Un entrenador besa a un niño, un gesto de entrada inocente que desata un alud de reacciones. Con una veintena de traducciones, El principi d’Arquimedes ha hecho diana como radiografía de la sociedad del miedo, un texto que vuelve a la cartelera, a partir del 19 de febrero, como la primera producción del Espai Texas. Además, Josep Maria Miró (Prats de Lluçanès, 1977) dirigirá este enero La majordoma en el Heartbreak Hotel, entre otros proyectos que nos cuenta con su elocuencia proverbial.
¿Qué te parece la vuelta de El principi d’Arquimedes?
Un retorno como éste parece algo extraño, pero no debería serlo, porque asumiría que tenemos un repertorio y que los autores de aquí también vuelven a revisarse. Es una obra que se estrenó hace más de una década, pero con el contexto actual parece recién escribir.
Teatro Barcelona: ¿Se han hecho cerca de 50 adaptaciones, donde crees que reside la vigencia?
Josep Mª Miró: Cuando se estrenó decía que era un texto fruto de la caída de las Torres Gemelas, el momento en el que cambian los paradigmas de seguridad y de terror en el mundo. La sociedad del miedo que ya se intuía en la obra ha ido creciendo y se ha instalado de lleno. Si un periodista se encarga de la actualidad, el dramaturgo es un cronista de su tiempo. Para mí Arquímedes es una obra que habla de mi tiempo, de una época muy concreta.
¿Cómo vives que un nuevo equipo tome el relevo?
Leo [Leonardo V. Granados, director] tiene 25 años, tenía 12 años cuando se estrenó la pieza. Me parece buenísimo que una persona tan joven como él quiera trabajar un texto mío. Tenemos una comunicación muy fluida y tengo la conciencia de que la obra está en manos de un nuevo equipo con una mirada más joven y positiva.
También estrenos La majordoma, segunda parte del Tríptico de la epifanía que marca un cambio de estilo. ¿A qué se debe?
El primero de estos textos [El cos més bonic…] lo escribo en el confinamiento y hay un punto de inflexión para mí: un momento de soledad, de volver más a mi pueblo, también por la edad. Por otra parte, sigo el consejo de Xavier Albertí de pensar y trabajar los conceptos de lengua y teatralidad.
¿Cómo describirías el argumento de la obra?
Es una mujer que toma conciencia de la indecencia de nuestro mundo y escapa de una cadena de corrupción humana, pasa de ser una esclava a ser una amazona. Un viaje de toma de conciencia a lo largo de tres décadas en el que ocurren muchas cosas. Un personaje terrible que a su vez puede parecer frágil, pero la auténtica transformación es su capacidad de verbalizar las cosas, de denunciar un mundo injusto y corrupto.
¿Escondes una denuncia del presente?
En algún momento de la obra, la protagonista dice: “Ha terminado infectando nuestro paisaje. Has llenado cada rincón de ese país de casas y más casas”. Estos días se ponen los pelos de punta cuando pienso en el tema de Valencia. Hay que ser muy desgraciado por construir en zonas inundables. Hemos asistido a un desastre natural pero también a una catástrofe política y ética. Debemos reclamar a nosotros mismos ya la comunidad mecanismos éticos, porque vamos hacia la destrucción. Es necesario recuperar la política como un espacio de autenticidad y de verdad. La majordoma está aquí enganchada con El cos més bonic…, a la sensación de vivir un cambio de ciclo, un tope, algo consciente o inconsciente de apocalipsis en el sentido de cambio de paradigma, de tocar techo.
¿Cómo está trabajando el personaje de La majordoma con Rosa Renom?
Es una actriz que transmite humanidad y, al mismo tiempo, despliega una fuerza algo salvaje. También tiene una lengua muy viva, muy genuina. Rosa no quería hacer monólogos, pero cuando leyó el texto dijo que sí, que tenía ganas de ponerse en este personaje, y hacerlo en un contexto de hiperproximidad como Heartbreak.
Últimamente, estrenos en salas privadas. ¿Sientes que los teatros públicos no apoyan tu trabajo?
Siento que soy un autor más cercano al teatro público, y eso limita más a mis interlocutores. Me indigna profundamente que un teatro público no te lea, que te hagan ghosting profesional. Puedo pensar que alguien de lo privado es un maleducado si no te recibe, pero cuando alguien del sector público no te atiende, falta a su obligación laboral. A veces siento que tenemos un país complicado.
También vuelve Jo, travesti en La Villarroel.
Es un espectáculo que quiero mucho, una carta de amor a Roberto G. Alonso hecha a su medida de intérprete. Me sorprendió ver que el público del espectáculo es mucho más transversal de lo que yo había imaginado y eso me hace muy feliz.
En el Grec 2025 presentas nueva obra, El monstre, ganadora del Premio Quim Masó. ¿Qué puedes contarnos?
Trata de una comunidad que necesita generar un monstruo para justificarse, una figura expiatoria y amoral que pone en entredicho todos los valores. El teatro es un lugar ideal para explorar los límites sin haber de de dar respuestas.
¿Algún otro proyecto que tengas en el buche?
Estoy escribiendo un texto nuevo que seguramente verá la luz en 2026 o 2027. Con Le Croupier preparamos un espectáculo llamado Sicalíptiques. Además, Nerium Park se estrenará en Madrid en febrero. También tengo un par de encargos que estoy pensando todavía. Tan importante como aceptar es saber decir que no, sobre todo si no me veo o creo que otro lo haría mejor.
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