Camargate 1.1

Camargate se enmarca en la línea del teatro documental, pero lo hace en una variante más nuestra, más peninsular, es decir, desde el esperpento. Y es que la famosa conversación entre la líder de un partido político y la examante del «hereu» de otro da risa hasta que recordamos que la cosa pasó de verdad y que la frivolidad, superficialidad y escaso nivel de las dos interlocutoras no está exagerado ni responde a ningún truco narrativo. Es lo que es y lo que se ve escena es lo que pasó.

Camargate pone inevitablemente de mala leche, pero también permite, mediante la carcajada, exorcizar el mal cuerpo que queda cuando te paras en pensar en quién nos gobierna. Francamente recomendable.

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Probablemente, debido a la inverosimilitud de la realidad diaria a la que nos encontramos sometidos, con flagrantes casos de corrupción, escándalos judiciales o cuestionables estrategias políticas, parece que acaba de nacer un nuevo género escénico al cual se ha bautizado como “teatro documental”. Esta tendencia incipiente nace de la necesidad de denunciar y dar la importancia adecuada a sucesos intolerables que, a pesar de su impacto mediático, han acabado perdiéndose en la vorágine de nuevas noticias de actualidad. Así, de manera análoga a experimentos como la obra Ruz-Bárcenas de Jordi Casanovas, Camargate dramatiza una conversación real, en este caso, mantenida por la líder del PPC Alícia Sánchez Camacho y Victoria Álvarez (ex-amante de Jordi Pujol hijo) grabada por Método 3. Con dramaturgia y dirección de Jorge-Yaman Serrano, el espectáculo es un interesante ejercicio que diluye los límites entre la parodia y los hechos, y que demuestra hasta qué punto la clase política (y su entorno) ha acabado para convertirse en su propia caricatura. Las dos actrices protagonistas, Cristina Gàmiz y Anna Sabaté, explotan al máximo la vis cómica de sus roles de manera efectiva, a pesar de que, por momentos, se echa de menos más naturalidad, puesto que los diálogos, por su sobrecogedora autenticidad, son ridículos por ellos mismos, sin necesidad de hacer burla ninguna. Lo más sorprendente es comprobar, de hecho, la esperpéntica actitud de ciertas figuras públicas, cuyo patetismo moral puede dar lugar a una auténtica comedia sin necesidad de cambiar ni una coma de aquello que han dicho. Triste y, a la vez, muy revelador.

La recreació de la conversa que Alicia Sanchez Camacho i Victoria Álvarez van tenir al restaurant de la Camarga i enregistrada per Método 3.

Es construeix la base d’aquesta conversa, deixant una espectacle on podem veure com és el sistema polític i social amb que estem actualment.

Tot i que es pot pensar que no hi ha cap treball de dramatúrgia, no és així. És veu un treball d’estudi de recerca, de sintetització de la conversa, per fer-ho accessible a tothom. Sense deixar tocs còmics, per poder entrar en tota aquesta escombraria política que tenim davant. Tot i que...

 

A ojos de los espectadores, podría parecer una broma, o un diálogo manipulado para hacer reír al público, pero bien os aseguro que no se trata ningún comedia y que no se ha añadido NADA más de lo que se dijo en aquel triste encuentro entre dos buitres disfrazados de personas respetables, una de ellas que se autorefiere constantemente como «Presidenta».

La acción de lo que vemos tiene un carácter casi esperpéntico y cómico, pero la realidad es que nos muestra crudamente cómo funciona la corrupción, la política en este país y sus pasillos. Leer más.

¿Qué harías si tuvieras información de interés público a las manos? ¿Hay límites innegociables a la privacidad? ¿Qué motivo real se esconde detrás de la revelación de secretos ajenos? ¿Todo vale para triunfar en el ámbito profesional?

Estas y otras preguntas rodean Camargate, la recreación de la conocida conversación mantenida entre la líder del PPC Alicia Sánchez-Camacho y Victoria Álvarez, ex-amante de Jordi Pujol Ferrusola, el 7 de julio de 2010 en el restaurante La Camarga de Barcelona. En un escenario minimalista -una mesa puesta y dos sillas-; por el cual circulan tres personajes -las dos protagonistas de la conversación y un tercero en discordia, que tanto hace de camarero como de hijo de político-; el guión de la obra resulta poco sorprendente e, incluso, un poco flojo. Quizás porque hay una sentencia judicial que impide reproducir la conversación o por la voluntad de no arriesgar, la obra acaba sin aportar ninguna novedad respecto al contenido difundido en los medios de comunicación. Lo que queda claro es que la conversación de sobremesa de dos mujeres relacionadas con la clase política catalana no difiere demasiado de la que cualquiera de nosotros podría tener. Sexo, dinero, engaños y secretos riegan el arroz de bogavante servido en la mesa.

…Que se encontraron para comer en el restaurante La Camarga y por eso la obra se llama Camargate, en referencia al Watergate. Si la intención del autor era hacer una crítica mordaz, creo que no lo ha conseguido; le ha salido más bien floja, con toques divertidos, pero cuidándose mucho de no traspasar ciertas líneas. Me ha dado la impresión de que todo el tiempo se la cogía con papel de fumar. Los personajes demasiado estereotipados (la Alicia de MILF y la Victoria de tía buena con el arroz pasado). No me ha convencido; la he encontrado oportunista. Leer más.