Excítame. El crimen de Leopold y Loebu

El circuit alternatiu novaiorquès de l'Off-Broadway ha produit diversos èxits que han estat estrenats a casa nostra amb un llarg recorregut, com és el cas del T'estimo, ets perfecte... ja et canviaré. En aquesta ocasió, una dècada després de la seva estrena, ens arriba per primer cop la versió espanyola de Thrill me, un musical de petit format amb tocs de thriller que al nostre país s'ha donat a conèixer amb el títol d'Excítame. Òbviament, aquest no és el primer cop que es barregen els dos gèneres, ja que tenim altres exemples que ho han fet com Killer, que es va estrenar fa pocs anys a la ciutat comtal, però en aquesta nova proposta la fusió resulta ser més igualada en relació a d'altres que premien la part de musical, podent-se dir que aquesta funciona a la perfecció. No obstant, l'ambientació fosca i el ritme lent poden fer que al principi costi d'entrar en l'espectacle, trobant-nos amb l'afegit d'haver un escenari massa gran per a una obra que pretén ser intimista. Tot i això, es fa un gran treball de llums i d'ambientació, els quals aconsegueixen crear el clima fosc necessari amb l'ajuda de la història i de les diferents cançons. A més, l'obra compta amb un llibret musical excel·lent i unes magnífiques cançons que esdevenen un fil narratiu potent, resultant ser una proposta d'allò més interessant, plena de misteri i seducció i amb una gran dissecció de la maldat i la manipulació.

Llegará un momento en que toda historia tenga su versión musical. Esto, en sí, no tiene nada de malo. De hecho, hay que aplaudir la valentía de los músicos y dramaturgos (sobre todo, del Off-Broadway) a la hora de ampliar las fronteras del género y buscar nuevos caminos. Excítame sigue la línea otras propuestas de temática deliberadamente oscura como Sweeney Todd, Bat Boy: The Musical o, incluso, piezas autóctonas como La vampira del Raval. Basada en un hecho real que inspiró la obra de teatro que, posteriormente, llevó a la gran pantalla Alfred Hitchcock como La soga (1948), la propuesta está llena de detalles escabrosos, diálogos enfermizos adornados con textos de Nietzsche y un suculento trasfondo de morbosidad. Sin embargo, tanto la dramaturgia y las canciones como la puesta en escena son cualquier cosa menos atrevidas o rompedoras. De estructura clásica narrada con flashbacks, la trama se centra en la historia de amor de los dos protagonistas que, una vez planteada, resulta algo previsible i plana. Musicalmente, se ha optado por una vertiente romántica y melancólica muy agradable de escuchar pero monótona en su desarrollo narrativo. Así pues, el espectáculo es interesante y sus actores hacen un trabajo correcto pero su prudencia respecto al tema que trata provoca un sensación de superficialidad innecesario. Consigue ser elegante, de acuerdo, pero estamos hablando de un montaje que podría haber sido fascinante y decide quedarse a medias.

No es habitual encontrar musicales sobre temas tan sórdidos, pero no se trata de un caso aislado (Assassins, Sweenney Todd, American Psicho, Killer, etc) ni tampoco de un hecho que nos sea del todo desconocido. El caso de Leopold y Loeb ya fue adaptado muy libremente por Alfred Hitchcock en La soga, y ahora hace unos doce años que el compositor Stephen Dolginoff estrenó en el Off Broadway su versión musical. El montaje ha tenido múltiples adaptaciones en todo el mundo, y esta que ahora nos ocupa viene de la mano de una compañía madrileña que ya ha triunfado en el Nuevo Teatro Alcalá.

La versión que ha surgido funciona, pero se pierde un poco en un escenario grande. Parece una propuesta más adecuada para un espacio más cercano y más pequeño, donde creemos que habría resultado mucho más inquietante. Los actores Alejandro de los Santos y David Tortosa cumplen con lo que se les pide, e incluso extraen momentos muy interesantes de unos personajes psicológicamente muy complicados. En cuanto a la dirección, creo que peca de conservadora y excesivamente lineal. Es una dirección en la que destaca la parte musical, pero donde los referentes a otros montajes pesan en exceso y donde los cambios de escena resultan forzados y poco creíbles en medio del curioso andamio que hace de escenografía. En definitiva, un espectáculo que promete más de lo que da, pero que cuenta con canciones bien construidas y un final que nos devuelve el interés.