Roser Batalla y Víctor Gómez nos explican los secretos de 'El despertar de la primavera'

Redacció

Por Iván F. Mula / @ivanfmula

El despertar de la primavera ha vuelto al Teatre Victòria. Después del éxito del año pasado, ha iniciado así la tercera temporada de este personal proyecto musical iniciado en 2016 en el Teatre Gaudí. La actriz Roser Batalla ha formado parte del espectáculo desde el inicio, mientras que Víctor Gómez es una de las más recientes incorporaciones al reparto. Hemos hablado con ellos para que nos expliquen en detalle su experiencia.

ROSER BATALLA: No imaginaba que sería un viaje tan grande porque esto aquí es muy difícil. Lo esperaba y lo deseaba porque, como este montaje, también he visto otros de muy bajo presupuesto acceder al circuito de grandes teatros de Barcelona. Pero la verdad es que es muy complicado y hay muchos montajes que merecen la pena que no lo consiguen.

¿Por qué motivo aceptaste entrar en este proyecto?

ROSER BATALLA: Definitivamente, porque tenía algo que me llamaba la atención. El hecho de ser un musical inspirado en El despertar de la primavera, un clásico que estuvo prohibido en su momento, me pareció muy interesante. Es atractivo para el público adolescente pero también para los mayores porque todos hemos pasado por esa edad y hemos tenido las mismas inquietudes, miedos y dudas. Además, encuentro muy importante hacer que los jóvenes piensen. Este musical va, principalmente, de dar herramientas para que la gente pueda pensar por ella misma. Desgraciadamente, vivimos en una sociedad donde se tiende a todo lo contrario.

¿Cómo has vivido tu incorporación, Víctor?

VÍCTOR GÓMEZ: Yo había visto este musical en Londres la primera vez que se hizo y aluciné. Tenía 18 o 19 años y noté que aquello era una cosa diferente. También vi la versión que se hizo al Teatre Gaudí y me encantó. Quedé cautivado al ver toda aquella energía en el escenario. Por eso, poder estar ahora haciéndolo es todo un lujo porque es una función maravillosa.

Casi la mitad de la compañía son nuevas incorporaciones, esta vez. ¿Cómo ha afectado esto al proceso de ensayos?

VÍCTOR GÓMEZ: Ha sido una oportunidad para redescubrir la obra. El equipo directivo (Marc Vilavella, Gustavo Llull i Ariadna Peya) se han replanteado muchas cosas que ya estaban hechas. No se han centrado solo en montar lo que tenían sino en investigar con nosotros e intentar que aportáramos nuestra parte personal. Hay nuevas coreografías, nuevas puestas en escena y nuevos perfiles a pequeños detalles que antes estaban marcados de otro modo.

¿Qué importancia tienen las coreografías en el espectáculo?

VÍCTOR GÓMEZ: En este montaje, las coreografías van muy ligadas a la interpretación y a la historia. Estás explicando cosas en cada movimiento que haces. Esto es lo que más me gusta y también lo más exigente. Ariadna Peya, la coreógrafa, tiene una capacidad de trabajar el movimiento y la escena impresionante. Además, mucho de estas coreografías es creación nuestra. Ariadna nos ha dado unos temas como la masturbación, la soledad o los miedos para hacernos improvisar y, después, lo ha ordenado todo. Partiendo de un tipo de trabajo como éste, es lógico que hayan cambiado tantas cosas. Sencillamente, porque el recorrido que hace cada uno es la coreografía que ha creado y trabajado.

ROSER BATALLA: Se trata de unas coreografías que no hay que ser bailarín experto para poder hacerlas pero, al mismo tiempo, son muy efectivas. Si hubiéramos tenido un coreógrafo más usual, quizás el resultado no luciría ni impactaría tanto. Son un tipo de coreografías más gestuales, que nacen de las emociones y la interpretación.

¿Por qué el espectáculo gusta tanto al público joven?

ROSER BATALLA: Por el tema. Porque los protagonistas son adolescentes. Y creo que también por el tipo de música. Es un pop rock con toques clásicos que le dan amplitud y profundidad. De esto venimos y es una cosa que traspasa hacia la memoria col•lectiva universal, lo quieras o no lo quieras. Creo que esto les atrapa muchísimo. Y las coreografías que, como ya hemos dicho, son espectaculares. Y también las interpretaciones.

VÍCTOR GÓMEZ: Hay mucha oferta de series o películas juveniles pero, a nivel teatral, hay mucha menos. Si los jóvenes se enganchan a una ficción audiovisual porque habla de las cosas que a ellos les pasan, es normal que también les pase cuando lo encuentren en el teatro. Muchas veces, los más jóvenes asocian el teatro a una cosa muy infantil o clásicos antiguos muy alejados de aquello que les interesa. Entonces, encontrarse con una obra que habla de sus problemas y sin tapujos les resulta impactante. La reacción que tienen cada vez que acabamos una canción es de concierto de rock.

La obra habla, entre otros temas, de los conflictos generacionales. ¿Cómo os lleváis las dos generaciones de artistas dentro del proyecto? ¿Qué visión tenéis los unos de los otros?

ROSER BATALLA: Yo los veo como a una panda de cracks. Los jóvenes de ahora están mucho más preparados que los de antes. Cuando yo estudié en el Institut del Teatre, prácticamente, no había escuelas de arte dramático. Y en el Institut hacíamos canto y danza de una forma muy secundaria. Ahora están mucho mejor formados y tienen muchas inquietudes. En 30 años, han cambiado muchas cosas.

VÍCTOR GÓMEZ: Para mí, es un lujo trabajar con ellos. Aprendes mucho de observar y compartir. Pero la verdad es que no se ha notado, en ningún momento, una diferencia entre veteranos y jóvenes. Somos una compañía. A veces, alguno de ellos nos da un consejo, los escuchas y tomas nota. Pero, aparte de esto, estamos todo el día juntos, somos un equipo y vamos todos a una. Lo que sí podemos decir es que a los actores más jóvenes de todos se les ve muy ilusionados. Algunos tienen 18 años y es su primera vez que participan en una obra tan grande. Y éste es un musical que habla de las primeras veces. Esto hace que la energía que se transmite sea todavía más especial.

¿Cómo veis el momento actual de los musicales en la ciudad de Barcelona?

ROSER BATALLA: De entrada, no sé por qué se diferencia entre musicales y teatro. Quizás porque hay un público que solo es de musicales y, si es así, quiere decir que va al teatro dos veces al año porque, por los precios de las entradas, el bolsillo no da para más. En Barcelona, falta público pero no solo en los musicales: en todas partes. Creo que el panorama se ha resentido un poquito por cómo estamos socialmente. A pesar de que no lo tendríamos que permitir. No tendríamos que tener este aire de derrota. Tendría que ser lo contrario. Tendríamos que salir y socializarnos más todavía dentro de los teatros y de los musicales. Yo veo que público tiene que haber. Y dinero también. Creo que, poco a poco, esto se irá equilibrando. El hecho de que haya más musicales va a temporadas. Es la casualidad. Se programan tres musicales grandes en una ciudad que quizás, si hubieran llegado uno cada temporada, habrían llenado siempre. Pero, como son tres, se lo han tenido que repartir porque no hay bastante gente que vaya a verlos todos.

VÍCTOR GÓMEZ: A veces, creo que pecamos de optimismo. Hay siete musicales en Barcelona y ya salen medios comparándonos con Broadway. Después, de todos estos, solo triunfan un par. Va oscilando. Es verdad que Barcelona siempre ha sido abanderada de los musicales de creación, en comparación con Madrid, donde triunfa muchísimo un tipo de musical más comercial. Yo también creo que falta público. Y también pienso que falta implicación por parte de las instituciones de la ciudad a la hora de potenciar todo esto. En Madrid, en este sentido, se está potenciando mucho la Gran Vía y, así, se está haciendo industria.

ROSER BATALLA: Culturalmente, siempre cuesta que las instituciones hagan un desembolso real y efectivo. A veces, lo hacen de manera puntual pero no es suficiente. Falta un poco de perspectiva.

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