ENTREVISTA

Tortell Poltrona: "Lo importante es el público que me mira, me escucha y me siento"

Tortell Poltrona, uno de los pioneros europeos en la renovación del payaso. Es carismático y tierno, contundente y feroz, con una carga de energía inagotable que combina la inocencia y la travesura

Hace 50 años que el payaso Tortell Poltrona hace bailar sus números para que queden bien trabados. Los de siempre y los que se van incorporando. Le gusta provocar al público, arrancarle carcajadas y grandes ratos de felicidad. Después de años sin actuar en Barcelona, ​​del 15 al 29 de diciembre estará en el Teatre Romea con la compilación Post-Clàssic, un homenaje a los clowns que le han precedido y admira.

¿Por qué este “Post”?

La palabra contemporáneo me genera urticaria, además significa «todo lo que está ocurriendo en el mismo momento». Me ha interesado mucho nutrirme de los clásicos del mundo de la payasería. He tenido la suerte de actuar con Oleg Popov, Charlie Rivel, Dimitri, Jango Edwards… Soy un post-clásico porque no renuncio y me gustaría tener la humildad de homenajear con mi trabajo a todos los que me han enseñado el camino. Post-Clàssic es el nombre de una maleta que lleva 50 años viajando conmigo. Dentro llevo mis números clásicos que se actualizan cada día y que llevo 50 años intentando que me salgan. Lo he llevado por 68 países del mundo y ahora… voy al Romea!

Hace mucho tiempo que no actúas en Barcelona. ¿Cómo es?

Hago un arte marginal absolutamente importante. Me he dedicado a trabajar el mundo de las emociones y las sensaciones donde lo más importante es la risa, algo revolucionario mal visto en nuestra sociedad capitalista. También, cómo no, como trabajo para el público familiar… Los adultos me interesan, pero no son capaces de responder a las preguntas de forma natural. Piensan! Y así es muy difícil tener una relación igual a igual.

«Es muy importante dar resiliencia y esperanza a los chicos y chicas del futuro frente a este mundo de mierda que hoy vivimos»

Además, en ese territorio la cultura es una farsa. Para mí la cultura es el arte capaz de mejorar la vida y el pensamiento de las personas y es mucho más fácil hacerlo en África o en campos de refugiados que en una sociedad absolutamente dormida. Después de Dana, esta desgracia tan y tan grande en Valencia, y otras como en Palestina o Sudán… tengo muchas ganas de realizar el trabajo que hago. Es muy importante dar resiliencia y esperanza a los chicos y chicas del futuro frente a este mundo de mierda que hoy vivimos.

Sí, es desolador…

Me hace mucha ilusión ir a Romea a presentar lo que hago. De hecho, con los años he aprendido una cosa: lo importante no es lo que yo hago, sino lo que ocurre en el público que me mira, me escucha y me siento. Me parece que la frase de Brossa “Conozco la utilidad de la inutilidad y tengo la riqueza de no querer ser rico” define mucho mi oficio.

¿Se promueve lo suficiente el arte del clown?

Los números de payasos son muy difíciles de hacer porque no se pueden ensayar, no tienes a la gente delante y no recibe tus provocaciones. ¡La gente se ríe cuando le da la gana, aunque los yanquis hayan puesto risas grabadas en televisión porque no se salían! Para hacer un número de siete minutos necesitas ponerlo en juego cientos de veces delante de públicos muy distintos. Nada tiene que ver un teatro con un circo o una plaza, si la gente es pobre o rica, negra o blanca… Cuando ha pasado por toda esta criba consigues hacer lo que Brossa llamaba “poesía escénica”.

Se te define a menudo como «renovador del lenguaje del payaso clásico». ¿Qué has aportado?

No mucho. En la historia de nuestra península histérica el payaso quedó relegado a las fiestas de la primera comunión y, antes, era un personaje que actuaba entre un faquir y un mago en el cambio de bobina de los cines… Somos renovadores porque tuvimos que inventarnos. No teníamos referentes cuando empezamos. Lo hicimos a partir de la cultura popular hecha caldo por el franquismo. Si examinas los orígenes del teatro actual podrás encontrar que todas las tragedias salen de los que hacían La Passió y que todos los cómics venimos de los Pastorets.

¿Habría una nueva sacudida en el circo y clown actuales?

Ya está. El circo es el arte que reta al sentido común. Han desaparecido los animales salvajes, la mujer barbuda o la de dos cabezas… y ha tenido que tomar nuevos registros. En casa tenemos a Baro d’evel, que es otra manera de hacer. Y en cuanto a los payasos, en estos momentos sólo la entrada del mundo femenino y feminista del humor y la clownería es una revolución absoluta. También Toti Toronell, Pere Hosta, Pau Palaus… Hay decenas.

Has recibido una treintena de premios, entre ellos la Cruz de Sant Jordi y los Nacionales de Cultura y Circo. ¿Te sientes reconocido y amado?

Éste es el premio real. Que vayas caminando por la calle y alguien te abrace sin decirte nada. Te piden una foto y un beso y lo peor es que doy el cambio. ¡Lo vuelvo! (ríe) Hay gente que me pregunta si no me angustio. Sería muy triste que después de 50 años dedicándote a repartir felicidad, intentando que la gente sea feliz, pasaras absolutamente desapercibido.

Estás profundamente implicado en el mundo del circo y del payaso. No paras con el Circ Cric, Payasos sin fronteras, impulsando festivales… ¿Qué te queda por hacer?

Tuve la suerte de elegir uno de los mejores oficios que te permite estar en todas partes. ¡Incluso en los tanatorios! Y he tenido una familia que es capaz de comprenderme y dejarme seguir en mi locura. ¿Qué me queda por hacer? Levantarme cada día esperando que este mundo absolutamente loco en el que vivo no me atrape.

¿Hasta cuándo te tendremos en activo?

Hasta que dé vergüenza, pena. Lo que ocurre es que cada vez tienes más herramientas. Antes para hacer de payaso tenía que tirarme de una torre de 12 metros, levantar 15 sillas con la barbilla o hacer de Superman.

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Escrito por

Periodista especializada en artes escénicas. Actualmente es consultora de comunicación en el ámbito cultural, responsable de comunicación y públicos de la Muestra Igualada y subdirectora de la revista Entreacte (AADPC). También colabora en varios medios y forma parte de la comisión artística asesora de distintas instituciones.

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