El Gran Teatre del Liceu levanta el telón de la temporada 2025-2026 con La guineueta astuta de Leoš Janáček, una ópera que combina cuento, filosofía y poesía para reflexionar sobre el ciclo de la vida y la relación entre humanos y naturaleza. El montaje, firmado por Barrie Kosky y repuesto por Andreas Weirich, se podrá ver del 22 al 30 de septiembre, con siete funciones dirigidas por el maestro Josep Pons en su última temporada como director titular del teatro.
Una pieza ideal para iniciarse en la ópera
El reparto reúne tres voces internacionales de referencia: la soprano rusa Elena Tsallagova, considerada la gran especialista mundial en el papel de Bystrouška, la zorrita astuta; el barítono sueco Peter Mattei y la mezzosoprano irlandesa Paula Murrihy. Los tres coinciden en destacar el atractivo y la accesibilidad de la ópera. “No es una ópera normal, es sofisticada pero accesible”, apunta Tsallagova, que debuta en el Liceu: “El ambiente que se respira es radiante, y aunque la partitura no es nada fácil de interpretar, resulta agradable al oído y deja buen sabor, como un buen vino de aguja”. Murrihy, por su parte, la recomienda como iniciación: “Si no han ido nunca a la ópera, esta es perfecta. Como primer viaje es fantástica”.
La producción de Kosky huye del naturalismo y crea un bosque mágico y simbólico a partir de la luz y la escenografía de Michael Levine. Los animales no llevan colas ni máscaras: visten de colores vivos, en contraste con el negro de los humanos. La primera escena, sorprendente, muestra un funeral que no aparece en el libreto original. “No se trata de reproducir la naturaleza, sino de generar un universo poético que enmarque la fábula”, explica Weirich, reponente de la producción.
Josep Pons: “Si tuviera que describir esta partitura con una sola palabra, diría genial”
Josep Pons, que dirige por primera vez esta partitura, subraya la originalidad de Janáček: “Cuando una música se mueve dentro de un lenguaje conocido es fácil leerla. Pero Janáček rompe el estilo y eso lo hace más complejo: se requiere investigación para traducir sus ritmos. Los sonidos de animales no tienen un valor naturalista, sino simbólico e incluso humorístico”. Para el director, la ópera es sobre todo una celebración de la vida: “Habla de los ciclos vitales y de la continuidad más que de la tragedia. Si tuviera que describir esta partitura con una sola palabra, diría ‘genial’”.
La inauguración de temporada tiene también una dimensión comunitaria. El Liceu presentó la producción en el Parc de la Guineueta, en el distrito de Nou Barris, coincidiendo con el nombre de la ópera y la presencia de la escultura de Julià Riu Serra. El teatro ha ofrecido 200 entradas a vecinos del barrio para asistir al ensayo general, y la función del 20 de septiembre, dentro del programa Òpera entre generacions.
Con esta producción, el Liceu recupera una ópera que solo se había visto en el teatro en 2001 y que por primera vez se presenta en su lengua original, el checo. Una obra maestra del siglo XX que, como recuerda Tsallagova, “no es una ópera infantil: es para todo el mundo, como un cuento que de pequeño lees de una forma y de adulto lo interpretas de otra”.
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