La muerte, la vejez o, en general, el devastador efecto que el paso del tiempo tiene sobre las personas son temas tan trascendentales como delicados de tratar en una obra de teatro. El riesgo reside en la posibilidad de pasarse de gravedad (y hacerse insoportable para el público) o, al contrario, banalizar demasiado estas cuestiones perdiendo su verdadero valor dramático. La propuesta de la compañía andaluza La Zaranda es, en este sentido, ejemplar. Con un trabajo de investigación y construcción de personajes excepcional, El grito en el cielo sabe encontrar el equilibrio entre la tragedia existencial y el humor absurdo basado en la cotidianidad de las personas mayores. Cualquiera que haya estado en contacto con hombres y mujeres de la tercera edad reconocerá inmediatamente en este montaje los tics, los miedos, los altibajos emocionales y la cadencia en su forma de expresarse tan bien representados por el grupo de actores. Además, la dirección escénica de Paco de la Zaranda construye sugerentes situaciones llenas de ironía y poética visual que funcionan a la perfección según las pretensiones del espectáculo. Desgraciadamente, estos momentos son sólo hallazgos aislados respecto a un grueso narrativo basado en cierta reiteración de conceptos e ideas que, a pesar de ser buenas, pueden acabar fatigando. Esto y que, en su último tramo, se alarga innecesariamente y no acaba de encontrar el final (entre los diversos que propone) hacen que la obra no sea del todo redonda. De todos modos, su sátira de los métodos de motivación de las residencias de ancianos es brillante y, en conjunto, resulta bastante impactante y conmovedora como para permanecer en nuestro interior un tiempo después de su visionado.
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