La Virgueria presenta en la Sala Beckett un viaje teatral, poético y en forma de thriller, a través de «un tema que incomoda»: la industria armamentística.
«Hay países donde una granada cuesta menos dinero que una cerveza», explica Isis Martín, coautora de la obra. Son países donde «las armas se convierten, quieras o no, en la manera de resolver conflictos: «desde la seguridad de nuestro sofá ya través de la pantalla del televisor, las vemos como realidades lejanas… Pero los autores de El pes del plom se dieron cuenta de que no lo son, que la industria bélica está presente en nuestro día a día, y que los que fabrican estas armas, los responsables de que África haya convertido «en un campo de pruebas», son «más cercanos de lo que creemos»: todos los países occidentales participan, y los bancos de nuestro país sólo hay uno, la Banca Ética, que no tiene intereses en la industria de las armas, relata Martín. «Entre todos los demás no hay ninguno que no tenga alguna relación», dando créditos, por ejemplo, a empresas relacionadas.
MÁS CERCA DE LO QUE CREEMOS
Aleix Fauró e Isis Martín han investigado el tema y, aunque no han tomado ningún riesgo, informándose con documentales y fuentes públicas, como la web del Ministerio de Defensa, han encontrado una realidad «brutal»: políticas de la UE que «absolutamente todos los países se saltan», un ministro de defensa que era asesor de una de las empresas armamentísticas más importantes -Pedro Morenés-… Y la mayor parte de la información de esta realidad, recuerda Martín, «no son secretos, y aún así son barbaridades escandalosas».
Pero no nos encontramos ante una obra documental: Toni Casares, director de la Beckett, destaca la capacidad de la compañía La Virgueria para hablar de un tema «de este calibre» y hacerlo » apelando a la poesía, sin dogmas, y con la locura que les caracteriza».
UNA INVESTIGACIÓN DE ALTO CALIBRE
El pes del plom nos cuenta, a través de flashbacks y juegos narrativos de suspense, la investigación de una periodista sobre la industria bélica: la acompañamos al Eurosatory -la versión armamentística del Mobile World Congress, en París- y viajamos con ella en Ghana y Tanzania. Poco a poco, descubre cómo llegan las armas allí donde no deberían estar (pues, según políticas de la Unión Europea, no pueden venderse a países en conflicto), «se enfada», explica Fauró, y «pretende enganchar al director de un banco haciendo alguna ilegalidad».
«Durante toda la obra hay una persona apuntando con un arma, y probablemente es con la que más nos identificamos», reflexiona Fauró. Repetimos: no hacen un documental . De hecho, confiesan que es «el espectáculo más emocional» que han hecho. «Trabajamos cronológicamente la historia -explica el actor Isak Férriz, que da vida al marido de la periodista- y fue un acierto», pues la acumulación emocional que llevaban a las últimas escenas les hacía «flipar».
CAJAS , PROYECCIONES Y UNA BAÑERA
Ian Gehlhaar, encargado de la escenografía y los audiovisuales, comenta que han escogido unas cajas como elemento para crear los espacios: «cerradas, opacas, no se sabe lo que hay dentro…» y, de hecho, varía durante el viaje. También han optado por proyecciones en 3D mapping, video que juega con la arquitectura y los volúmenes, para crear espacios visuales: además de construir una escenografía en movimiento, también las utilizan como iluminación.
En el espacio también hay una bañera: la misma que La Virgueria utilizó durante su primera obra de hará 5 años, Si hoy es domingo mañana es jueves, donde ya experimentaban con este equilibrio entre información y pasión que Casares destaca: «contenido, noticiable y de calidad, pero trabajando mucho la parte emocional», explica el director de la Beckett. Una mezcla que al equipo de la productora ya los ha convencido para «cambiar de entidad bancaria». Pero no quieren vendernos ninguna moto, explica Martín: quieren «que se hable de esta realidad incómoda» y, al mismo tiempo, hacernos viajar con ellos por su historia.
Texto: Neus Riba
