Manifiesto del Día Mundial del Teatro 2019 por Guillem Albà

Redacció

Se han dicho mil cosas sobre el teatro. Grandes maestros, expertas y expertos… han hecho todas las reflexiones posibles, mejor de lo que yo pueda hacer.

No sabía qué sentido tenía que yo escribiera este manifiesto, pero enseguida pensé en hacerlo por mi familia. Mi madre, mi padre y mi madrina. Una compañía de teatro de títeres que lleva 46 años en esta profesión, y a quien nunca les han pedido de hacer una cosa similar. Ni tampoco se les reconoce con premios…pero que, en cambio, actúan cada día. No paran de trabajar, pero como siempre dicen: no son artistas, sino trabajadores del espectáculo.

Y como ellos, tantos compañeros/as de batallas que llevan toda la vida haciendo bolos arriba y abajo. Gente que empezó justo después de la dictadura, con unos ideales, con ganas de luchar y cambiar las cosas. Con libertad total para buscar, probar y equivocarse. Un montón de cosas que, hoy, echo de menos. Para ellos, lo primero eran las ganas de actuar. Donde fuera: en las calles, en las plazas, en los teatrillos ambulantes… cuando no existían tantas leyes ni tantos permisos. También lo echo de menos. No había que etiquetar las cosas, se mezclaban todos los estilos y técnicas.

La de mi familia, es un tipo de compañía donde se crea artesanalmente, sin prisas, a fuego lento, sin que mande el dinero por encima de todo. Donde la amistad siempre ha pasado por delante de cualquier otra cosa. Tomándoselo como una filosofía de vida. Ayudándose, siempre, con cualquiera que necesite ayuda. Ya sea con alguien que empieza y quiere consejo, o compartiendo experiencias y vida con los compañeros y compañeras de profesión. Sin celos, sin mirarlos como rivales, sino como iguales.

Tantas cosas, que estaría tan bien no olvidar, y que hay que reivindicar.
Que este trabajo se trata de compartir, no de competir.
Que no estamos para tonterías. Ni para egos absurdos.

Cada cual, desde sus inquietudes y su curiosidad, pero compartiendo el mismo hecho. Hacer teatro. Desde la gente profesional, hasta los grupos amateurs de teatro y ateneos donde tantos profesionales han empezado. Lugares llenos de gente que se pasa la vida entera, combinándolo con su trabajo, creando y compartiendo momentos.

Soy payaso, y busco el lado bueno de las cosas. Sé que merece la pena vivir, ¡y tanto! Está lleno de cosas preciosas, cosas increíbles que viviremos. Pero el mundo… está fatal.

Si empiezo a hacer una lista de todas las desgracias que pasan, no le encuentro sentido. A los humanos, se nos está yendo de las manos esto de vivir en comunidad. Y si pienso en si realmente todo esto lo podremos cambiar… a menudo me falta fuerza.

Salgo de un ensayo donde he pasado horas preocupado por unos detalles pequeñísimos, tocando emociones, obsesionándome en cosas donde (me parece) que me va la vida …y salgo, y escucho las noticias y pienso: ¿qué estoy haciendo? ¿Y de que sirve esto que estamos haciendo? A veces pienso qué sentido tiene hacer esto que hacemos, cuando en otro lugar están matando gente.

Pues mirad, me consuela, pensar que dedicarme a esto, puede ayudar a cambiar el mundo. Sí, por muy utópico que parezca. Aportar un granito de arena, por pequeño que sea.

Antes que nada para conseguir parar el tiempo:

En un día a día en que no paramos de correr, en que estamos sobreinformados, hiperconectados y más irritables que nunca. Donde todo el mundo está enganchado al móvil, todo el mundo menos tú, ¡está claro! Donde no paras de trabajar para hacer aquello que quieres y después no tienes tiempos para hacerlo. Donde hay una prisa constante…

Solo conseguir que la gente vaya al teatro y pare el tiempo, ya es un acto revolucionario.
Pararlo a pesar de seguir haciendo este acto tan antiguo. Compartir un momento.

En segundo lugar, si una vez allá, a pesar de que la gente haya venido dura y cerebral, conseguimos que salgan del teatro algo más felices, con las emociones más a flor de piel… Si conseguimos que durante aquel rato pongan la emoción por delante… ya merecerá la pena. Será una pequeñísima parte para cambiar el mundo, pero necesaria. Tocando los coros, podremos cambiar los jefes.

A todo el público (que viene y que vendrá), que no le falte nunca la curiosidad de ver cosas nuevas, sean del género que sean. No solo las que vemos anunciadas o que tenemos más fácil acceso. Hay teatro por todas partes: en la calle, en las escuelas, en pisos, en teatros…Lleno de espectáculos: de productoras, de compañías grandes, pequeñas… de todos los tipos y para todas las edades. Para pequeños, para mayores y para jóvenes también, sí. ¡Incluso para los adolescentes! No se acostumbra a pensar en vosotros, porque no votáis, pero encontraréis cosas que no os parecerán pasadas de moda. Hay.

Y si no habéis ido nunca, ¡probadlo! Y quizás veis algo que no os gusta, ¡y tanto! Pero encontraréis algún estilo que os gustará seguro. Hay muchísimos.

Y para acabar:

Que los programadores y programadoras arriesguen. Que no tengan miedo a llevar diferentes estilos y formatos en sus municipios.

Que los políticos entiendan que hay muchas maneras de hacer teatro, y no solo la de las reuniones de altas esferas. Que ellos van cambiando cada 4 años, pero nosotros estamos y estaremos siempre.

Que ningún género es menor. Que es tan loable el teatro de entretenimiento, como el que quiere hacer pensar.
Que los espectáculos por niños son tan o más importantes que el teatro para adultos.
Que payaso no es un insulto.
Que ser titiritero es tan bonito como ser pastelero.
Que el teatro sin texto también puede ganar premios, y que los premios no son tan importantes.
Que manden más las ganas de buscar y crear, que el dinero por el dinero.
Que está lleno de gente buena que no trabaja. Y también de gente buena trabajando, pero no somos los únicos ni los mejores. Que podamos aprovecharlo para mezclarnos y seguir aprendiendo. Jóvenes y grandes.
Que no nos falte nunca la esperanza, ni la alegría. Pero tampoco las ganas de mejorar y quejarnos.

Por un teatro accesible para todo el mundo. Plural y diverso. Donde las mujeres y las personas racializadas no sean excepción, sino protagonistas, y donde los lugares de poder se repartan entre más manos, ojos, y cabezas, y corazones.

Que somos mucho más efímeros de lo que creemos. Que esto no sabemos cuánto dura, ni cuándo se acabará.
Aprovechamos que estamos vivos. Dejémonos de tonterías. Disfrutémoslo. Compartamos momentos preciosos. Cuidémonos, que es necesario y urgente… ¡y que viva el teatro!

Guillem Albà

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