The Scarlett letter es la respuesta de Angélica Liddell a ese nuevo puritanismo encarnado en lo políticamente correcto, que ha venido instalándose en los últimos años en nuestra sociedad, generando una ola de conservadurismo en el arte, en la política o en la ideología, y favoreciendo la aparición de movimientos reaccionarios como el feminista #MeToo. “Seguimos rebelándonos contra la violencia de la hipocresía moral en tiempos de puritanismo. Hemos perdido en el arte la fuerza de la naturaleza salvaje para siempre. Hemos ganado en pacatería, en estupidez y en embuste. La cobardía y la mojigatería son más agresivas que nunca. Antes era la religión. Ahora la ideología”, dice Angélica Liddell.
Su nuevo espectáculo, que esta semana se estrena en Teatros del Canal -14, 15 y 16 de febrero- está inspirado en La letra escarlata, de Nathaniel Hawthorne, y en su protagonista, Hester Prynne, condenada a llevar la letra A bordada en su ropa, como marca del pecado imperdonable que cometió al quedar embarazada de Dimmesdale, sacerdote de la aldea, en aquella sociedad puritana del siglo XVII. “En los tiempos de Hester la religión y la ley eran una sola cosa. Hoy se pretende que la ideología y la ley sean una misma cosa, y se exige al arte que sea ideología, y por tanto que sea la misma cosa que la ley”.
Dimmesdale y Hester son un trasunto de Adán y Eva, expulsados del paraíso por los pecados cometidos. No en vano, el espectáculo comienza con una escena en la que Adán y Eva juegan impúdicos alrededor de la tumba de Nathaniel Hawthorne. Liddell se lamenta de esta involución mojigata que parece haberse hecho fuerte en todos los frentes, especialmente en el del arte, donde la libertad de expresión está siendo esterilizada mediante la castración de la pasión. “Nunca más se podrá representar al dios Pan, símbolo magnífico de potencia masculina y apetito sexual, penetrando animales, adolescentes y ninfas, ni podrá representarse a Eros niño, completamente desnudo, introduciendo su dedo en la vagina de Venus, ni a un toro erecto raptando a una hermosa mujer desvestida, tampoco podrán representarse a pigmeos sodomizando a pigmeos”.
Angélica Liddell arremete también contra el neopuritanismo que ha terminado por adueñarse del discurso feminista en la era post-Weinstein. The Scarlett Letter es una diatriba contra “este mundo donde las mujeres odian a los hombres”. Como en todas sus obras, Liddell reclama la culpa, la humillación, la violencia del sexo y la impureza del deseo, frente al orden social y moral de una sociedad bienintencionada. “La condición puritana no soporta la causa obscena de la fecundación y la propagación, esconde el origen genital de nuestra concepción y de nuestro nacimiento, niegan que el hecho sublime de la vida y del amor proceda del deseo, de un sucio y violento movimiento entre penes y vulvas, de una pasión irrefrenable e irremediablemente violenta, y por supuesto no tolera en absoluto la raíz sexual de nuestras alegrías y de nuestros dolores”.
Está claro que su discurso y, sobre todo, la forma de defenderlo, la fuerza que transmite en escena, no deja indiferente a nadie y hace de ella una artista única. Y tendremos la oportunidad de comprobarlo una vez más en Teatros del Canal, que ha recuperado el teatro de Angélica Liddel para nuestro país -tras varios años de ausencia-, participando además en la producción de este espectáculo junto a La Colline – Théâtre National (Paris), CDN Orléans / Centre-Val de Loire, Iaquinandi, S.L.
Telón lento… y final.
Juan Mairena / @Mairena_Juan
Fotos Simone Gosselin