Anna Maria Ricart y Mireia Trias presentan La fórmula de la felicitat en la Sala Atrium, que se convierte en un escaparate de felicidad, real o no, donde se cuestiona su banalización y comercialización.
Facebook, Instagram, fotos de perfil estupendas, álbumes llenos de comidas y cenas donde todos río y es feliz, los mejores fines de semana… Vivimos en un escaparate de felicidad autoimpuesta. No podemos no ser felices. Es más, debemos ser y además, mostrar públicamente. La felicidad hoy, parece que va ligada a su exhibición. Anna Maria Ricart y Mireia Trias, autora y directora de La fórmula de la felicitat, tenían ganas de abordar alguna cuestión que implicara y haz reflexionar al público que su habitualmente en la pequeña sala del Eixample. La conclusión fue que el objetivo último es siempre la felicidad, pero lo que cambia es el concepto de felicidad de cada cultura, persona o momento vital. Ricart explica que han querido destacar «la banalización de la felicidad» y hacer hincapié «en cómo el hecho que nos bombardeen con mensajes de felicidad nos condiciona en la forma en que después somos o no somos felices». Es decir, «la obra no es un libro de autoayuda, ni habla de libros de autoayuda, aunque salen, sino del motivo por el que los necesitamos». Todo, con un tono de comedia con puntos dramáticos, pero siempre muy vital. «Son gente que busca la felicidad y no se da por vencida».
En La fórmula de la felicitat se cruzan tres historias. En primer lugar, la de un chico (Xavier Torra) que, después de que hace unos años desapareciera la pareja de quien estaba completamente enamorado, ahora está convencido de haberla encontrado de nuevo. Ella (Mireia Estrany), sin embargo, asegura que no lo conoce, y que nunca han estado juntos. A pesar de ello, comenzarán una relación desde cero. La segunda, una pareja (Guillem Gefaell, Cristina Noguer) que busca la felicidad en todo momento y que se niega cualquier brizna de infelicidad. Y por último, una coach (Tilda Espluga) y autora del best seller «La fórmula de la felicidad» que cuelga en internet sus sesiones de coaching terapéutico. Dentro la misma historia «hay niveles de realidad diferentes», mientras que la primera pareja tiene una historia con un conflicto y un final, la segunda vive en un mundo más onírico y simbólico. «No es una obra naturalista, es muy teatral. Se ve como los personajes manipulan la escenografía «, explica la directora. Una escenografía hecha a partir de una gran caja que quiere recordar «la caja de la felicidad» o un escaparate, para reflejar «esta necesidad actual de proyectar la felicidad».
Aunque la obra se basa en la relación de dos parejas, también es cuestiona el hecho de que se asociaba la felicidad en las relaciones amorosas. «Yo, que no tengo pareja, tengo que sentir siempre como me dicen: ‘ya verás como encontrarás alguien», explica Ricart. El actor Guillem Gefaell explica que la obra le ha hecho reflexionar mucho sobre las relaciones, pero también «en nuestro mundo, el de los actores, estas cuestiones están muy acentuadas, siempre tenemos que mostrarnos felices, con muchos proyectos y trabajo; es nuestra manera de vendernos «. En ningún momento, sin embargo, se llega a ninguna conclusión. «Cada uno de nosotros entiende cada frase de una manera diferente, por eso dejamos la lectura y conclusiones para el público», asegura Trias.
Texto y fotografía: Mercè Rubià