ENTREVISTA

Sharonne: "El 'drag' es mi manera de meditar y olvidarme de los problemas"

El Teatro Tívoli alberga hasta el 18 de enero el musical 'Priscilla. Reina del desierto', un basado en la reconocida película, protagonizado por la drag Sharonne

Andreu Rami
Andreu Rami Bastante

Cristóbal Garrido (Sabadell, 1976) me recibe hora y media antes de la función de Priscilla. Reina del Desierto en su camerino del Tívoli con una infusión caliente y un maquillaje impecable. Lleva años abriéndose camino en la escena del transformismo barcelonés. Con su alter ego, Sharonne, ha ganado la segunda temporada de Drag Race España. Ahora es una de las drag queens más cotizadas del panorama nacional y protagoniza el gran musical internacional basado en la película homónima, además del espectáculo-concierto All Divas, en el Teatro Condal.

Sharonne en una imagen promocional del show ‘All divas’

Teatre Barcelona: De Sabadell a estrella del drag. ¿Cómo ha sido este camino?

Sharonne: Cuando tenía 14 años, abrió la primera escuela de teatro en Sabadell, Trama Expressió, y me apunté enseguida. Cada semana traían a un profesional del mundo del espectáculo: La Cubana, l’Angel Pavlovsky, el Pirondello… El transformismo despertó mucha curiosidad en mí; me parecía algo muy complejo. Es un arte que a menudo no se considera teatro y es muy difícil de hacer. Pavlovsky producía sus espectáculos y tenía una identidad escénica magnífica. Viéndolo, me di cuenta de que había otro camino, uno que nadie estaba siguiendo.

¿Has comprobado que el transformismo es difícil de hacer?

Ahora las cosas han cambiado mucho. Con RuPaul’s Drag Race hay mucha gente que se deja llevar solo por la imagen. Compran pelucas, vestidos, maquillaje… y creen que ya está. Para mí, un artista es alguien que debe ofrecer un espectáculo, sea lo que sea: bailar, cantar, interpretar con micrófono, escribir… Hay una compañera que escribe y hace novela. El drag es un arte que ofrece muchas posibilidades. Para mí, es mi forma de meditar, de olvidarme de todos los problemas.

Existe una brecha generacional entre el travestismo de toda la vida y el drag.

Es más bien un tema de léxico. Con la película Priscilla (1994) y A Wong Foo (1995), todo empezó a cambiar. Se comenzó a conocer lo que era el drag, que no deja de ser el transformismo de siempre, pero venido de América. Hace treinta años era un estilo totalmente diferente. Aquí lo que se hacía era un transformismo más clásico: quienes imitaban a Marilyn Monroe, Edith Piaf, Lola Flores, Sara Montiel… Espectáculos más de music hall, como los que se hacían en el Paral·lel, donde el artista interactuaba con el público con picardía.

Sharonne coronada como ganadora de la segunda edición del concurso ‘Drag Race España’

Y entonces aparece RuPaul.

Pasamos a ser todos más americanos sobre el escenario. Con el videoclip de Supermodel of the World vimos a otro tipo de transformista con una personalidad propia. De repente surgieron las cyber drag: calvas, con pinchos y luces por todas partes. Era algo muy novedoso y todos lo querían en las fiestas. Todo el mundo quería tener a su performer allí. Es un arte que ha ido evolucionando y creciendo.

¿Era más político?

Ahora tenemos mucho miedo porque enseguida dices algo y ya estás cancelado. Hay que tener mucho cuidado. Antes había mucha más libertad para decir cosas y no pasaba nada. Al fin y al cabo, el teatro también está para eso, para criticar la sociedad. Y justamente el drag se supone que es un espacio de libertad donde puedes decir cualquier cosa y debería entenderse, porque ya estás en un contexto.

«Es interesante no quedarnos sólo dentro del colectivo, sino ocupar espacios en los que no nos dejaban entrar»

¿Temes meter la pata?

Sharonne no es muy mala, no hace roast. Me gusta soltar comentarios, pero con un poco de inocencia, porque tampoco quiero que la gente se sienta ofendida. Quiero llegar a un público más general. Es interesante no quedarnos solo dentro del colectivo, sino ocupar espacios donde antes no se nos dejaba entrar.

Drag Race os ha puesto en el punto de mira.

Ahora estamos a la vista de todos. RuPaul podrá gustarte o no, pero lo que ha conseguido con su programa es que todo el mundo sepa lo que es el drag. De eso no hay duda.

Tenemos más drag en televisión, pero menos locales con transformismo en vivo.

Barcelona, en ese sentido, la veo muy triste, la verdad. Yo viví el final de aquella ciudad más canalla, en los 90, y era muy divertido. Salías por la noche y te ibas a locales como la Bodega Bohemia, el Cangrejo, el Molino, el Marsella, la Nitsa. Encontrabas actores que iban a tomarse algo después de su función mientras veían un espectáculo… En todas partes había espectáculos. En la Metro hacían uno a las 3 de la madrugada que siempre estaba lleno. Eso ha desaparecido totalmente. La autenticidad que había antes ya no se encuentra.

Llegar a protagonizar Priscilla no habrá sido un camino fácil.

«Cuesta arriba, siempre». En todas partes tienes que esforzarte para trabajar en lo que te gusta, ¿no? Me he acostumbrado a vivir con esa inseguridad. Por ahora, me ha ido bien.

Sharonne protagoniza el musical ‘Priscilla’ en el Teatre Tívoli. Imagen: Marc Mampel

Que una estrella nacional del drag protagonice dos grandes espectáculos a la vez era impensable hace pocos años.

Me parece muy interesante y necesario. No porque sea yo, ¿eh? Pero cuando veo que en Estados Unidos Jinkx Monsoon protagoniza Chicago o Latrice Royale hace La tienda de los horrores, pienso que hacemos bien en tener en cuenta a los drags que están luchando por este transformismo más actual y que tienen mucho talento para interpretar personajes míticos en grandes escenarios. Además, se ha demostrado que hay un público masivo detrás, y hay muchas historias relacionadas con el mundo LGTBIQ+ que creo que deberían explorarse.

«En ‘Priscilla’ había bromas muy transfobas que ya no están, afortunadamente»

O revisarlas, como en Priscilla.

La Priscilla que hacemos ahora está completamente renovada. Hay muchas cosas del texto que se han modificado porque como sociedad hemos evolucionado. Había bromas muy tránsfobas que ya no están, afortunadamente. Aun así, cuando se estrenó la película era muy avanzada para su época. La historia de un hombre que tiene un hijo con una mujer, se dedica al transformismo, ella lo acepta y lo invita a actuar en su casino… Sigue siendo actual porque hace 30 años ya era radicalmente moderna.

Es tanto festiva como emocionante.

El público lo vive muchísimo. De repente hay gente que se levanta y empieza a cantar y bailar. Muchas veces, en las primeras filas, veo personas llorando. Es muy bonito.

Como siempre actúas caracterizado, no deben reconocerte por la calle.

Para mí, Drag Race ha sido un punto de inflexión en mi vida y en mi carrera. Ahora ya saben quién soy; nunca me oculté. Antes sí que guardaba un poco más esa magia… Llegué a escuchar alguna conversación en la que hablaban de mí sin saber que estaba presente. Pero ya no me ha vuelto a pasar.

Sharonne es el alter ego de Cristobal Garrido

¿No tienes miedo de que Sharonne eclipse a Cristóbal?

No. Además, estoy muy agradecido conmigo mismo. Nunca diré: «Estoy harto de este personaje». Sharonne me ha dado muchas cosas, y yo también a ella. Ha sido mutuo. Crecemos e incorporamos cosas que aprendemos el uno del otro. En casa no tengo ni una foto de Sharonne, ni unos tacones ni una boa de plumas. Vivo muy tranquilo, y cuando estoy en casa, desconecto totalmente.

En Priscilla y tu espectáculo All Divas se reivindica la figura de la diva clásica. ¿Qué te gusta de ellas?

Una diva puede ser una persona que ves inalcanzable, y de repente es alguien con una vida de lo más normal con su familia. Me gustan mucho los personajes que se construyen para dar glamour en el escenario o frente a una cámara, pero que no tienen nada que ver con quiénes son en realidad. Me interesan los amores platónicos y las divas que te miran por encima del hombro, pero a quienes se lo perdonas porque te encanta su música.

¿Ser una diva es algo positivo o negativo?

Es ambas cosas a la vez. También hay un lado oscuro, obsesivo, insoportable… A mí lo que más me interesa es con lo que he crecido, lo más positivo y luminoso.

«No me interesan mucho las nuevas divas. Soy muy clásico»

Estamos viendo un resurgir del concepto de diva pop…

No te mentiré: no me interesan mucho las nuevas divas. Soy muy clásico. Lo más moderno que escucho es Anastasia, Whitney Houston, Madonna o Diana Ross. Escucho muchísimo grabaciones de conciertos de divas que en realidad son espectáculos teatrales, como los que hacía Liza Minnelli, donde cuentan su vida y montones de anécdotas. Eso es también lo que hago cuando subo como Sharonne al escenario.

Más información, imágenes y entradas en:


Escrito por
Andreu Rami

Comunicador, creador y productor cultural. Fundador de TeatroBarcelona.com y TeatroMadrid.com. Presentador del podcast de artes escénicas Els Imprescindibles. Impulsor de La Llama Fest, Festival de Comedia Alternativa de Barcelona.

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