“No hay nadie, ni una sola tribu, que pueda soportar ver a su hijo sentarse en la mesa con el enemigo. ¡La identidad del grupo! ¡Este es el mal! La miseria de los humanos”
Cuentan que un joven pájaro, la primera vez que emprendió el vuelo, lo hizo por encima de las aguas del mar. Enseguida se sintió atraído por la belleza de los peces que había debajo de la superficie y quiso unirse a ella, pero su tribu de plumas le advirtió: “Nunca vayas con estas criaturas. No son de nuestro mundo y nosotros no somos del suyo. No estamos hechos para encontrarnos».
Pasaron los años y la necesidad del pájaro crecía tan intensamente que un día, desobedeciendo lo que le habían dicho, decidió ir con los peces. Justo zambullirse en el agua del mar le crecieron branquias en el cuello que le permitían respirar. Emocionado les dijo a los peces que él era el pájaro anfibio. “Uno de los suyos!”
Wajdi Mouawad de pequeño tuvo que exiliarse de Líbano a causa de la guerra y convirtió el exilio y la guerra en elementos persistentes de sus obras. “¿Cómo ligarse a la propia identidad perdida? ¿Qué es un migrante? ¿Qué es un refugiado?”. Ha explicado a menudo que le atormenta la idea de que él pudo ser uno de los milicianos cristianos que asolaron los campos de refugiados palestinos de Sabra y Chatila en 1982 si no se hubiera marchado antes del Líbano con la familia. El azar que salva o condena. Que da un sentido místico a una probabilidad, como defiende uno de sus protagonistas.
Cuando Mouawad era pequeño, le contaban esta leyenda persa del pájaro anfibio. Un relato que el autor ha colocado en el final de Tots ocells. Una fábula bonita que se convierte en una constatación: la imposibilidad de reconciliación entre dos mundos que se destruyen y que ya no tienen memoria suficiente para saber por qué lo hacen. «Una única transmisión sorda y ciega ante cualquier afectación, de cualquier dolor», dice el texto.
Saber quiénes somos. De dónde venimos. ¿Cuál es nuestro ADN y si el material que contiene nos aporta algo más que información hereditaria? ¿Qué explica nuestra genética de quiénes somos? Tots ocells de Mouawad habla de ello, pero también de la transmisión del dolor de generación en generación; del poso de los traumas. Qué nos hace reconocer al enemigo, pero también qué nos hace sentir parte de una tribu. ¿Es la religión? ¿Es la historia? ¿Son los antepasados? ¿Es la cultura? ¿Son las escamas brillantes? ¿Es el amor?
Para Mouawad, la historia íntima de cada individuo es tan compleja como la historia colectiva: “No aprendemos nada. Si los traumas quedaran marcados en los genes que transmitimos a nuestros hijos, ¿tú crees que nuestro pueblo sometería a otro pueblo a la opresión?”.
En Tots ocells el escenario es el conflicto de Israel y Palestina. La guerra eterna que persiste. Que rebosa el presente. La guerra que el periodismo reduccionista explica en términos maniqueos entre ganadores y perdedores, entre buenos y malos. Lo que pone el foco en la violencia que es visible en el ojo humano pero que deja bajo los escombros, las violencias más estructurales. También las heridas del alma, las que perduran a lo largo de las generaciones.
Mouawad dice que las guerras sólo plantean mundos en los que víctimas y verdugos tendrán que convivir en el mismo territorio, pero nunca habrá un perdón mutuo: “Ya no hay reconciliación posible. Demasiadas tierras robadas, niños asesinados, autobuses explotados, demasiadas violaciones, demasiadas matanzas”.
‘Tots ocells‘, también lo era ‘Incendios’, es una historia familiar.
Tots ocells, también lo era Incendis, es una historia familiar. Y, como todas, esconde secretos, supura suciedad. Pero también amor silenciado, incomprensión, distancia, soledad, expectativas. «Ya no sabemos quiénes somos y nos equivocamos con los demás».
En Tots ocells, Eitan y Wahida se conocen y se enamoran. Él, judío, es investigador genético. Ella, árabe, está realizando una tesis sobre un diplomático marroquí del siglo XVI obligado a convertirse al cristianismo. En Israel, donde van para conocer a la abuela de él, son víctimas de un ataque terrorista en el puente de Allenby, tocando Jordania. Eitan queda malherido y entra en coma. En este no lugar recibirá la visita obligada de padres y abuelos, lo que supondrá que surjan los viejos reproches. Pero, ¿quedará espacio aún para la ternura, para la reconciliación?
Oriol Broggi asegura que es imposible leer Mouawad y quedarse al margen. Por eso reincide y le vuelve a llevar sobre nuestros escenarios. La Perla 29 despliega, en este Griego, la letra de Mouawad, bella, rotunda y profunda. Dolorosa y necesaria. Con una traducción al catalán de Cristina Genebat y con un reparto de expertos en convertir la vida en arte puro: Clara Segura, Joan Carreras, Miriam Moukhles, Guillermo Balart, Marissa Josa, Xavi Boada, Márcia Cisteró y Xavi Ruano darán vida a éste gran poema que extiende alas y escamas en el Teatro La Biblioteca.
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