Olympia

La Sala Olympia de París en los años sesenta del siglo pasado representó la lucha de todas las fuerzas progresistas y de izquierdas para finalizar la dictadura, una dictadura que iba haciendo aguas por todas partes pero no pudo derribarse. Al Olympia iban los cantautores catalanes y españoles a cantar con el público por la libertad. Paco Ibáñez estuvo el 2 de diciembre de 1969 y en esta obra, Carlota Subirós hace un repaso personal de aquel disco y su relación con el teatro de una manera elegante y estéticamente perfecta.
Como si la directora nos hablara en primera persona de sus recuerdos, las seis actrices son su alter ego y van pasando de Paco Ibáñez a la inauguración, siete años más tarde pero el mismo 2 de diciembre, del Teatre Lliure de Barcelona, centro fundado cooperativamente en 1976 por un colectivo de artistas. El Lliure hizo una apuesta por el teatro de texto en catalán y también hizo respirar aires de libertad después de tantos años de opresión.
Con Palabras para Julia de José Agustín Goytisolo, comienza a rodar el vinilo colocado en un tocadiscos en medio del escenario vacío.
Max Gaenzel nos regala una escenografía elegante y sobria para dar a las actrices más fuerza interpretativa. Ellas caminan por el escenario vacío recitando los textos nostálgicos, reflexivos y descriptivos de toda una época, así como todo lo que representa el teatro de comunidad, de colectivo unido por un mismo anhelo. Carlota Subirós las hace hablar en primera persona sobre las vivencias de un momento, de una música que no estaba sola en la lucha. Ellas cantan también las canciones de Paco Ibáñez o recitan la poesía de Gabriel Celaya, Rafael Alberti, León Felipe, Blas de Otero, Miguel Hernández o expresan opiniones sobre las bondades del teatro o recuerdan escenas de distintas obras interpretadas entonces (brillante escena de Lurdes Barba). De repente, Las Variaciones Goldberg, interpretadas por Neus Pàmies (precioso cambio brusco de época) acompañan a todos estos poetas posteriores.
Las otras: Paula Jornet, Vicenta Ndongo, Alba Pujol, Kathy Sey y todas juntas, recitan, cantan, entran y salen del escenario por puertas que se abren con una iluminación perfecta o por trampillas que se abren en el suelo o sobre una pared lateral del escenario. Todo es ligero, el andar, el movimiento o las entradas y salidas a través de los escasos elementos escenográficos. Obra nostálgica para algunos de nosotros, de descubrimiento para otros y de disfrute por la belleza del texto y la interpretación para todo el público.