Después de catorce años Vicky Peña y Mario Gas vuelven a estar juntos sobre el escenario. Presentan El largo viaje del día hacia la noche del dramaturgo norteamericano Eugene O’Neill en el Teatro Romea, un drama familiar dirigido por Juan José Alonso.
Lo que tenía que comenzó como un día tranquilo de agosto en casa del célebre actor James Tyrone poco a poco se va convirtiendo en un combate descarnado entre todos los miembros de la familia: el padre (Mario Gas), la madre (Vicky Peña) y los dos hijos (Alberto Iglesias y Juan Diaz). La criada (María Miguel) será el testigo y contrapunto de unos personajes con perfiles complejos y muy densos. Un conflicto humano situado en 1912 pero que logra trascender en el tiempo, explica el director Juan José Alonso, convencido de que «esta historia podría pasar hoy a cualquier familia».
O’Neill es uno de los patriarcas del teatro universal, dice Gas, uno de los fundadores del teatro moderno norteamericano. Es a partir de su obra que nace el mini género del drama familiar y aparecen textos como Agosto, ¿Quién teme a Virginia Woolf? o Buried Child. Está de acuerdo Peña, para quien «fue el primer dramaturgo que puso la familia en un entorno denso y focalizó un tema que después cogerían obras como las de Tennesse Williams».
De familia de actores, O’Neill nació y murió en un hotel y vivió obsesionado por la tragedia griega, la obra de autores como el atormentado Strindberg o las teorías freudianas, pero también fue «un hombre atacado por tragedias personales». Tardó 20 años en escribir El largo viaje del día hacia la noche y no quería que se representara en el teatro hasta que pasaran 25 años de su publicación porque parte de un hecho real y aparecen demasiadas personas de su entorno. Quería evitarles el dolor de verse en el escenario, pero su mujer no consideró que fuera necesaria tanta precaución y no respetó su voluntad. Pronto se estrenó con éxito en diferentes teatros y el 1957 el premiaron con su cuarto Premio Pulitzer.
La versión de Borja Ortiz de Gondra que llega al Romea reduce la obra de cuatro a algo más de dos horas «para evitar reiteraciones», pero «es fiel al espíritu del autor y su mirada piadosa, comprensiva y salvadora de cada uno de los personajes «, dice el director citando O’Neill. Uno de los alicientes indiscutibles, sin embargo, es la actuación de Vicky Peña y Mario Gas. Él, que la considera «una de las actrices fuera de serie del país», destacó la tranquilidad que supone estar con ella en el escenario porque facilita mucho las cosas, mientras que ella ha destacado la responsabilidad que supone estar a su lado.
Las tres semanas de funciones en el Romea, además de un par de bolos que harán después, cerrarán una gira de más de un año en todo el Estado.