Siete años ininterrumpidos de monólogos en Barcelona, seis espectáculos en cartel, muchos chistes y buen humor. Es Ramón LSD. Queréis conocerlo?
Llevas desde 2010 en el Teatre Llantiol, podríamos decir que ya estás afincado. Que ha aportado el teatro del Raval en tu carrera?
Yo venía del Teatreneu, donde estuve 3 años y noté que no se decidían a darme un horario nocturno. Era algo que para mí era importante porque en alguno de mis monólogos hay momentos bastante fuertes y hablar de ciertos temas en horario happy meal no quedaba acertado. Fui al Llantiol a solicitarlo, me hicieron una prueba y me lo dieron. Desde entonces aquí sigo, pues el Llantiol me ha ofrecido siempre un exquisito trato personal y artístico. Además, cuidan de que tenga suficientes fechas para que pueda mantener mis 6 espectáculo, lo cual les agradezco mucho.
Para el público que aún no te conoce, como definirías tus espectáculos y el tipo de humor que podemos encontrar?
Puedo invitarles a comprobar que son espectáculos únicos en el sentido de que en los 6 monólogos que tengo en cartelera no hay ni un solo chiste repetido. Siempre he pensado que los espectáculos de humor han de ser como los discos y que si tu pagas por comprar el nuevo disco de Bruce Springsteen lo que no puede ser es que encuentres canciones del anterior. Me gusta que mis espectáculos, por eso, sean exclusivos y que si alguien viene a ver “¡Abajo las Pasteladas!” se encuentre 90 minutos completamente distintos que en “100 maneras de parecer imbécil”.
¿Sobre mi tipo de humor? Intento basarlo en cosas bastante cotitianas, en detalles que no pueden pasar desapercibidos, y en la forma de exponerlo soy muy teatral. Me gusta mucho usar el lenguaje corporal para dotar al monólogo de un valor añadido y que el espectador reciba mi mensaje de manera más intensa. También procuro no usar demasiados tacos salvo que el chiste lo precise, pues creo que haciendo trabajar la imaginación del espectador puedes decir cualquier cosa sin resultar soez.
No es muy habitual encontrar espectáculos de artes escénicas adaptados al público con incapacidad auditiva. Como surge la idea de hacer espectáculos para público sordo? Qué adaptación en haces, más allá de la presencia de un intérprete de lengua de signos?
Bueno, todo vino porque me di cuenta que las personas sordas no podían disfrutar de un monólogo en directo. Me puse a buscar un intérprete y me presentaron a Enric Lluch, quien resultó ser un todoterreno. Empezamos a ensayar con el espectáculo “Y a ti ¿Quién te aguanta?” y él iba orientándome sobre qué partes debía eliminar y cual retocar. Trabajé también en añadir chistes sobre sordos pensando que se podrían sentir ofendidos si les obviaba, pero la sorpresa vino al ver que disfrutaban mucho más riéndose de nosotros, los oyentes. Sí, para ellos los oyentes somos una especie de mundo paralelo del que no conocen mucho y que Enric y yo les contásemos cómo nos comportábamos en la vida cotidiana les parecía fascinante y muy divertido.
Basta un vistazo a la cartelera para comprobar que cada vez hay más monologuistas en cartel. Es porque en tiempos de crisis necesitamos reír, o porque los teatros ya les va bien que arriba de el escenario haya una sola persona que prácticamente no necesita escenografía?
Creo que por lo primero. Este país acumula unos años muy duros donde las medidas del actual Gobierno no han hecho sino poner las cosas aún peor y la gente necesita desconectar. La risa ha resultado siempre una gran terapia para levantar estados de ánimo y los cómico nos sentimos orgullosos de poder trabajar haciendo olvidar al público sus problema durante un buen rato.
Lo de que haya poca escenografía no influye para que los teatros acojan más este formato, puesto que el gasto en escenografía recae en la compañía que ofrece la obra al teatro. Por eso hoy día hay tan pocas propuestas escénicas en mediado y pequeño formato, porque requiere invertir en un montaje que la compañía no va a poder a poder recuperar ¿Por qué? Fíjate el precio al que están las entradas hoy en los teatros, con espectáculos de calidad al precio de una pizza ¿Cómo vas a invertir en escenografía con este panorama? No puedes recuperar el dinero y mucho menos con un IVA al 21%. Nosotros en el Llantiol hicimos el esfuerzo de no subir los precios y mantenerlos, de modo que absorbimos ese 13% de subida para que al espectador no le costase más venir al teatro. Sin embargo, pasa el tiempo y ves que realmente no es una cuestión de dinero sino del tipo de cultura que tenemos en este país. En plena crisis los teatros siguen desangrándose de espectadores pero el Camp Nou sigue llenándose.
Piensas que Barcelona es una buena ciudad para hacer humor? Tiene un buen público? ¿Qué es lo que más hace reír al público barcelonés?
En mi opinión, creo que el público de Barcelona no es tan explosivo al reírse como puede ser (por ejemplo) el de Madrid pero, en cambio, tiene un gusto más refinado. Podría decir, generalizando, que si un chiste hace mucha gracia fuera de Cataluña puede que aquí no te funcione pero, en cambio, si la gente en Barcelona se descojona con uno de tus gags, tienes prácticamente asegurado que te va a funcionar fuera.