Julio Manrique: "L’habitació del costat es un tripi de amor con disfraz victoriano"

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Redactor: Iván F. Mula / @ivanfmula

Recientemente galardonado con el premio Max, Julio Manrique estrena con coproducción de La Brutal y La Villarroel un nuevo espectáculo como director: L’habitació del costat (The vibrator play). Escrita por la autora norteamericana Sarah Ruhl, la obra es una comedia entre profunda y poética ambientada en la época victoriana. 

JULIO MANRIQUE: Cuando la leí por primera vez, tuve la sensación de que era un texto con una mirada y una voz completamente nuevas. Una pieza que muestra un mundo particular, original e irreductiblemente personal. Por otro lado, el hecho de estar ambientada en la época victoriana era otro de los atractivos del proyecto, ya que eso suponía un reto fascinante.

TEATRE BARCELONA: ¿Qué tiene el texto, exactamente, que lo hace tan especial?

Sarah Ruhl tiene una manera muy particular de entender la escritura. No le interesa demasiado el conflicto como mecanismo dramático. Lo que busca es más la idea de transformación. En su obra, realmente, el argumento es más una anécdota que dispara una serie de divertidas situaciones donde lo más importante son los estados que acompañan a los personajes y que los transforman. Esta posibilidad de cambio invita también al público a hacer esta transformación.

Los personajes, entonces, tienen más peso que la lógica narrativa…

En cierto modo, sí. Porque la autora trabaja con estructuras muy parecidas a las de los cuentos de hadas y es la lógica narrativa de los cuentos la que ella utiliza. Una lógica donde, en realidad, las cosas pasan como por arte de magia. Cuando entramos a trabajar el texto por primera vez, era como abrir una caja de música.

Esta mirada diferente y el hecho de que sea un reto, ¿es lo que buscas en las obras cuando decides dirigir un texto?

Busco que me emocionen y me atrapen por alguna lado. No necesariamente busco que cada vez sea un texto original o muy diferente de las cosas que haya hecho antes. Busco que, de alguna manera, me hablen personalmente. A veces, no sé exactamente por dónde me hablan y lo acabo descubriendo una vez he pasado por todo el proceso. Confío bastante en este tipo de aparentes casualidades que no lo son del todo.

¿Cómo ha sido el proceso, en este caso?

Este texto me lo enseñó Juan Carlos Martel que conocía la autora. Él viaja bastante a menudo a los EE.UU. Y me cautivó porque (en este caso, sí) tenía este elemento de originalidad. Tuve la sensación de que esta mujer escribir desde un lugar muy libre, luminoso y diferente.

Normalmente, ¿los textos te los encuentras o también los vas a buscar?

Me ha pasado de todo. A veces, iba buscando algo y me he acabado encontrando con otra cosa. Otras veces, me he encontrado con alguna obra que casi me ha caído directamente en las manos. En ciertas ocasiones, sí que ha habido una investigación más intencionada. También me ha pasado llegar a textos a través de una lectura que no tenía nada que ver con un material teatral como una novela o el visionado de una película.

¿Es L’habitació del costat (The vibrator play) exactamente una comedia?

Es difícil de explicar. No es una obra que puedas definir con un solo género porque la traicionarías. Tiene algo de vodevil poético y de comedia de puertas alocada. Pero, a la vez, también es un drama emotivo con profundidad y tristeza. Es un tipo de cuento mágico que, finalmente, apela al misterio y te invita a redescubrir el mundo desde una mirada mágica.

¿Crees que en el teatro contemporáneo los géneros están cada vez más mezclados?

Sí, cada vez más. Son más híbridos y los autores se encasillan menos. Se permiten más cosas como dejar aparecer las influencias y que lo salpiquen todo con libertad. Yo encuentro que esto es maravilloso. Porque el arte de explicar historias es un arte bastardo.

Se dice que los actores que también son directores son más exigentes o, al contrario, que son más empáticos. ¿Tú qué tipo de director eres?

No soy la persona más indicada para responder esta pregunta pero, seguramente, debo de ser una mezcla de las dos cosas. Por un lado soy bastante exigente. Sé que puedo llegar a ser, incluso, pesado, porque me gusta la meticulosidad. Pero quiero creer que también soy bastante empático. Creo que sé ponerme en la piel de los actores y las actrices con los que trabajo.

La trayectoria de La Brutal es muy interesante pero también bastante heterogénea. ¿Tenéis presente un sello determinado como compañía cuando escogéis los proyectos que pondréis en escena?

No cerrando la cosa a un estilo que todo el mundo pueda reconocer o a hacer las cosas siempre de una determinada manera. Esto, probablemente, traicionaría el espíritu de La Brutal que es, por definición, también heterogéneo, admite las mezclas y huye de los encasillamientos. Este montaje es una coproducción con La Villarroel y, por lo tanto, pedía que fuera una cosa que nos gustara a nosotros pero también que pudiera abrazar a un amplio espectro de público. Este texto sentimos que conciliaba las dos cosas. Además, por el hecho de que se trate de esta especie de tripi de amor con disfraz victoriano, loco, naïf y, a la vez, tan puro, pensamos que aportaba un soplo de buen rollo muy saludable que nos apetecía mucho transmitir en este momento.

Redactor: Iván F. Mula / @ivanfmula

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