Tras triunfar en Madrid y recorrer España con una gira de éxito, el musical Grease vuelve a Barcelona del 6 de marzo al 6 de abril en el Teatre Tívoli. Con un reparto encabezado por Adrián Lastra, el actor retoma el teatro musical siete años después interpretando a Vince Fontaine, el maestro de ceremonias del espectáculo. Lastra nos cuenta sus impresiones sobre el montaje y su experiencia en este clásico que nunca pasa de moda.
Teatre Barcelona: Como amante declarado de los musicales, ¿cuál es tu canción favorita del musical?
Adrián Lastra: Creo que me quedaría con Sandy, la que canta Danny Zuko. Ya me gustaba mucho cuando la vi por primera vez en la película, pero lo que Quique Niza hace en este montaje es maravilloso. Tiene una fuerza interpretativa brutal y logra transmitir muchísimo con la voz. Le da una emoción especial que la hace única.
Para única, e icónica, la coreografía de ese musical.
Coreográficamente, me gusta mucho todo. El opening es uno de los momentos más potentes, con la presentación de los personajes y la fuerza de las chicas. Las coreografías de Toni Espinosa tienen mucho dinamismo y energía. Personalmente, yo quizás me quedaría con la del concurso, que es una de las canciones que canta mi personaje. También me gusta mucho el baile final que tiene un ritmo espectacular y una energía contagiosa. Cada coreografía está pensada para que el público se enganche y viva la emoción del espectáculo desde el sillón.
¿Qué diferencias aporta tu personaje respecto al de la película?
En esa adaptación de David Serrano, Vince Fontaine es mucho más que el presentador de la película: es el hilo conductor del espectáculo. Aporta un ritmo ágil, hace bailar al público y canta temas que no suenan en el filme. También interactúa mucho más con el resto de personajes y el público. Creo que da una nueva dimensión al papel y lo hace más imprescindible en la trama del musical.
¿A quién del reparto le queda mejor el tupé?
¡A Quique Niza! Está obsesionado con que le quede perfecto, y le queda! También a Pau Gimeno, que ya conocía de Billy Elliot. Es muy difícil que un tupé quede bien. Muy difícil. Conmigo lo intentaron y dije: «No, no, no, que no me queda bien» (ríe). Pero es divertido ver cómo cada uno encuentra su estilo y cómo el vestuario ayuda a construir cada personaje.
«Hay un gran trabajo en el vestuario; la peluquería y el maquillaje son clave»
¿Pasa mucho tiempo en peluquería y maquillaje?
Se necesita tiempo, sobre todo para las chicas, que llevan pelucas. Lucía Peman, por ejemplo, al principio no lleva, pero los peinados están muy cuidados. El maquillaje es discreto, excepto el de Rizzo, que es un personaje muy fuerte y llamativo. Yo llego hora y media antes para calentar la voz y prepararme. También existe un gran trabajo en el vestuario, que es fundamental para transportarnos en los años 50 y dar vida a estos personajes icónicos. La peluquería y el maquillaje son clave para que cada actor se sienta dentro de su papel desde el primer momento.
¿Cuál es la pieza, o el accesorio, más icónica del montaje?
(ríe) La peluca de Sandy del final, o ella con esa rana. No sé, lo probaría para ver cómo me queda. Seguramente quisiera tirarme por un balcón de la vergüenza, pero para probar… También me quedaría con alguna chaqueta de cuero de algunos de los personajes masculinos, porque tienen mucho carácter y estilo. Son piezas icónicas que definen muy bien la estética de esa época y que hacen que el espectáculo sea aún más fiel al original.
¿Por qué crees que Grease es un clásico?
Se estrenó hace casi 50 años y ha pasado por muchas generaciones sin pasar de moda. ¿Quién no ha cantado «You’re the One That I Want» en un karaoke? La banda sonora es universal, el musical es muy familiar y la gente viene a verle con los suyos. Es un espectáculo que nunca va a pasar de moda. Además, tiene una historia sencilla pero llena de emociones y valores con los que todo el mundo puede identificarse. Su mensaje de diversión y autenticidad le hace atemporal. Es un musical que transmite energía y emoción, y eso es lo que hace que siga funcionando décadas después de su nacimiento.
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