No es fácil volver a un clásico de esta envergadura y hacerlo de una forma original, fresca e imaginativa pero esta propuesta con dirección de David Selvas y dramaturgia de Joan Yago lo consigue con creces.
Esta adaptación contemporánea habla más de la violencia que del amor, pero lo hace desde un festival lleno de vida, tanto que parece que la historia va a terminar bien. Los protagonistas son dos adolescentes desesperados por poder cambiar las cosas, por abandonar los discursos de odio y poder vivir, y amar, en libertad. Porque como nos recuerda Nina Simone, “Everything Must Change”.
La atrevida puesta en escena está llena de referencias a la cultura audiovisual actual; coreografías al estilo TikTok, escenas ralentizadas a cámara lenta, secuencias sensuales construidas a base de flashazos, montaje de flashbacks y un precioso espacio sonoro aliñado con algún que otro hit musical actual.
Todas las interpretaciones son excelentes pero lo que hace Guillem Balart con el personaje de Mercurio merece mención especial. En esta versión el amigo de Romeo es un personaje queer que no sólo supone el mayor alivio cómico de la obra, sino que cautiva a toda la sala con su interpretación y ayuda a aterrizar la obra en la sociedad contemporánea.
En definitiva, esta preciosa adaptación contemporánea de Romeo y Julieta, aunque se mantenga fuertemente fiel al original en su contenido, adopta formas y recursos tan actuales, frescos y atrevidos que logra volver a captar nuestra atención como si fuese la primera vez.