Por Iván F. Mula / @ivanfmula
Charla moderada por Andreu Rami / @andreuramib
Dentro de las Actividades TeatreBarcelona, con las que intentamos continuar nuestra filosofía de hacer que más gente se enamore del teatro, organizamos un encuentro post-función entre el público, el payaso Guillem Albà y los integrantes de Love of Lesbian: Santi Balmes, Julián Saldarriaga, Jordi Roig i Oriol Bonet. El encuentro se celebró con motivo del retorno a la cartelera de Miralls i miratges, el concierto teatralizado que se podrá ver hasta el 9 de junio en el Onyric Teatre Condal.
«¿Estoy triste porque escucho música pop o escucho música pop porque estoy triste?», se preguntaba Balmes al inicio del coloquio. Y es que, para el espectáculo, han seleccionado, especialmente, las canciones más intensas y profundas en busca de conectar, de manera más íntima y emocional, con su público. Y, a juzgar por los largos aplausos durante el transcurso del espectáculo, lo consiguieron. «Siempre hay una vertiente creativa en el sentimiento de tristeza pero intentamos mezclarlo con ironía o humor negro. Esa mezcla hace que el resultado sea más rico. Nuestra intención es encontrar algo que perdure en el tiempo y, para conseguirlo, creo que se tienen que hacer estas combinaciones», añadía Balmes.
Miralls i miratges es un concierto teatralizado pensado, especialmente, para hacer en teatros. En palabras de Julián Saldarriaga, guitarrista del grupo, la idea nació «en un momento en el que el ciclo de muchos conciertos, gira, discos y volver a empezar nos llevó a un cierto agotamiento y sentimos la necesidad de salir de esa rueda repetitiva. Pensamos que hacer un espectáculo sería una buena manera de romperla y así salimos un poco de aquello que se nos pedía. Queríamos volver a la proximidad».
En este punto, nos explicaron, es donde entró Guillem Albà. Julián había visto su espectáculo Trau en el Teatro Almería y decidieron ofrecerle dirigir su nuevo proyecto. Le pasaron un listado de canciones y él decidió el orden y todo lo que pasaría a escena. «Escogieron las canciones más poéticas y dramáticas. Primero, las escuché muchas veces y, después, me puse a trabajar con un escenógrafo. A partir de ahí, se trató de investigar y probar, hasta encontrar la línea exacta entre música y teatro», explicó Albà.
Pasada la introducción, se abrió el turno de preguntas. El público asistente fue muy participativo y entusiasta. Preguntaron por la cuarta pared, por las dificultades de pasar de músicos a actores o, simplemente, compartieron su admiración: «He pasado todo el concierto llorando», dijo una espectadora. El grupo explicó que disfrutan mucho de la experiencia: «No siempre sale igual, tenemos un pequeño espacio por la improvisación. No somos capaces de estar dos horas siguiendo un guion», bromearon. «Cuando subes a un escenario, tienes que estar dispuesto a hacer cualquier cosa. Al principio, es extraño pero, después, es emocional, bonito y gratificante», añadieron.
Los espectadores se interesaron mucho por la emoción y la inspiración. Con estas cuestiones, Balmes se mostró humilde: «No sé cuál es el secreto, realmente. Lo que sé es que hay que entrar en un estado de ánimo muy determinado para encontrar aquella frase demoledora que funciona. El caso es que, a veces, el talento es solo amor por lo que haces».
La charla finalizó poco antes de las doce. «Estamos tristes porque se acaba el espectáculo. Solo quedan ocho funciones. Es la gira que más tristes nos ha hecho nunca que se acabe», confesaba Roig. A pesar de este sentimiento, el balance que hacen es muy positivo y, por eso, es muy probable que repiten la experiencia con un nuevo montaje porque, como dijo Balmes, «siempre que hemos arriesgado, nos ha salido bien».