Víctor Parrado: "Me gusta hacer humor de las cosas cotidianas, ser positivo y dar esperanza".

Andreu Rami

Víctor Parrado es un monologuista atípico. Nacido en el barrio del Congrés de Barcelona, la comedia era su vocación natural pero se empezó a dedicar tarde, después de una lesión que lo confinó durante semanas a una sala de rehabilitación dónde, para pasar el rato, entretenía a sus compañeros explicándolos chistes e historias. No entiende el humor como una herramienta evasiva, con el objetivo único de provocar risas, sino que también impregna al público de su visión positiva y optimista de la vida.

¿Qué te diferencia otros monologuistas?

Soy muy atípico trabajando. No hago comedias de stand up tradicionales, a mí me gusta hacer un show completo. Explico historias divertidas, pero también canto y bailo… Aunque lo haga mal, yo me lo paso bien y a la gente le provoca risa.

¿Cómo llega un cómic desconocido a llenar lo que fue uno de los templos del humor de Barcelona, el Capitol?

Me descubrieron Empar López y la Tamar Aguilar, del Teatro del Raval, cuando actuaba en la Sala Pirata del Clot. Confiaron en mi manera de entender el humor y me hicieron un lugar en la programación de su teatro. Y de allá he ido saltando de salas pequeñas a salas cada vez más grandes. Es genial, pero también me preocupa: me gusta cuidar a mis espectadores y siempre los salgo a conocer, a saludarlos y hacerme fotos al salir de la obra. De hecho, lo que me preocupa qué pasará si algún día voy a salas muy grandes y no los puedo atender cómo he hecho siempre.

¿El ascenso ha sido difícil?

He hecho el mismo espectáculo llenando toda la sala y, unos meses más tarde, no. Esto me llevó a pensar mucho sobre qué es el éxito. Está claro que el valor personal no es el de mercado, pero hace falta mucha gestión emocional para no volverse loco. La época que no llenaba la sala fue una cura de humildad: yo lo hacía todo igual, pero la gente no vendía. Aquí aprendes que hay elementos que no dependen de ti, y no te tienen que afectar. Los cómicos corremos una carrera de fondo.

Los últimos meses ha habido un debate intenso y extenso sobre los límites del humor. ¿Crees que tienen que existir líneas rojas sobre las cuales hacer broma?

Creo en la libertad de expresión y la necesidad del humor inteligente, el que ataca a los grandes males, las instituciones y no a los pequeños. Creo en el humor que sirve para unirnos como sociedad, y no como herramienta para separarnos. Ahora parece que cualquier cosa que digas pueda ofender a alguien, aunque hables desde la ironía. Todo es tan inmediato que no da tiempo para reposar.

Evitas hacer chistes de algunos temas?

Me da pereza hacer chistes ofensivos, sobre defectos físicos o política. Me gusta hacer humor de las cosas cotidianas, ser positivo y ofrecer esperanza. Observando a la gente alucinas: entre los postureos y como nos está comiendo la tecnología tenemos tema para rato. No doy abasto.

Saltaste del mundo gris de la empresa a la comedia. ¿No tienen sentido del humor las grandes corporaciones?

Es curioso porque ahora me dedico a hacer charlas motivacionales a empresas. Lo hago desde el humor, que es la manera como la gente conecta mejor con un discurso, porque nadie quiere que le digan como tiene que vivir… pero si te hacen reír, escuchas más.

Allá donde voy veo que a menudo sufrimos el gran mal de la queja, solo señalamos los problemas y lo hacemos en negativo. Hay empresas donde se instala una cultura del miedo, pero para formar bonos líderes hay que buscar el mejor de cada cual, y esto se tiene que hacer trabajando en positivo. Los trabajadores de base son más autocríticos, y reconocen los defectos, y ríen. A los que mandan los cuesta más.

¿Sabemos reírnos de nosotros mismos?
A menudo nos cuesta demasiado. No trabajamos la autocrítica para podernos reír de todo.

¿Con qué humoristas te meas de risa?

He actuado en la Sala Rubianes del Club Capitol, y para mí es una locura: considero a Pepe el Dios de la comedia. También admiro mucho la técnica de Goyo Jiménez, creo que tiene un ritmo inigualable y una capacidad de actuar todos los personajes de su monólogo muy divertida. Dani Rovira también me encanta, pero a quien más admiro es a un compañero que no es conocido:  Gabby Garceso. A él le da igual tener de público a 6 personas que a 200, porque tiene claro que hacer comedia es hacer feliz a la gente y que para conseguirlo hay que actuar desde el coro. Siempre recuerdo su filosofía y creo que me ayuda a tener la cabeza muy amueblada y olvidarme del ego.

¿Qué ambición profesional tienes al jefe?
Una de las premisas que sigo es vivir el presente, por lo tanto hago pocos planes de futuro. Hasta que no tengo una idea muy clara de un espectáculo, no trabajo en el siguiente. Eso sí… me gustaría presentar una gala de los Goya. Pero sobre todo no quiero sufrir con nada del que haga. Quiero jugar. Todo puede acabar mañana, así que mejor no nos preocupamos por tonterías.

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Andreu Rami
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