algo?
Como puertas esta situación tan dramática en el terreno del clown?
Es un reto como payasa, porque es obvio que yo he de hacer reír. Hay este punto inocente, patético, de juego, pero no hay sólo un color. A mí me gusta el payaso porque vive en un drama perpetuo, para que nada le sale bien, porque fracasa y lo vuelve a intentar. Y es verdad que no puedo hacer humor de este tema en este momento tan dramático, pero me gusta mucho hacer emocionar, y es lo que quiero. Y el espectador ríe, ríe conmigo, me quiere y me sigue. Intentamos que no se vaya hecho polvo. No puedo terminar el espectáculo riendo o bailando, pero sí hemos conseguido terminar el espectáculo con un mensaje: si queremos, podemos. Y es esperanzador.
¿Qué puede aportar un espectáculo de payasos en un tema como el de las migraciones o el exilio que no pueda aportar el teatro convencional?
El payaso coge esencias. Nos dicen ‘poetas en acción’ porque cogemos lo más ínfimo para hacerlo universal. El dramático pone más detalles, texto … el payaso no le hace falta, hace símbolos y el espectador, si quiere, los lee. A pesar de ser un adulto, te hace la reflexión que te haría una niña de no más de 4 años: simple, demoledora y de verdades absolutas, sin ningún tipo de miedo. Y esta inocencia, este juego, desde un adulto, es un choque. Además, los espectáculos de payasos no hacemos un humor local ni actual, a diferencia de lo que hacen los cómics o depende de qué teatro.Este espectáculo lo puede ver cualquier persona, de cualquier país. No hay texto, prácticamente y lo he hecho ahora, pero se podría haber hecho hace 20 años, o en 10.
Es la primera vez que trabajas con el Ferruccio, que buscabas en su dirección?
Yo necesito dirección. No sé trabajar sola. Sé hacer mirada externa a otros artistas, pero no a mí misma. Si nadie me mira, acabo limpiando el local, no me sirve eso de la cámara. Mi director de cabecera, Joan Busquets -con quien empecé a hacer de payasa y quien, aunque no dirigió todos los espectáculos, siempre estaba y tenía una complicidad absolutamente, me falta, me falta mucho. Es la primera vez que el Juan ya no está, y he tenido que buscar una nueva mirada. Y es difícil porque el payaso no es un actor, participa de la creación. El actor hace un personaje, pero el payaso no es un personaje, es un ser, eres tú. Quién te dice cómo debes hacerlo tú, que eres tú? Y cuanto más años de nariz puertas, más rebelde eres. Quien conoce mi payasa que yo? Es muy complicado encontrar una persona cómplice. Empecé la aventura con otro director y la montaña subía y subía y no funcionaba. Fue muy frustrante, pero tuve que bajar. Hablé con una amiga suiza que ha trabajado mucho con el Feruccio y me dijo que nos entenderíamos y, realmente, nos hemos entendido muy bien. El primero fue ponernos de acuerdo en el lenguaje, pero fue muy fácil. Aunque él iba mucho más rápido que yo y siempre me adelantaba! Ahora mi ejercicio es el de encontrar este juego, la complicidad con el público.
Es la primera vez que usas proyecciones?
Sí, a pesar nuestro. Ni el Feruccio ni yo somos nada, nada, de maquinillas. La verdad es que no me interesan. Si lo puede hacer el payaso, ¿por qué hacerlo con una proyección? Pero trabajé con la gente de Nueve Ojos en un mapping espectacular en la Casa Batlló y flipé. Es un juego. A la hora de explicar este drama probamos con títeres, objetos, pero no encajaba. Queríamos hacer una teatralidad frágil, artesana, pero está justificado, porque es sólo un flash, no hay un abuso de las imágenes. Los técnicos se alarma que montáramos la pantalla sólo para este flash, pero a mí me gusta que sea así.
Dices que una payasa no es un personaje, eres tú. Como es la payasa Pepa Plana?
Definir a mí misma es lo que más me cuesta. A menudo no sabes lo que emites, pero me parece que cada espectáculo que he hecho es un reto, son ganas de avanzar y descubrir. Cuando yo empecé no había referentes, no había historia. De payaso hombre sí, la tradición es masculina en este oficio, pero de mujer payasa no. Me decían: ‘Pepa, eso que haces no tiene circuito, te morirás de hambre: una mujer sola, payasa y para adultos’. Pero yo respondía: pues tendrá que hacer, este circuito! Y no es que me lo haya inventado, pero de alguna manera sí he abierto el camino. Aunque, aún ahora, si le pides a una criatura que te dibuje un payaso, te dibujará fácilmente, pero en cambio una payasa se la tendrá que inventar, porque no tiene una imagen tan clara. Y eso es lo que hacemos las mujeres payasas, definir cómo somos, qué hacemos y qué queremos ser.
Ha llegado el momento que todos se identifique con personajes femeninos? Crees que el público masculino también se identifica con tu payasa?
En mis primeros espectáculos hay una necesidad de reivindicar que soy una payasa, mi feminidad.Dejo claro que no soy un payaso, soy una payasa, y hago humor de los códigos que me preocupan y les enseño. Y hay códigos femeninos, porque el humor es muy caprichoso y ríos de las cosas que conoces. Hay referentes que nos tocan como mujeres, obsesiones: la limpieza, la maternidad, los niños. Y ahora me doy cuenta que Paraíso pintado es otro salto. Ya no hace falta decir «eh, soy una tía», porque lo soy y cuento cosas que como persona me preocupan. Ya no hace falta que enseñe todo el tiempo que soy una mujer.
Dices menudo que las mujeres habíamos tenido que aprender los códigos masculinos.
Es imprescindible que el humor, que ha sido escrito en masculino -y aún ahora, que no estamos para tirar cohetes! – Empiece a cambiar. Las mujeres habíamos aprendido a reírse de los códigos masculinos, aunque no nos hicieran gracia, para no sentirnos excluidas. Como no hacíamos humor, en el momento en que se nos ponía en una parodia era para ser objetos de la risa: la gorda, la tonta,la mujer florero … Y todavía ocurre. Pero este humor de «pollas y huevos» que ya no nos hacen gracia. Hemos dejado de reír las gracias sólo para que no digan que no nos enteramos. He visto que hay otro humor en femenino que nos toca más y nos conmueve. Además, las mujeres, por cómo nos han educado, tenemos menos pudor de mostrar la parte frágil sin vergüenza, la parte más tierna, más poética, más frágil, de dentro hacia fuera. Y es un color muy bonito, incluso para hacer humor, porque además de hacer reír, puedes conmover y tocar el público. Los hombres, en cambio, lo tienen más fastidiado, porque les cuesta mucho mostrarse frágiles.
¿Cómo ves la situación de las mujeres en el ámbito de la creación?
Yo pienso que ganamos pequeñas batallas, pero son muy pequeñas. Los puestos de dirección, de poder, son los hombres todavía. Y también los espacios en la programación, los mejores horarios.Podemos hacer lista, pero entonces también tenemos que decir cuáles son las condiciones y los recursos. Todavía hay mucho trabajo por hacer. Además te lo destacan mucho que eres mujer. Y yo no lo he elegido, lo soy, pero no me he de justificar. No estoy contenta porque cuando éramos ‘ricos’ hubo muchas iniciativas de género. Hubo más festivales que nunca: de cine, de teatro, de payasas … Y lo que estábamos haciendo era visualizarnos. Porque nosotros queremos estar en el río grande, pero como nos cuesta tanto entrar, inventábamos ríos paralelos para entrar. Ojalá no tuviera que existir ningún festival de género! Pero en la primera sacudida de crisis cayó todo, por lo tanto era mentira. Se nos dio un permiso, pero todos han ido cayendo, de uno a uno. Y parece que no ha habido memoria. Todo lo que se hizo se ha perdido.
Para una payasa es doblemente difícil? Va cogiendo espacio, el circo?
Es difícil, sobre todo para los que hacemos payaso teatral. Circo hay mucho y muy bueno: en escenario, en carpa … Pero en Cataluña del tradicional, de vela, sólo hay el Circ Cric y el Raluy. Y los dueños son payasos, por lo que la plaza ya está cubierta. De hecho, en toda Europa es muy difícil ver payasas, exceptuando alguna carablanca. Además, para los de teatro yo no hago teatro, hago circo; y por los de circo no hago circo, hago teatro. Con la infraestructura que yo llevo debo actuar en un teatro, pero con el handicap de que no es un espectáculo familiar. Y eso hacerlo creer a las grandes casas de teatro, TNC o Libre, es difícil. Cuando los presentes una propuesta siempre te dicen lo mismo: «uy, payasos para adultos, no lo vemos claro».
La otra cuestión es que este es el país de los pitufos y yo soy la Pitufina payasa; como está el payaso, el bailarín, el pintor … Todas las demás payasas, que hay muchas y buenas, me deben odiar! Y en un país así parece que cuando, por suerte, coincidimos dos o tres espectáculos de payasos teatrales, tengamos que competir o que no nos puedan programar la misma temporada.Pero yo no quiero competir con nadie: son mis hermanos de nariz!
Tienen miedo, los programadores?
Yo llevo 20 años de nariz y aún me tengo que reivindicar. No me avala mi trayectoria. Hay sitios que confían a ciegas conmigo, en mi trayectoria. Para hacer los ensayos abiertos de Paradís pintat he tenido las puertas más abiertas en Zaragoza, que aquí, más allá del Ateneu de 9barris. ¡Pero si regalava la función! Sólo necesitava el contacto con el público. ¿Todavía tengo que demostrarlo todo? Además, los que hacemos creación no podemos presentar un dossier explicando todo para dentro de dos años, como te piden los teatros. Nosotros podemos poner la idea con la que estamos trabajando, pero esto evolucionará. Quieren resultados, ¡pero el resultado no es hasta que no está acabado!
Trabajas más fuera de Cataluña que aquí?
Sí, sí, y cuando. Y fuera, muy fuera: Colombia, Argentina, Venezuela… He trabajado mucho, pero es cierto que con la situación económica ya no tanto.
¿Cómo está la situación en Europa?
No está para tirar cohetes, pero en Alemania o Austria el circo todavía tiene mucho prestigio. Aquí vuelve a tener, después de una decadencia, y mucho, pero creo que el gran público todavía no valora suficientemente la figura del payaso. Parece que sólo es para niños, para inflar globos… La primera llamada que recibí después del Premio Nacional de Cultura fue para actuar en una primera comunión… No me lo podía creer! A veces estás tentado de sacarte la nariz, como el gran Chaplin, pero a mí me gusta mucho: no engaña.