Tras el éxito internacional de Paisajes para no colorear, la compañía chilena La Re-Sentida, dirigida por Marco Layera, presenta un espectáculo de danza al festival Dansa metropolitana 2023. Inspirado por el estallido social, la revuelta social que recorrió las calles de Santiago de Chile el 18 de octubre de 2019 y llenó Plaza Dignidad, la compañía emprende una reflexión coreográfica sobre la naturaleza de la violencia que, en Chile, ha encerrado a la policía y a los ciudadanos en una dialéctica permanente.

Sinopsis

Ante el cuadro gigante de un fantasma que no para de llorar se despliega un espacio opresor y liminar donde seres desprendidos de toda civilidad son instruidos para ejercer y recibir violencia, danzar bellas coreografías y alabar imágenes viriles. Cuerpos adoctrinados para inspirar miedo y hacer reinar el terror cuya simple presencia configura el espectáculo del poder.

Una pieza que indaga de forma abstracta en las formas de violencia que habitan y desbordan los cuerpos policiales de nuestras sociedades democráticas, y que evocan la desacralización del cuerpo humano como la única forma de adoctrinamiento, de castigo y de control.

La prensa ha dicho...

“En Oasis de la impunidad, la fiesta es la buena vida de todos los seguidores de las clases media y alta, que hacen posible que los de arriba ejerzan el poder. […] El “oasis” significa, por supuesto, Chile, que en realidad nunca ha llegado a un acuerdo con su pasada dictadura. Sigue vigente la constitución de la dictadura de Pinochet, por lo que Chile es uno de los países con mayor desigualdad social del mundo: se han privatizado la electricidad, el agua, la educación, la salud y los sistemas de pensiones. En una ocasión nos habla el “espíritu de la sociedad”, un espectro colgado en óleo sobre la pared (la voz, como siempre, sale distorsionada de la cinta) y que hace cumplir la ley y el orden para asegurar la posesión. Más tarde, el actor de la Schaubühne, David Ruland, se para en calzoncillos y botas de combate y defiende su compromiso como policía o soldado por la democracia: “Nosotros también somos víctimas”. Esto suena amargo en el contexto de las protestas masivas chilenas contra la desigualdad social en 2019, durante las cuales el entonces presidente Sebastián Piñeda mandó a disparar contra la gente. Muchos perdieron un ojo, algunos sus vidas.” Nachtkritik.de – George Kash

“Si bien su último espectáculo, Paisajes para no colorear, todavía ofrecía mucho texto y culminaba en un manifiesto feminista, esta vez el grupo se basa casi exclusivamente en el teatro de imágenes: escenas drásticas, muy explícitas físicamente, que confrontan implacablemente al público con la brutalidad, con la policía y el ejército que sofocaron las protestas de 2019. […] Sin embargo, la velada no es solo teatro drástico a maza, sino que también juega con motivos de la cultura zombie y del terror, así como de la historia del pop y del cine, que combina con la realidad política latinoamericana. Ciertamente, algunas cosas solo pueden ser descifradas completamente por el público chileno.” DasKulturblog.de – Konrad Koegler

Duración:
Idioma:
Castellano
Edad:
A partir de 16 años
Sinopsis

Ante el cuadro gigante de un fantasma que no para de llorar se despliega un espacio opresor y liminar donde seres desprendidos de toda civilidad son instruidos para ejercer y recibir violencia, danzar bellas coreografías y alabar imágenes viriles. Cuerpos adoctrinados para inspirar miedo y hacer reinar el terror cuya simple presencia configura el espectáculo del poder.

Una pieza que indaga de forma abstracta en las formas de violencia que habitan y desbordan los cuerpos policiales de nuestras sociedades democráticas, y que evocan la desacralización del cuerpo humano como la única forma de adoctrinamiento, de castigo y de control.

La prensa ha dicho...

“En Oasis de la impunidad, la fiesta es la buena vida de todos los seguidores de las clases media y alta, que hacen posible que los de arriba ejerzan el poder. […] El “oasis” significa, por supuesto, Chile, que en realidad nunca ha llegado a un acuerdo con su pasada dictadura. Sigue vigente la constitución de la dictadura de Pinochet, por lo que Chile es uno de los países con mayor desigualdad social del mundo: se han privatizado la electricidad, el agua, la educación, la salud y los sistemas de pensiones. En una ocasión nos habla el “espíritu de la sociedad”, un espectro colgado en óleo sobre la pared (la voz, como siempre, sale distorsionada de la cinta) y que hace cumplir la ley y el orden para asegurar la posesión. Más tarde, el actor de la Schaubühne, David Ruland, se para en calzoncillos y botas de combate y defiende su compromiso como policía o soldado por la democracia: “Nosotros también somos víctimas”. Esto suena amargo en el contexto de las protestas masivas chilenas contra la desigualdad social en 2019, durante las cuales el entonces presidente Sebastián Piñeda mandó a disparar contra la gente. Muchos perdieron un ojo, algunos sus vidas.” Nachtkritik.de – George Kash

“Si bien su último espectáculo, Paisajes para no colorear, todavía ofrecía mucho texto y culminaba en un manifiesto feminista, esta vez el grupo se basa casi exclusivamente en el teatro de imágenes: escenas drásticas, muy explícitas físicamente, que confrontan implacablemente al público con la brutalidad, con la policía y el ejército que sofocaron las protestas de 2019. […] Sin embargo, la velada no es solo teatro drástico a maza, sino que también juega con motivos de la cultura zombie y del terror, así como de la historia del pop y del cine, que combina con la realidad política latinoamericana. Ciertamente, algunas cosas solo pueden ser descifradas completamente por el público chileno.” DasKulturblog.de – Konrad Koegler

Fotos y vídeos
Opiniones del espectáculo 2
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Espectadores/as
  • Carles Armengol Gili
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    Teatre Barcelona
  • JOSE GABRIEL DEL VIEJO
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