En el Teatre Akademia el Papa Francisco es un gran clown. No está solo, también hay políticos y mujeres de negocios, Bugs Bunny y los Bush. 99% es un espectáculo comprometido de Teatre de l‘Enjòlit que habla sobre minorías desde la ironía y el humor para manifestar lo absurdo del mundo en que vivimos.
Teatre de l’Enjòlit es de aquellas compañías al que no le sabe mal decirlo: hace teatro social, crítico, comprometido. Sus últimas obras han sido Si no ens paguen, no paguem! de Dario Fo, una comedia absolutamente actual donde cuatro personajes luchan por la supervivencia debiendo enfrentarse al sistema y renunciar a sus ideales, y El setè cel de Caryl Churchill, un espejo donde se enfrentaban la sociedad colonizadora del siglo XIX y la subyugación de las mujeres y los hijos a sus maridos, y la sociedad posmoderna del siglo XXI, donde aparecen nuevas formas de dominación. Ahora la compañía aborda desde diferentes puntos de vista la cuestión de las minorías. ¿Quiénes son las minorías? Cuando pensamos, explican, «nos vienen a la cabeza grupos o comunidades en peligro de exclusión o incluso de marginalidad», pero si miramos el otro plato de la balanza descubriremos que «es también una minoría la que tiene el poder: el 1% frente al 99%».
El texto, escrito a cuatro manos entre el luxemburgués Ian De Toffoli y Elies Barberà, se sirve de la ironía «para hacer manifiesta la absurdidad del mundo en que vivimos» a través de personajes muy diferentes: dos presentadoras de televisión, un grupo de inmigrantes, el Francisco, hombres con la soga al cuello, políticos y mujeres de negocios, dos vagabundos, Minnie Mouse, Bugs Bunny, los Bush… Pero por Barberá 99% son principalmente dos retos: escribir que son las minorías hoy y «interpretarlas a escena con el pulso que requieren».
EL PAPA DE ROMA ES UN GRAN CLOWN
Dirigida por Anne Simon, en la obra se habla catalán, luxemburgués, inglés, castellano y lengua de signos italiana y forma parte de un proyecto internacional más amplio, Playing a Part, una apuesta de formación entre España, Luxemburgo e Italia. Precisamente ha sido este punto de partida de trabajo entre un grupo de gente de culturas e idiomas tan diferentes ha llevado el espectáculo hacia un trabajo muy físico. «Al principio casi no nos entendíamos», explican, «de manera que durante el proceso de ensayos desarrollamos nuestro propio lenguaje: una mezcla de inglés, catalán, luxemburgués, francés, español y muy de comunicación física». Y esta comunicación física les llevó de derecho «a una estética clownesca que el espectáculo le queda perfecto». El actor Albert Alemany incluso asegura que además de crecer artísticamente, este trabajo con gente de otros países le ha llevado a comprobar «que el humor es un lenguaje universal y que el Papa de Roma en el fondo, es un gran clown».