El 9 de octubre vuelve a El Maldà la exitosa adaptación de Enric Cambray y Ricard Farré de Les dones sàvies de Molière.
Molière ponía el foco, con Les dones sàvies, a lo que consideraba falsos intelectuales, unos personajes pretenciosos que se aprovechaban de la vanidad de las mujeres que pretendían convertirse en sabias. Enric Cambray y Ricard Farré dan vida a ocho de los personajes de la obra original en una hora de cambios frenéticos y un juego teatral que rompe todas las convenciones para llevar a escena esta comedia alocada sin salir ni un segundo del escenario. Para ello, Ricard Farré y Lluís Hansen, quien también dirige el montaje, han estado meses trabajando en la dramaturgia. Querían adaptar la obra de Molière y llevarla a la actualidad, pero respetando al máximo el texto y el lenguaje original. Esto les ha llevado a cuestionarse muchas cosas. «Molière criticaba a los pedantes de la época a través de los intelectuales y filósofos, pero hoy en día no tenemos grandes referentes -explican-. Así que nos preguntamos ¿quiénes serían, hoy en día, estos pedantes?». Y sentencian: «Los tertulianos, quienes se permiten opinar desde un incendio en Collserola a la extinción de las ballenas». Representados por el Señor Conejo, el gurú de los tertulianos, el público aprenderá mil maneras de opinar sin decir nada.
Pero Molière se jodía también de las mujeres «que querían saber demasiado»: «Les dones sàvies tiene un punto machista y nosotros lo hemos acentuado por ridiculizarlo. Pensamos que es mejor que querer esconderlo», defiende el director del espectáculo. Pese a no mantener el verso, tampoco han renunciado al lenguaje de la época. «La comedia nos permite utilizar este lenguaje arcaico y exagerarlo sin que desentone». La trama principal de la obra se mantiene en la época original, en el siglo XVII. «Creemos que es necesario mantener la trama familiar en esa época, cuando era el padre quien decidía con quien casar a su hija, sino pierde todo el sentido». La obra de Molière no deja de ser una de sus comedias de enredos con enamoradas, amantes y criados.
Un ejercicio de fregolismo
De los 13 personajes originales, han dejado ocho. Enrique Cambray es Enriqueta, «la oveja negra de la familia, la única que no quiere ser una erudita y sólo piensa en casarse con su enamorado», Belisa, la tía, Crisal, el padre, y el sr. Cunill; Ricard Farré interpreta los papeles de la hija mayor, Amanda, el enamorado, Clitandre, la criada, Martina y la madre, Filaminta. Unos personajes que interactúan constantemente e incluso, en la escena final, aparecen todos en escena. «En algunas escenas hay réplicas de personajes interpretados por el propio actor. Hemos jugado con formas distintas de cambiar de personaje. El juego escénico aquí es tan importante como la trama y la crítica», explica Hansen.
Las actrices Clara Segura y Júlia Barceló han ayudado a los actores a crear estos códigos y jugar con lo que es un auténtico ejercicio de fragolismo que sólo va acompañado de un biombo (paraviento, en catalán correcto) y que puede interpretarse en casi cualquier sitio.
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