Especializado cada vez más en papeles de gran presencia, marcada personalidad y largos parlamentos, Josep Maria Pou, en esta ocasión dirigido por Mario Gas, interpreta a Sócrates, figura clave de la filosofía occidental. La obra se basa en diferentes textos de Platón y Jenofonte, entre otros, que hacen referencia al juicio y muerte de este emblemático personaje histórico, su defensa y la importancia de su condena. El espectáculo tiene un tono bastante solemne y clásico que le sienta bastante bien a pesar de que, por momentos, se echa de menos un cierto riesgo, ritmo o intensidad narrativa. Pou, como es habitual en él, hace una composición interpretativa espléndida y acapara toda la atención de la propuesta que, por otro lado, juega muy en favor de su lucimiento. De esta manera, el montaje resulta interesante pero demasiado didáctico. Como texto filosófico es, en realidad, excesivamente explicativo y superficial, de forma que a los más iniciados en el pensamiento del maestro de Platón les puede parecer pobre de contenido. En cambio, es una pieza más argumentativa que dramática y, por lo tanto, se queda a medio camino si lo que quería era resultar teatralmente atractiva. En cualquier caso, el experimento, con sus carencias, se aguanta y consigue pasajes muy agradecidos donde Pou despliega todo su arsenal de monstruo del escenario y eleva la calidad del conjunto, cosa que con otro actor, quizás no pasaría.
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