La Calòrica es una compañía joven, a pesar de que en los tiempos que corren llevar diez años resistiendo y encadenando espectáculos interesantes (El profeta, Fairfly, Els ocells, etc.) tiene un mérito que bien había que celebrar. Y que mejor que celebrarlo echando una mirada atrás y volviendo a los orígenes, a aquel primer espectáculo que sirvió de puente entre el Institut del Teatre y el mundo profesional. La transición no fue sencilla y La Calòrica ha estado muchos años recorriendo todas las salas pequeñas de la ciudad… hasta llegar ahora al escenario del Lliure de Gràcia, un espacio que parece hecho a medida para este espectáculo que conecta irremediablemente con el espíritu de la casa. Y es que estoy seguro que a Puigserver le habría encantado.
Feísima enfermedad… quiere ser un ejercicio de estilo alrededor de los dramas monárquicos de Shakespeare, pero acercándose a la realidad de las monarquías españolas. Como no podía ser de otra manera, el drama se convierte en una especie de farsa castiza que habla de la muerte, de los chanchullos del poder y de los estamentos (y también de los valores) que han movido España durante siglos, e incluso ahora mismo. Una sátira muy bien escrita, magníficamente estructurada y con un regusto de teatro clásico, de aquel que apetece ver cuando notas que está hecho con ganas, inteligencia y una abundante mochila de recursos teatrales.
La puesta en escena de esta obra -seguramente pulida y mejorada respecto al original de hace diez años- es otro de los grandes aciertos del montaje. La idea del retablo, de la cama enorme donde pasa todo o de la paja que soporta semejante pocilga son brillantes y van muy bien acompañadas de un vestuario y de una banda sonora muy acertadas. Pero nada tendría sentido sin el trabajo interpretativo de todo el equipo, en el que sí se nota la experiencia ganada en todo este tiempo. Bien es verdad que el reparto es inmejorable, sin una sola fisura, a pesar de que llama mucho la atención la Reina Isabel de Aitor Galisteo-Rocher, uno de los mejores actores de su generación… sin ningún tipo de duda ni de titubeo.