'Aida', de Verdi, más que una marcha triunfal

Redacció

Por Gerard Guerra i Ribó / @Gerard_GR

Cuando el noviembre del año 1870 Giuseppe Verdi terminó la composición de la ópera Aida aún no sabía que sería un gran éxito. Pero no tuvo que esperar mucho tiempo para comprobarlo, porque la Nochebuena de 1871, cuando la obra se presentó al teatro de la Ópera de El Cairo, se dio cuenta que su última obra había sido del gusto del público. Pocos meses después, este título se estrenó a Italia y a otros teatros europeos y siempre repitió este mismo éxito. En Barcelona aterrizó al Teatro Principal el abril de 1876 y al Liceu el febrero de 1877. Desde entonces, es el título que más veces se ha representado en el Coliseo de la Rambla: 456 veces. Como decía, un éxito.

¿Y por qué es tan exitosa? Aida tiene una caracterización de los personajes, tanto a nivel argumental como musical, muy bien desarrollada, especialmente los femeninos, que estan dotados de una fuerza encomiable. Toda la obra suele ser considerada por los musicólogos como un buen ejemplo de perfección musical y unidad dramática. Tanto es así que la orquestación es de un magnífico preciosismo impresionista. Toda la obra está llena de leitmotivs (el recurso habitual de Wagner, con quien Verdi tenía una confesada enemistad -aunque acabó adoptando este recurso) utilitzados de forma sutil, sin perder nunca de vista la musicalidad típicamente italiana pero convirtiendose en un muy buen ejemplo del género operístico francés llamado grand opéra. La grand opéra es un estilo del siglo XIX caracterizado por la grandiosidad de las óperas creadas con este sello. Todo en la producción (la música, los decorados, el vestuario, los argumentos) quiere ser pomposo, enorme, fastuoso. Además, suele tener cinco actos, muchos coros, escenas de conjunto y siempre un ballet. Vaya, que pretende que caigas de culo a la butaca. Y prácticamente tot esto se cumple en la Aida de Verdi.

Una de las partes más conocidas de la ópera que nos ocupa suele ser el coro Gloria all’Egitto, ad Iside, seguido de la marcha triunfal del segundo acto (fácilmente identificable por la melodía interpretada por las trompetas) y por el ballet (que siempre aparece en las grand opéras). Sin embargo, el tercero y el cuarto acto suelen ser considerados como los que tienen una riqueza musical y una fuerza expresiva más bien conseguidas. Más allá de esto, y siguiendo con la línea de resaltar algunas partes destacables de la ópera, también seria necesario hacer hincapié en la romanza Celeste Aida (con un casi imposible si bemol agudo), el Ritorna vincitor, los duos de Amonasro y Radamés y la magnífica aria O patria mia.

Pero bien, ahora que he dicho el nombre de algunos de los personajes quizá sería el momento de explicar resumidamente el argumento de la ópera, no? Aida cuenta la historia de una princesa etíope, Aida, que es capturada y llevada a Egipto como esclava junto con su padre, Amonasro, el rey, y allá conocerá a Radamés, un comandante militar egipcio que, en verla, se enamora de ella, aunque es una esclava y, por tanto, debería mantenerse leal al Faraón. Asimismo, la hija del Faraón, Amneris, se enamora de Radamés, pero este no le hace caso. Ya tenemos, pues, el triángulo amoroso típico de las óperas del siglo XIX que será el motivo generador de la tragedia.

Escenografía y casting

Por lo que respecta a la producción que se presenta este enero en el Liceu, hay dos aspectos claves a destacar. Primero, la escenografía de Josep Mestres Cabanes, uno de los máximos representantes de la escuela de escenografía catalana, y que son unos decorados pintados hiperrealistas, con una gran habilidad técnica, realizados el año 1945 y que por suerte sobrevivieron al incendio del teatro de 1994. Segundo, el casting de cantantes: las sopranos Angela Meade y Jennifer Rowley, y los tenores Yonghoon Lee y Luciano Ganci, todos ellos artistas consolidados y especialitzados en el género a pesar de su juventud.

Aquellos que vayan regularmente al Liceu seguramente ya conocerán esta producción, que se pudo ver por última vez el año 2012, pero la descubrirán con nuevas voces encarnando los personajes que tanto aprecian. Y los que no conozcan este título o no frecuenten el género operístico tienen una oportunidad de oro para descubrir no solo una ópera bonita y grandiosa, sino también todo un género que les puede ofrecer muchas satisfacciones.

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