Nathan Freudenthal Leopold y Richard Albert Loeb han pasado a la historia como Leopold y Loeb, los dos estudiantes de la Universidad de Chicago que secuestraron y asesinaron Robert «Bobby» Franks, de 14 años, en 1924. El móvil no tenía nada que ver con motivos económicos o sentimentales: querían demostrar una inteligencia superior a la del resto, querían conseguir un «crimen perfecto».
En 2006 esta historia subía a los escenarios del Off Broadway con libreto y música del dramaturgo norteamericano Stephen Dolginoff e iniciaba su viaje imparable para países como Alemania, Gran Bretaña, Canadá, Japón o Australia con nuevas producciones. Ahora, después hacer temporada en Madrid, llega a Barcelona la primera adaptación al castellano de este trhiller me, realizada por Pedro Víllora y el actor Alejandro de los Santos (El Rey Leon, Mamma mia!, Fama), que interpreta el papel de Nathan Leopold. Le acompañan David Tortosa como Richard Loeb y el pianista Aitor Arozamena, a su vez director musical del montaje.
UNA RELACIÓN OBSESIVA
Cuando Leopold y Loeb cometieron el asesinato tenían sólo 18 y 19 años, pero antes ya habían iniciado una espiral de delitos que había comenzado con pequeños robos y había ido tomando fuerza con incendios provocados. Pero ninguno de sus delitos tenía cobertura mediática y decidieron planear «el crimen perfecto».
Ambos provenían de familias muy adineradas, tenían una brillante carrera académica y estaban obsesionados con el concepto de «superhombres» de Friedrich Nietzsche. Leopold escribía: «un superhombre está, debido a ciertas cualidades inherentes a él, exento de las leyes ordinarias que gobiernan los hombres. No es responsable de nada de lo que haga «. Una creencia de superioridad que se unió a una relación obsesiva y dependencia entre ambos jóvenes hasta el punto de que «Leopold se comprometía a seguir Loeb en sus crímenes a cambio de que el otro haga lo mismo con sus vicios sexuales», según explica el director de la obra, José Luis Sixto.
Leopold y Loeb consiguieron evitar la pena de muerte, pero no la cadena perpetua. Su caso no sólo tuvo una enorme repercusión mediática en los años 20, sino que se ha convertido en uno de los casos más estudiados por la criminología internacional. Además, su historia se ha trasladado en numerosos libros y películas.
