Jordi Prat i Coll: "El personaje de Evita lo santificaron, hubo un proceso de deificación que me fascina"

Rubén Garcia Espelta

Redactor: Oriol Puig / @ori_uri

La figura de Eva Duarte de Perón, Evita, no le es desconocida al director Jordi Prat i Coll (Girona, 1975) desde que en 2004 tradujo al catalán y puso en escena Eva Perón, de Copi, en el Teatre Lliure. «El personaje es una mina política, religiosa, musical, frívola, populista, femenina, feminista». Si hacemos caso a estas palabras del dramaturgo tenía que volver para quedarse. Requiem for Evita, estrenada en 2016 en el Temporada Alta, nos acerca a la figura tan controvertida de la actriz y política argentina desde el fanatismo y la pasión incondicional pero sin renunciar a una crítica irónica y mordaz. Ivan Labanda y Anna Moliner (en alternancia) acompañados por Jordi Vidal y Andreu Gallén, también director musical de la pieza, son los devotos que oficiarán una misa para celebrar vida, muerte y milagros de la señora Evita Perón. Interpretan a tres personajes humildes que se reúnen semanalmente en unos bajos. Después de comer algo se preparan para celebrar una misa particular. Idolatran a Eva Perón. Cantan pasajes de su vida. Ven en ella la figura ideal para purgar sus almas. Y sin haber pisado nunca Buenos Aires estos tres pecadores cantarán Do not cry for me Argentina por el mismo motivo que todo cristiano recita el padrenuestro: por una cuestión de fe. La fe sólo busca en el intangible una razón de ser. Nosotros no somos nadie para cuestionarla.

TEATRE BARCELONA: ¿Qué te interesa de la figura de Evita?

JORDI PRAT I COLL: Con Anna Mioliner propusimos hacernos hacer un musical de pequeño formato. Lo que hemos hecho es pervertir el musical de Andrew Lloyd Webber. Me fue fácil crear una dramaturgia desde un punto de vista más o menos encubierto como es la necesidad de fe y como la vehiculamos hoy en día. El personaje, a través del Evita, nos proporcionaba muchas miradas. Una mirada martirològica, política, feminista … Este personaje debes estimar a partes iguales. Si eres devoto, como hacemos en la obra, estás condenado a quererlo.

TB: Sólo hay que ver como la recordó Buenos Aires el 65 aniversario de su muerte. Con Evita se ha confundido el poder con la persona?

JPC: Haciendo Cope noté que el personaje real era demasiado cercano. Era conocedor de su existencia pero por toda la literatura que ha generado, todo lo que simboliza el personaje. Existe el libro «Santa Evita» de Tomás Eloy Martínez que explica el periplo de la muerte de Evita. Su muerte es una de las obsesiones de los argentinos. ¿Qué pasó con su cadáver, como el embalsamaron, todas las peripecias de su traslado a escondidas hacia Europa. Cuando lo miras con cierta distancia puedes elegir del personaje lo que más te interesa. De un personaje real no haces una biografía canónica. Como hacemos una misa con pasajes del libro «La razón de mi vida» -una autobiografía de Perón- puedes hacerte una idea del viaje personal de Evita. Como llegó a empatizar con la población, el lugar que ocupa dentro de la oligarquía, su prepotencia.

TB: Evita gustaba tanto a la ultraderecha como la ultraizquierda.

JPC: Es inaudito. Por eso nos fascina este punto de vista. Como podía abarcar en cada contexto una ideología diferente, transversal. Hizo una buena labor social, fue una defensora de la mujer y, por ejemplo, apoyó los hospitales. Cuando pasen más años esta vertiente realista del mito dará mucho juego. Que Lloyd Webber eligiera Evita para hacer la opera rock significa algo. Hay una fascinación por el personaje y nosotros nos reflejamos. La muerte de Evita fue muy dura porque la querían viva. Sus incondicionales, con su dolor, sacrificaron por ella partiendo del dogma de la fe católica.

TB: Hasta qué punto te has fijado con el trabajo de Lloyd Webber?

JPC: Nos aproximamos a la figura de Evita más allá de Do not cry for me Argentina. Tratamos de explorar un personaje poliédrico, del que se ha hecho mucha literatura. Hay hay de por medio una actitud mesiánica, que lleva a pensar que tenía suficiente poder como para burlar el cáncer.

TB: El espectáculo es una misa, un Requiem for Evita en la que los personajes son creyentes, pero creen en Evita. Cómo justificas este acto de fe?

JPC: La religión, desde el punto de vista contemporáneo, no sirve, hay que redefinir. Podemos llenar las historias o las fábulas de un contenido que valide mi existencia, que le dé sentido, en que pueda derramar mi fe? El personaje de Evita lo santificar, hubo un proceso de deificación que me fascina. A mí me iba muy bien para profundizar en estos aspectos. Me encajaba muy bien que fuera una misa. No soy creyente pero volví a misa.

TB: Hay lectura de evangelios, eucaristía y comunión?

JPC: Por supuesto. Esta misa pide también la participación del público, lo que quiera, en la ceremonia. No se comerá el cuerpo de Cristo, sino judía perona, pasaremos el platillo, las lecturas son autobiográficas, y al público se le facilitarán una serie de oraciones … La ritualización genera distancia y comicidad y en el fondo habrá una liturgia que todos conocemos.

TB: Nos cuestionaremos la fe en Evita?

JPC: Nosotros, como creyentes, nunca cuestionar nuestra fe en Evita, porque para eso la religión es un dogma y los personajes que presentamos crean esta nueva liturgia con ese punto de intransigencia y radicalidad de gente sola, solitaria, en el límite de la depresión . Todo ello camuflado en las canciones, algunas del musical, pero otros son tangos y coplas, como Y sin embargo te quiero o Gracias a la vida.

 

TB: Anna Moliner, Ivan Labanda, Jordi Vidal y Andreu Gallén ponen la excelencia en la calidad vocal y musical.

JPC: Tenía muy claro que este espectáculo se hacía con amigos o no se hacía. No tenía ganas de hacer un casting. Es un espectáculo gamberro para hacer con amigos. Es una obra irónica, es un musical lleno de referencias de otros musicales. Si tienes primeras figuras que lo cantan todo es un gozo. Es una producción muy precaria y si no estás en este marco de amistad el espectáculo perdería este convencimiento de hacer teatro musical con más riesgo desde el punto de vista de la dramaturgia.

TB: Hablando de riesgos, para la nueva temporada del TNC estás preparando un Rusiñol. ¿Qué nos puedes adelantar?

JPC: Es un proyecto muy grande. Y eso que he hecho cosas grandes. En el contexto del Teatre Nacional no pasará desapercibido. La catalanidad de Rusiñol lo he trabajado de la misma manera que el personaje de Evita. La gente, más allá de su ideología, se preguntará si me enric o es un acto de amor. El espectador tendrá que tomar partido.

Escrito por
Rubén Garcia Espelta TWITTER

Periodista y gestor cultural. Responsable de contenidos editoriales de TeatreBarcelona.com. Ha trabajo en medios como Catalunya Ràdio, El Periódico de Catalunya, La Xarxa, Ràdio 4 o Rac1.

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