Fundado en mayo de 2019 bajo la dirección de Chase Johnsey, Carlos Renedo y Carolina Masjuan, el Ballet de Barcelona ha cubierto la necesidad, después de varios intentos, de que la ciudad condal tuviera una compañía de danza estable tal y como tienen las grandes europeas.
Este invierno lleva a Barcelona ya diversas poblaciones, como Granollers, Manresa, Llinars del Vallès, Vilafranca, Gerona o Rubí, la experiencia mágica de El Cascanueces, que desde hace cinco años forma parte de su repertorio navideño. La propuesta está dirigida por Chase Johnsey y cuenta con las bailarinas Anaëlle Tanné (Francia) y Clara Mora (Cataluña) como protagonistas en el papel de Clara, y Takahiro Nakashima (Japón) y Francesco Salpietro (Italia) como Cascanueces.
Un Cascanueces con cultura popular
El Ballet de Barcelona ha adaptado la pieza para poder fomentar las tradiciones populares más nuestras. Si en la obra original los personajes descubren un reino fantástico donde poder disfrutar de las culturas del mundo, en este Cascanueces se potencia la cultura popular con agrupaciones y entidades locales: “Els castellers simbolizan los barquillos y el esbart los carquinyolis”, explica Renedo, director ejecutivo de la compañía: «No siempre es fácil en cuanto a la organización, pero es muy bonito y el público lo agradece». Talento y colaboración reflejan el espíritu de celebración de las fechas navideñas.
Inclusión, autenticidad y liberación de género
En un mundo artístico en el que pesan las convenciones tradicionales, el Ballet de Barcelona abarca la diversidad y la igualdad de género a su elenco y repertorio. Así, más allá de tener valores en su día a día —no hacer diferencias de salario por género, no excluir a integrantes de la compañía por ser demasiado altos, demasiados bajos o tener demasiado pecho—, reinterpretan El Cascanueces y apuestan por que Clara se salve a sí misma sin depender de la figura masculina: ella es quien coge la espada y lucha contra los ratones.
Una trayectoria breve, pero sólida
Nada más arrancar, la compañía se encontró cara a cara con la pandemia, pero con sólo cuatro años de vida han llevado a cabo más de 100 actuaciones y cuentan con un repertorio de 8 espectáculos que han cautivado a más de 76.500 espectadores. Han actuado en Cataluña, varias poblaciones españolas y la inclusión de artistas internacionales ha permitido que el Ballet actúe en galas de danza en Suecia, Japón, Eslovaquia, Suiza o Estados Unidos.
Sin embargo, Renedo reivindica la falta de apoyo por parte de algunas instituciones. “Hay mucho trabajo por hacer, no hay una complicidad real como ocurre en otros países”, y añade: “Tenemos muchas compañías de danza, pero no funcionan como deberían funcionar”. «Cuántas veces, te das cuenta de la diferencia que existe en cuanto a la energía, de apoyo, de interés hacia los proyectos», indica el director de la compañía. El Ballet de Barcelona cuenta con ayudas puntuales, un local cedido por el Ayuntamiento de Rubí y varios esponsors privados. “No es fácil hacer las cosas bien hechas, tener a los bailarines en nómina todo el año”, dice Renedo, pero a la vez es optimista: “Cuando vamos a los teatros, ¡siempre llenamos! Hay interés por la danza, hay público. Solo nos falta que el día a día sea menos pesado”.
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