Alejandra Jiménez-Cascón: “Blanca desvelada nace de la necesidad de hablar del perdón”

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Por Iván F. Mula / @ivanfmula

Después de cinco años y nueve temporadas de éxito, vuelve Blanca desvelada, el monólogo revelación de Alejandra Jiménez-Cascón en un entorno muy especial: una espectacular azotea con vistas a la ciudad. Hemos hablado con ella sobre este retorno y su carrera como actriz, cómica y monologuista.

ALEJANDRA JIMÉNEZ-CASCÓN: Nadie del equipo nos esperábamos este éxito. Yo siempre intento darle mucho recorrido a todos los espectáculos que hago. Con el primero, estuve también seis años, con el segundo estuve tres… para mí, lo normal es no soltarlo mientras que se me permita seguir haciéndolo. Eso de que, en muchos casos, un espectáculo esté solo tres semanas es una locura. Los espectáculos se hacen para compartirlos. Por lo tanto, su éxito ha sido una sorpresa pero, de alguna manera, también es, para mí, la lógica normal de un espectáculo.

El caso es que, aparte de seguir programándose, ha tenido una excelente recepción por parte de crítica y público…

Nosotras estábamos muy enamoradas del espectáculo. Cuando lo escribí, yo misma me enamoré del texto. Cuando le pedí a Montse Bonet que lo dirigiese y lo leyó, se enamoró también. Cuando se le mostramos a Natalia Boronat, la productora, le pasó lo mismo. Así que, en el momento en el que lo mostramos por primera vez al público y vimos que la gente se emocionaba tanto como nosotras, fue muy emocionante y es algo que me sigue sorprendiendo. Es lo que hace que tengamos ahora la misma ilusión o más que el primer día.

¿Qué te transmiten los espectadores que se acercan después a hablar contigo?

La gente está muy sedienta de historias de perdón y reconciliación. Es un ingrediente del que carecemos. Estamos bombardeados de todo lo contrario: la frustración, la imposibilidad, el miedo y la culpa. Blanca desvelada es un espectáculo que habla del perdón. Mucha gente me dice que, después de ver el espectáculo, tuvieron fuerza para llamar a sus madres. O alguien que tenía un duelo atravesado y me dijo que, después de ver la obra, pudo, por fin, ponerse a llorar. Por eso, también la sigo haciendo. Lo que le aporta a esas personas es lo que me aporta a mí cuando la hago.

Eres una actriz muy conocida por tu faceta cómica: humor, monólogos, improvisación… ¿Cómo aparece Blanca desvelada en medio de todo eso?

Esto es complicado porque la realidad es una cosa y otra, las etiquetas. Yo soy actriz como cualquier actriz que haya estudiado arte dramático. Lo que pasa es que siempre me ha encantado la comedia. Siempre he tenido ese ramalazo cómico. Pero yo he hecho un poco cosas de todos los colores: desde monólogos de humor, espectáculos de improvisación o tragicomedias hasta el Lorca eran todos de Pepe Rubianes que era un dramón. Como dramaturga, suelo tirar más para el drama con humor. Me gusta hablar del dolor desde el humor. Porque yo necesito las dos cosas: reír y llorar. Blanca desvelada nace un poco de ahí.

¿Y la necesidad de explicar esta historia?

Nace de la necesidad de hablar del perdón. Recuerdo que hace cinco años fui al Lliure a ver El montacargas de Harold Pinter y, sin juzgar nada, sentí que estaba ya cansada de las mismas historias de siempre: buenos y malos, opresores y oprimidos, empresarios y obreros… Del enfrentamiento y de esta dualidad. Al salir de allí, yo llevaba muchos años siguiendo a un escritor uruguayo que se llama Alejandro Corchs que habla del perdón, entre otras cosas. Y esto me llevó a Blanca: la necesidad de habla de la reconciliación.

¿Cuánto de autobiográfica tiene el espectáculo

Básicamente, las escenas en las que Blanca es pequeña. Esa niña soy yo. La madre de Blanca también es muy similar a mi madre. Y es verdad que yo hago monólogos cómicos como la protagonista… pero no es tan autobiográfica como la gente cree. Siempre me alimento de lo que hay a mi alrededor. La locura que cura, mi obra anterior, trataba sobre una mujer en crisis porque su pareja la dejaba. Pues el público pensaba que yo había pasado por una experiencia similar y, en realidad, no.

¿Crees que es un buen momento para el monólogo teatral en Barcelona?

Cuando yo empecé, hace quince años, era un poco loco hacer un monólogo teatral. Me decían: “¿Y por qué quieres estar sola?”. Ahora es más habitual y también romper el lenguaje. Me refiero a espectáculos unipersonales que van más allá de un personaje hablando solo, cosa que siempre me resultó rarísima. Yo hago coaching de creación con intérpretes que quieren escribir y cada vez son más los que vienen solos. Creo que parte de una necesidad muy profunda que toma el camino más rápido: ponerse con uno mismo y a ver qué pasa…

¿Echas de menos la presencia de más personajes femeninos en la ficción actual?

Me imagino que sí. Siempre se echa de menos. Pero también es verdad que están cambiando las cosas. Además, hay mucha vigilancia ahora. Vamos a mejor pero, sobre todo, echo de menos más mujeres en los monólogos de Stand-up. Es natural porque hay una cierta automatización de las cosas que cuesta de romper. Además, es un género muy masculino: un pie de micro recto como un falo puesto encima de un escenario y un gag detrás de otro a toda velocidad. Lo femenino es más redondo, más comedia de situación. Por suerte, el Stand-up está cambiando y cada vez hay más monologuistas que se permiten licencias como cantar una canción. Ahí se abre un camino.

Trabajaste con Pepe Rubianes como actriz en Lorca eran todos. ¿Qué importancia tuvo en tu carrera?

Fue muy bonito. Yo no lo conocía. Nunca lo había visto actuar. Llevaba tres años en Barcelona y, aunque ya tenía montado mi primer espectáculo, los fines de semana seguía trabajando en un gimnasio. Entonces, que me cogieran para el papel de Lorca suposo, a nivel profesional, lo primero que hacía aquí y, desde ese momento, ya no he vuelto a hacer otra cosa que no sea teatro. Fue un regalo hacer un personaje con tanta luz, belleza y esos textos maravillosos. Y trabajar con Pepe, que era encantador. Él decía que es que tenía verborrea y, por eso, no podía parar de hablar. Recuerdo que, después de tres meses ensayando con él, fui a ver Rubianes solamente y pensé que era él mismo, tal cual, encima del escenario. Era un bufón necesario y maravilloso. Pura simpatía. Y tenía una energía muy bonita.

¿Vamos a poder verte en más papeles dramáticos, próximamente?

Normalmente, me muevo por necesidad propia. Ferran Madico, después de ver Blanca desvelada, me dijo que tenía que hacer tragedia. Pero una parte de mí se siente extraña con esa palabra. A mí, lo que me motiva de esta obra es hablar del perdón. Drama es dolor pero tiene que haber también luz. Realmente, utilizo mi profesión para mí. Para poder expresar y hacer lo que yo necesito. No separo mucho el drama de la comedia.

¿Qué esperas de la nueva temporada de Blanca desvelada?

Queremos llenar el teatro, que venga mucha gente. Aun siendo la novena temporada, hemos estado en teatros con aforo pequeño, con lo cual, todavía hay mucho público que no la ha visto. También, a medida que hacemos la obra, me da la sensación de que es ahora más actual que hace cinco años. El público está más preparado para verla. Ahora entra mejor en un ritmo tan rápido y también noto que está más interesado en el tema del perdón. La intención es seguir emocionando, que vengan muchos programadores y que salgan muchas actuaciones más. No descarto que sea la última temporada ni mucho menos.

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