Ya has ido a La Vilella? La antigua fábrica de Poble Sec, convertida en espacio espacio escénico hace un año, acoge la primera obra de la compañía Espai en construcció, Et vindré a tapar.
Et vindré a tapar es un viaje, el viaje de una mujer, María, que en 1940, después de un año de no saber nada de su marido, decide marcharse y hacer lo necesario para encontrarlo. Está convencida de que lo encontrará, que su marido no ha muerto en la guerra. Sus amigas, Lluïsa y Nuri, le acompañarán, pero el viaje inevitablemente se convertirá en un camino para encontrarse de cara con la realidad, la dura realidad que aún no ha querido aceptar. Hablamos con algunos de los miembros de la compañía Espai en construcció: su director, Roger Ribó, las actrices Montse Bernad y Maite Bassa, y la productora Elisenda Ribó. Nos encontramos en la plaza de Sant Felip Neri, donde las marcas de los bombardeos franquistas de la pared de la iglesia impiden que todos los muertos y el sufrimiento que vivió la ciudad borren y caigan en el olvido.
UNA HISTORIA AÚN NECESARIA
En 2004 la tía de Roger y Elisenda encontró una lista de desaparecidos durante la Guerra Civil en Manresa que se había publicado en internet. En esta lista estaba su tío–abuelo. Años antes su abuelo la había estado buscando, pero no lo encontró. «Porque en 2004 y no en 1979 o en 1980, cuando ya había democracia?», se indigna Roger. «Hace unos meses leí que un hombre de Valencia llevaba 5 años intentando hacer una prueba de ADN para ver si un familiar suyo está enterrado en Tarragona, y se le estaba denegando!», sigue. «Esto demuestra que nuestra generación todavía sufre el impacto de los silencios y de todo lo que se enterró durante la guerra. A veces nos dicen ‘otra vez el mismo tema‘. Sí, es el mismo tema, porque no se ha cerrado nunca. Se debería desenterrar de una vez pero, en cambio, se silencia continuamente, y no, no lo entendemos «.
A partir de esta y otras historias (poco a poco fueron descubriendo que todos los miembros de la compañía tenían relación con los desaparecidos de la guerra), actrices y director iniciaron el proceso de creación del espectáculo. «Hacíamos improvisaciones, Roger se marchaba casa, lo escribía, y lo volvíamos a probar. Son pequeñas piezas que hemos ido enganchando «, explica Maite. «La improvisación te da momentos muy mágicos, muy vivos y frescos«, añade Roger, que explica que han optado por escenas cortas «para mostrar, más que enseñar». Esto ha permitido a las actrices ir creando y acercándose a los personajes, entenderlos de otro modo.
Para Montse, al principio la María «era la heroína que espera el marido, pero con el trabajo con el Roger conseguimos huir de aquí, porque no lo queríamos. Queríamos que María fuera un motor y que fuera ella principalmente quien llevara a los espectadores de viaje «. Con Nuri el trabajo fue encontrarle la parte entrañable, que no fuera el bufón de la historia y que además, tuviera una evolución durante la obra, que fuese madurando«, explica Maite. «Nuri es la más inocente de las tres porque para ella, una vez que la guerra ha terminado, se ha cerrado un periodo. Su marido ha vuelto y puede hacer vida normal. En cambio, María no sabe dónde está, está desaparecido, y Lluïsa se ha quedado viuda «. Roger lo entiende así, «Lluïsa y Nuri son dos partes de la María que la acompañan, forman parte de su personaje. Una es la parte más inocente y la otra la más realista. Son tres, pero son una».
RISAS… PARA TERMINAR LLORANDO
Para hablar de un tema ya conocido y explotado como las desapariciones de la guerra utilizan un lenguaje delicado y sencillo que llega directo al espectador. Escenas cortas, dinámicas, que enseñan más que dicen y que tan te hacen reír como se convierten en un puñetazo directo a la barriga. «Queremos que el espectador entre en la obra por el estómago y no piense hasta que salga«, me explican. «Queremos que sienta, que se emocione, y por eso también es necesario que se ría. Si el público no empatiza con los personajes, luego le será muy difícil llorar con ellos, porque no le importarán. Empatizamos con los personajes que nos queremos, y normalmente es a través de la risa que acabas estimando las personas «, dice Roger. «Esto lo trabajamos mucho con María. Intentamos que no cayera en el papel de heroína pasiva, de víctima que al final cae mal. Queríamos que tuviera momentos de empatía con el público para que realmente pudieran entender por todo lo que está pasando «, añade Montse.
Podríamos decir, sin embargo, que no sólo hay momentos cómicos, sino que también hay momentos surrealistas. Un surrealismo que aporta la parte más crítica, distensión, y que incluso consigue un punto delirante sin quitar dramatismo a la historia. «La pregunta que nos hacíamos al comenzar esta obra era: podemos estar en un espacio dramático, pero también ponerle espacio cómico e incluso abrir el espacio trágico?», Explica el director. «El espacio trágico es el espacio más vertical y puede hacer que una historia sencilla, de golpe, sea una obra colectiva. Para mí era un reto abrir este espacio trágico a través de algo grotesca, que tuviera un punto de humor negro, pero que esto se uniera con el mundo dramático de la protagonista. Y, de hecho, eso fue lo que más nos costó. Teníamos un espacio grotesco muy divertido pero teníamos que encontrar cómo empastar allí la protagonista. Durante el proceso de ensayo cada día mirábamos qué tenía que hacer la María en estos momentos, hasta que encontramos la solución física, este tipo de tortura por el que pasa el personaje «.
SONIDO DE RADIONOVELA
«Queremos hacer un teatro que vuelva a los orígenes. Sabemos que todo está inventado y nuestra idea es sencilla: cuestionarnos y contar historias de manera muy teatral. Hay un determinado teatro que quiere competir con el cine, pero el cine siempre ganará. Creemos que el teatro debe crear mundos donde la imaginación sea la protagonista. No darlo todo hecho, sino que el espectador termine completando la imagen. Ir atrás, ir al teatro donde con cuatro cosas se hace todo un mundo «, dice convencido Roger. De hecho, mientras estudiaba en Londres, ha podido ver cómo el teatro europeo está apostando por este tipo de teatro «que se adapta a los tiempos que corren, donde se está volviendo a lo orgánico, el consumo responsable, a todo aquello de antes».
Una manera de potenciar la imaginación y la experiencia sensorial del espectador lo han encontrado con los efectos sonoros, que la violinista Rosa Farré encarga de hacer en directo con diferentes objetos. «Los efectos ayudan a que la gente entre en estas imágenes que queremos conseguir. Creemos que es una manera de crear tridimiensionalitat y dar los ambientes, ayudar a las actrices a crear este espacio, el viaje. Ya sabemos que con los ordenadores se puede hacer todo, pero nos interesa hacerlo de manera artesana «.
«Queremos hacer vivir al espectador«, explican, «queremos que la gente sienta la historia desde las entrañas, queremos que el espectador entre en la obra por el estómago y no piense hasta que salga«. «Y creo que lo conseguimos«, dice Montse, porque «ves como lloran y como sufren los personajes, te explican que han hecho el viaje con nosotros, te describen espacios -los ríos, las montañas- y son exactamente como los tenías en la cabeza «. Además, añaden, «ha venido gente de edad muy diversa, desde una niña de 13 años hasta personas mayores, de 90 años, ya todos les ha llegado«. De hecho, «es precisamente el público quien nos está dando un empujón«, aseguran, «somos una compañía nueva, en un espacio nuevo y actrices desconocidas, así que si cada día se va llenando la sala es gracias al boca oreja«.
Texto y fotos de la entrevista: Mercè Rubià
Fotos del espectáculo: justinpbrown.com