ÓPERA

Masonería y sacrificios románticos para cerrar la temporada del Liceu

Todo lo que necesitas saber para disfrutar de 'La flauta mágica' y 'Norma'

Jordi Vilaró Berdusan

La flauta màgica es la última ópera que compuso Wolfgang Amadeus Mozart, y el compositor convirtió el libreto de Emanuel Schikaneder —director del popular Theater auf der Wieden vienés—, un cuento infantil aparentemente intrascendente, en una obra de dimensiones filosóficas. En efecto, en La flauta màgica, dos personajes aparentemente contrapuestos como el príncipe Tamino y Papageno, un cazador de pájaros, buscan la divinidad y la verdad uno y la satisfacción sexual el otro. Ambos representan las dos caras de la misma moneda del ser humano y juntos tendrán que pasar por toda una serie de pruebas que les permitan llegar a la luz y al conocimiento que simboliza el sacerdote Sarastro y superar la oscuridad vital representada por la Reina de la Noche. La pertenencia del libretista y del compositor a la masonería proyecta en esta obra la esperanza de una fraternidad universal que permita superar el sistema de clases de la Europa setcentista. El gran mérito de Mozart es conseguir transmitir estas ideas por medio de un cuento de hadas y de una música realmente “mágica”. La maravillosa apertura o arias como Der vogelfanger bin ich ja (Papageno), Dies Bildnis ist bezaubernd schön (Tamino) o la célebre Der Holle Rache (Reina de la Noche) son muestras muy significativas y conocidas por todos.

La versión que veremos en el Liceu es un montaje de David McVicar que lleva casi dos décadas representado por todas partes y que es sinónimo de sobriedad y rigor escénicos. Por otra parte, la batuta de Gustavo Dudamel dirigiendo la orquesta del Gran Teatro o voces como las de Carlos Álvarez (Tamino) y Kathryn Lewek (Reina de la Noche) convertirán ese divertimento filosófico en una auténtica guinda preverita.

Norma es la ópera más conocida de Vincenzo Bellini y una de las más populares del bel canto, es decir, el estilo operístico propio del primer romanticismo en el que predomina la belleza de las melodías cantadas por encima de otros aspectos. Norma nos presenta un típico triángulo amoroso, esta vez transportado a la Galia dominada por Roma, en el que la sacerdotisa Norma, que habrá tenido dos hijos secretamente con el procónsul romano Pollione, se entera de la infidelidad del procónsul con otra sacerdotisa , Adalgisa. El drama oscilará entre tópicos tan románticos como la búsqueda de una venganza de huella medeanía, la fidelidad al pueblo propio y el sacrificio por amor. Arias como In rammentarlo io tremo (Pollione) y, sobre todo, la célebre Casta diva (Norma), pero también la bella escena final Qual cor tradisti, deslumbran esta cumbre belcantista.

El montaje de Norma que veremos en el Liceu es una producción del Royal Opera House Covent Garden que se estrenó en 2016 en Londres. La dirección escénica corre a cargo del siempre sorprendente Àlex Ollé (ex-Fura del Baus) y vocalmente el rol de Norma contará con dos pesos pesados: la letona Marina Rebeka y la búlgara Sonya Yoncheva, pero es que el dúo de mezzosopranos se alternan en el rol de Adalgisa no quedan cortas: Varduhi Abrahamian y Teresa Iervolino. Todo un lujo para cerrar una temporada.

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