Hay una frase mal atribuida a Voltaire que dice: «La civilización no suprime la barbarie, sino que la perfecciona». Quizás no la dijo el pensador parisino, pero casi tres siglos después sigue siendo vigente. En un momento salvaje de la historia, donde el feroz individualismo aboca a las sociedades occidentales hacia un futuro incierto, Pere Arquillué lleva a escena uno de los textos más celebrados de Yasmina Reza, otra francesa ilustre, Un Déu Salvatge.
El texto, que en 2011 llegó al cine llevado por Roman Polanski, es prácticamente un clásico contemporáneo que, con un afilado humor, pone de manifiesto las costuras de la sociedad. El punto de partida es muy sencillo: dos parejas de padres quedan por intentar resolver un conflicto que han vivido sus respectivos hijos en el patio de la escuela. Pero lo que comienza siendo una reunión educada, acaba sacando la peor parte de cada uno de los presentes.
Arquillué conoció el universo de Reza en 2016 con el montaje Art, también estrenado en el Goya. Hablo con él precisamente la mañana siguiente de que Donald Trump se haya levantado como ganador de las elecciones estadounidenses y asegura que hace años que tenía este texto entre sus manos con ganas de llevarlo a escena. “No me ocurre muy a menudo que lea un texto y tenga ganas de decirlo, de hacerlo, de explicarlo, de compartirlo. Y ahí fue muy claro. Como siempre, Reza donde pone el ojo pone la bala, y ese texto tiene tanta vigencia hoy como cuando fue escrito hace casi 20 años”.
Ésta es la primera vez que Arquillué dirige y protagoniza una obra. Un “embolao”, como él mismo confiesa, que asume con respeto pero con perspectiva. “Todo me lo intento tomar últimamente con naturalidad. Es un reto, sí, pero también es un juego. Intentamos pasárnoslo bien”. Pero para conseguirlo es clave el equipo que le acompaña, tanto arriba como fuera del escenario. Y es que si en la versión de Polanski el reparto era estelar —con Jodie Foster, Kate Winslet, Christoph Waltz y John C. Reilly— cuidado con el de Arquillué: Laura Conejero, Laura Aubert e Ivan Benet completan el cartel.El director tenía claro que necesitaba un reparto capaz de aguantar el ritmo de una «esgrima verbal muy afilada». Además, con Conejero hacía tiempo que quería volver a coincidir, ya que “comenzamos prácticamente juntos en el Romea hace muchos años y no habíamos tenido demasiadas ocasiones de trabajar juntos”.
Un Déu Salvatge hará temporada a partir del 1 de febrero en el Teatro Goya. Un juego teatral de altos vuelos que promete emociones fuertes. Y es que si algo tiene la pluma de Reza es esa capacidad de retratar la cara más oscura, desagradable y patética del ser humano con un afilado humor. Una caricatura con mensaje que, como confiesa Arquillué, habla también un poco de la tranquilidad, “de quitárnoslo todo con un poco más de distancia y quitar trascendencia a las cosas”. Lo intentaremos.
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