Por Iván F. Mula / @ivanfmula
Nacido en Buenos Aires en 1964, hace más de 30 años que Rodrigo García está instalado en España, confeccionando una de las trayectorias teatrales más coherentes, vigorosas, atrevidas e independientes de la escena contemporánea europea. Después de éxitos como Notas de cocina, Conocer gente, comer mierda o Compré una pala en IKEA para cavar mi tumba vuelve a Barcelona para presentar Enciclopedia de fenómenos paranormales.
TEATRE BARCELONA: ¿Cuál es el origen de este nuevo espectáculo?
RODRIGO GARCÍA: Trabajar para no aburrirme. Como me sorprende estar vivo y el mundo en el que habito, acostumbro a hacer obras que reflejen ese estado. En este caso, pensé en un tipo de ciencia ficción precaria. Tengo que permitirme entrar en zonas que no controlo, para no aburrirme, insisto.
¿Qué es lo que te interesó de esta historia?
El caos perdido y mi aversión hacia el exceso de sentido. No me gusta la vida ordenada. Por eso, intentamos hacer una pieza difícil de explicar, que salta de un tema a otro.
¿Tiene algo de paranormal el teatro?
Es una forma de ganarse la vida, una profesión para técnicos, administrativos, actores, iluminadores… En este sentido, es lo menos paranormal del mundo pero dentro puede surgir la poesía. Cuando pasa, es edificante.
¿Cómo te sientes con etiquetas que te adjudican como “rompedor”, “provocador” o “iconoclasta”?
Soy un tipo que encuentra en la creación teatral el estímulo para vivir, que no es poco. Hago las obras por eso, porque todavía no sé vivir más que leyendo y contemplando algo que llegará.
¿Qué te ofrecen los actores Gonzalo Cunill y Juan Lorente para elegirlos a menudo como compañeros de viaje?
Son personas que conozco desde hace mucho tiempo y con las que tengo amistad. Quizás trabajo con ellos solo para beneficiarme de su compañía, es decir, aprender de ellos y de sus ideas.
¿Crees que el teatro se entiende bien con las historias de género o tiene una dificultad añadida?
Nunca lo pensé. Lo que yo haga son falsas historias y, en este caso, se trata de una falsa ciencia ficción. Mi paleta de colores es limitada. Quizás me invento esta clase de etiquetas para que no se note mucho.
¿Hasta qué punto resulta difícil hoy en día expresarse, como creador, con la máxima libertad?
Ahora es más difícil que antes por la neo-censura urbana, un caldo de cultivo que acabará explotando. Creando, yo trabajo ahora con la misma libertad de siempre, excepto que ya sé que habrá cosas de la obra que me traerán problemas graves, como perder contratos, cosa que significa, más allá del factor económico, que es secundario, una hecatombe privada porque, si la obra no se ve, me genera una enorme frustración. Entonces, ¿qué haces? ¿Actúas en favor de la corrección que sabes que no te comportará problemas? ¿Y de que me serviría, si no es eso lo que quiero expresar? Dentro de 100 años, los historiadores se reirán de lo lindo analizando esta época moralista. No tengo ningún tipo de duda. Mientras tanto, algunos nos lo trabajamos para no perder la libertad y la espontaneidad. Le pese quién le pese, continuamos buscando oxígeno.