No podemos etiquetar un texto como clásico si no nos interpela en presente, y la temperatura de la vigencia de una obra se mide, por ejemplo, a través del número de adaptaciones, de la influencia en artistas del presente. Dos piezas de orígenes y formatos completamente dispares coinciden en el programa del Grec con un referente literario común: El paraíso perdido, el poema épico primordial de la poesía anglosajona publicado por John Milton en 1667. Es posible que la simple descripción de una obra escrita hace más de tres siglos y medio ya destrempe al personal, pero antes de abandonar el texto que lea permítanme que le presente el buen jan de Satanás.
La etimología hebraica del nombre del diablo hace referencia a “aquél que se opone”, el adversario en este caso del Dios todopoderoso. Rebelarse contra la autoridad establecida –sobre todo la religión y la corona–, aquí encontramos una primera coordenada vital de Milton, poeta que sufrió uno de los períodos más convulsos de la historia de Inglaterra: la Guerra Civil, la República de Cromwell, que sostuvo intelectualmente, y la restauración monárquica, que por poco no le cuesta la ejecución. Así, cuando ya viejo el escritor publica su obra maestra, resuelve en ella narrar los hechos del Génesis desde una perspectiva inédita, la del ángel caído.
Satanás se nos presenta como un líder sublevado que revoluciona el infierno, que forma un ejército a partir de los marginados, de los expulsados, de los imperfectos a los ojos del cielo, que arenga a las tropas con consignas propias del Che Guevara: “Better to reign in Hell, then serve in Heaven” (‘mejor reinar en el infierno que servir al cielo’). El rey demonio es el auténtico protagonista de una epopeya propia de los grandes héroes. Como Orfeo y Dante, y el viaje del averno hasta el paraíso está lleno de trampas que tendrá que vencer con la astucia de Ulises y la valentía del Tirant. Finalmente, cuando se transforma en serpiente, sus argumentos para morder la manzana son incontestables: “¿Dónde está la ofensa que el hombre logre el conocimiento?”. Para mayor admiración del romanticismo posterior, Milton nos presentó el antihéroe más goloso, el protagonista del relato alternativo que se esconde bajo la normatividad bíblica.
Feminismo y ecologismo avant la lettre
Llamamos a Helena Tornero, dramaturga encargada de adaptar el poema de Milton en el espectáculo que dirigirá Andrés Lima con Pere Arquillué y Cristina Plazas, entre otros, como protagonistas (Teatre Grec, 26 y 27 de julio). “Nuestro Paraíso perdido”, explica Tornero, “empieza como una tragedia épica, pero se vuelve contemporáneo. Nos interesan los pensamientos de Eva, desmontamos tópicos y modos de pensar”. En este sentido, destapan el ecologismo como un tema latente en el poema: “Dios hace al hombre el propietario de todo, de la tierra, de los animales, incluso de la mujer. Cuestionamos esta forma de pensar que ha generado la mayor parte de los problemas actuales”.
Más interpretaciones: del 18 al 20 de julio, Ben Duke presenta en el Mercat de les Flors un Paradise lost en el que el intérprete hace todos los papeles del auca. Teatro, danza y circo forman una versión libérrima del clásico, con Dios presentado como amante de Satanás. Todo vale, porque recordamos que los actores y actrices, como el propio demonio, se las saben todas, y nadie como ellos para crear fantasías que nos invitan a morder la manzana del árbol del conocimiento.
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«Es posible que la simple descripción de una obra escrita hace más de tres siglos y medio ya destrempe al personal, pero antes de abandonar el texto que lea permítanme que le presente el buen jan de Satanás…» XD És una broma?