Después de comprobar la perfección con la que encajan los versos de Lorca y su universo con el refinado estilo de dirección de Oriol Broggi, resulta difícil pensar que es la primera vez que estas dos personalidades se unen encima de un escenario. Afortunadamente, esto ha pasado, finalmente, para regalarnos un montaje precioso, hecho con buen gusto y que sabe trasladar a imágenes una poética llena de metáforas. En este Bodas de sangre, como en gran parte del teatro del dramaturgo andaluz, destacan las mujeres. Así pues, el trabajo de Clara Segura pero, sobre todo, el de Nora Navas, encarnando diferentes personajes, acaparan gran parte de la atención con su verdad, su fuerza y la contundencia de su talento. Un buen uso de la música en directo de Joan Garriga y la meticulosidad con la que está ideado el espacio escénico acaban de redondear, en términos generales, esta propuesta que, sin embargo, deslumbra más que emociona. El hecho de ser representada en un espacio tan grande consigue impresionar al espectador pero, por otro lado, resulta difícil ver las caras de los actores y percibir emocionalmente sus interpretaciones. Aparte de esto, la impresión de ver un caballo interactuar con la historia en directo es fascinante, a pesar de que, a medida que avanza el espectáculo, se pierde el impacto inicial y ciertas intervenciones del animal se vuelven más banales. En cualquier caso, estamos ante un montaje magnífico, estéticamente cuidado al por menor, que utiliza la iluminación con gran elegancia y que, probablemente, se encuentra entre las obras más destacables de la temporada.
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