Quizás los videoclips que contemplamos con avidez no son tan inocentes como parecen. ¿Y si fueran misioneros de nuestro tiempo encargados de sembrar en nuestras mentes el machismo, el culto a la riqueza y la desigualdad?
El missioner de La Virgueria es un texto cargado de humor negro; una música que es protagonista del espectáculo y que incluye tanto una banda sonora original como canciones especialmente conocidas; el lenguaje corporal, y una serie de videoproyecciones que marcan la estética del montaje. Todos estos lenguajes, empleados de manera conjunta, construyen en escena una realidad paralela que nos mostrará, con ironía, qué relación tienen los videoclips y el resto de productos audiovisuales que consumimos con nuestra forma de ver el mundo.
Sinopsis
Nuevos lenguajes cinematográficos, estéticas alternativas, formas de explicar el mundo mediante visiones artísticas: efectivamente, un videoclip puede ser todas esas cosas, pero, especialmente cuando se trata de videoclips dirigidos al consumo del público en general, cuanto más amplio mejor, hay que mirarlos con atención y visión crítica, pues a menudo son medios rápidos y masivos para exportar a todo el planeta unos valores determinados que van desde la manera de relacionarnos entre nosotros hasta el derecho a la posesión, pasando por la forma en qué debemos vivir la sexualidad y las estructuras familiares que son o no aceptables. ¿Es posible que los videoclips sean, como lo eran los antiguos misioneros cristianos, colonizadores culturales dispuestos a generar estereotipos de género, de clase y de raza? Pensad en ello la próxima vez que veáis el videoclip de un artista desconocido de un país lejano que ha acabado convertido en una celebridad mundial coronada por YouTube u otra plataforma similar.