L’aranya pertenece a la última etapa creativa de Àngel Guimerà, después de haber escrito ya sus grandes éxitos. Lo que más llama la atención es que eligiera el tema de la maternidad y la infertilidad, que unos 25 años más tarde también sería utilizado por Lorca en la popular Yerma. Y si digo que sorprende es porque en el 1906, año en el que se escribe la pieza, costaba mucho hablar de estos temas y era delicado para las parejas el hecho de no poder tener hijos, el hecho de perderlos o incluso el hecho de asumir que no los quieres cuidar (las tres situaciones se ven reflejadas a través de diferentes personajes).
A pesar de que Jordi Prat i Coll ubica la historia en la Girona de los años sesenta, la trama no parece resentirse en exceso. La moral del franquismo todavía era una losa igual o más pesada, y la mujer seguía sometida al marido y a una sociedad que la juzgaba y vigilaba continuamente. La licencia, en este caso, ha sido la del final, donde la protagonista toma una iniciativa que en el original todavía era muy difícil que pudiera tomar. También se rebaja un poco el lenguaje machista y algunos hechos que hoy serían difíciles de digerir y de entender.
Como en otras obras de Guimerà, el dramatismo se mezcla con escenas cotidianas y algunos personajes más ligeros. Ahora bien, en este montaje se ha optado por un tono que en algunos casos cae hacia el lado de la caricatura, exagerando actitudes, gestos y situaciones que afectan, principalmente, a los personajes secundarios: la vecina Pilar y su marido Cadernera, la pareja joven formada por Josep y Maria, etc. Otras soluciones, como la monja del principio o el número musical del sueño, también parecen estar fuera de lugar, aunque marcan la época y dan cierto contexto. Pero está claro, se hace difícil saber si estas licencias u otras –uno decorado colorido, postizo y luminoso- se adecuan con el texto de Guimerà o con el mismo transcurso del drama. Según mi opinión, creo que hay textos que no lo aguantan todo o bien no lo digieren todo del mismo modo, igual que ya le pasó al director con la última versión de Els criminals.