Quim Masferrer (Sant Feliu de Buixalleu, 1971) es conocido por ser el fundador de Teatre de Guerrilla y alma del éxito televisivo de El Foraster (TV3). También la ha visto en el teatro dirigiendo e interpretando sus propios espectáculos (Fum, El Xarlatan, Temps…) y colaborando con programas de radio y televisión (El Club, Caçadors de Bolets o La Marató). Pero, más allá de todo esto, el Quim es una persona que desprende una energía muy bonita, es incansable, positivo y con un talante cercano y familiar. Tiene una gran capacidad para escuchar, observar y conectar con la gente para sacar algo muy bonito: aquella gran historia que todos llevamos dentro.
Ahora, podréis verlo durante tres viernes de marzo y abril en el Teatre Victòria de Barcelona con el veterano show Bona Gent, un espectáculo donde el público es el verdadero protagonista, y con un espíritu que le recordará en El Foraster.
Quim Masferrer: Me apetecía hacer un espectáculo para homenajear al público. Me parece acojonante que un domingo por la tarde, en lugar de ver el fútbol o una película bajo la mantita, alguien sea capaz de pagar una entrada y desplazarse para venir a verte. Sin público no existiría el teatro. El público es quien nos reconoce y nos aplaude cuando subimos al escenario y he querido buscar la forma de poder darles las gracias.
Cómo surge Bona Gent?
Durante la gira de mi último espectáculo, Tiempo, me sucedió algo que me marcó. Una señora del público me vino a buscar después de una actuación para contarme que su marido había muerto recientemente: el señor había caído de repente por la calle, lo habían llevado al hospital y la única pista que tenían para saber quién era, ya que no llevaba la documentación, eran dos entradas que llevaba en el bolsillo para poder venir a verme. Esto me hizo reflexionar: quiénes son estas personas que nos vienen a ver? Tratamos al público en singular, «el público», sólo sabemos el número, y no somos conscientes de que en nuestro delante hay personas, almas, historias …
Sumando mi idea de homenajear al público a la historia de este matrimonio y mi bagaje con El Forastero me pregunté: ¿qué pasaría si hiciera un espectáculo con las luces de la sala abiertas y en el que podamos compartir nuestras historias con los demás? De ahí surge esta experiencia: Bona Gent.
De hecho, aunque t’ubiquem mucho a la televisión, tú siempre has sido «animal de teatro» y desde hace muchos años …
Con 4 años me hacían hacer de monaguillo y creo de ahí un poco mi relación escénica con el público. En mi pueblo, Sant Feliu de Buxalleu, descubrí lo que es la liturgia, me fascinaba el ritual: alguien que viene a escuchar al cura, el momento en que todo el mundo se levanta o se sienta … Me apunté al taller de teatro de la escuela primaria de Arbúcies y con 12 años ya escribí mi primera obra de teatro. Todo iba encaminado hacia aquí: alguien que quiere contar cosas y alguien que tiene ganas de escucharlas. Con 14 años fundamos la primera compañía de teatro en la misma escuela, después hicimos otra en el instituto y, poco más tarde, creamos Gags a Saco, una compañía de teatro semiprofesional con la que nos dedicaban a hacer pregones en las fiestas mayores y animaciones de calle. Finalmente llegó Teatro Guerrilla y fue entonces cuando vimos que quizás nos podríamos ganar la vida haciendo los que nos gustaba.
Rafael Faixedas, Carles Xuriguera y Quim Masferrer fueron, durante 10 años, los componentes de Teatre de GuerrillaCon Teatro de Guerrilla hicisteis teatro pero también televisión, en esta época voy ‘currar’ muchísimo …
Trabajamos muy duro y cumplimos nuestro sueño: poder trabajar y vivir haciendo lo que nos gusta y, esto, nos convierte en unos privilegiados. En 1999, a Fira Tàrrega, noté que todo empezaba a cambiar: hicimos agotar todas las entradas y todo el mundo quería ver que estaban haciendo aquellos sonados de pueblo. Guardo un buenos recuerdos de aquellos años y creo que, ahora, somos herederos de todo lo que hicimos con Teatre de Guerrilla. De hecho la compañía sigue viva: Bona Gent es producción de la casa, Guerrilla Producciones.
En el teatro te hemos visto con espectáculos como Temps o El Xarlatán, pero un gran punto de inflexión en tu trayectoria es El Forastero. Como llegó a tu vida?
Un día el Xavier Morral y Raimon Masllorenç, de la productora Brutal Media, descubrieron en un festival internacional un nuevo formato de humor televisivo: Comedy on the Edge, un programa danés de 25 minutos donde un presentador entrevistaba a la gente de la calle y , después, los encerraba en un teatro para ofrecerles un monólogo a partir de las cosas que habían explicado. Me tiraron el reto y lo encontré muy complicado. Finalmente lo probamos y hicimos nuestra propia versión: un programa de 50 minutos en pueblos pequeños y combinando, de manera natural, el humor con la emoción de las historias que nos contaban. Rodamos el piloto en Espolla, un pueblo de menos de 1000 habitantes, y enseguida vimos que funcionaba: la gente era muy generosa y nos explicaba muchas cosas. El piloto gustó y, con poco tiempo, TV3 nos encargó la primera temporada.
Creo que lo hicimos bien, de hecho en este mismo festival ya nos mencionan como referentes por delante de la versión original.
Ya sea con el programa de TV o haciendo teatro, has cercado por toda Cataluña. Te haces una idea de cómo somos los catalanes?
Somos muy diferentes entre nosotros: geográficamente y dialectalmente. Esto, en El Foraster, lo hemos intentado mostrar intercalando un programa hecho a las Terres de l’Ebre con otro programa hecho en el Empordà o de las tierras de Lleida. Tenemos un país pequeño pero acojonante: en poco más de dos horas te puedes plantar de una punta a la otra. El clima influye mucho en cómo somos: en el Ebro son gente muy abierta, hace muy buen tiempo y cuando menos lo esperas ya estás en el comedor de una casa, en cambio, si vienes a mi pueblo, mi padre, antes no te deje entrar en el comedor te habrá hecho un interrogatorio. También hemos hecho programas especiales en Barcelona: en Mercabarna, que es como una ciudad, en el Hospital de Vall d’Hebron, durante la noche de Navidad, en el barrio de La Mina o en La Barceloneta. Somos diferentes entre nosotros, pero en todas partes nos unen las mismas preocupaciones.
Tanto en el espectáculo Bona Gent como El Forastero interactúas directamente con la gente: te has encontrado con alguien que no quiera participar?
Siempre hay un riesgo. Por ejemplo, en Bona Gent no queremos que nadie lo pase mal: cuando veo a alguien que no quiere hablar pues no habla, faltaría más. Todo el mundo tiene una entrevista, todo el mundo tiene cosas para compartir y cuando explicamos lo que nos pasa siempre se despierta un interés. Tenemos la sensación de que nuestra vida no importa y, eso, no es cierto. Trabajo de una forma muy orgánica y hago lo que haría fuera del teatro: hablar y comunicarme con las personas, no busco ridiculizar a nadie. Intento llevar el escenario donde está el público y, la verdad, es que pasan cosas muy bonitas: he visto personas del público que se han conocido después de ver el espectáculo compartiendo entre ellas experiencias similares, se han hecho amigos .
Y tú, también has hecho nuevo amigos?
Sí, sí, y con los dos proyectos, tan con El Foraster como con el Bona Gent. Hace unos días recibí una mala noticia: murió en Fidel, un señor de 90 años que me regaló un gran momento en el programa. Recuerdo cuando lo encontré sentado bajo un pino y me dijo: «Este árbol el planté yo con 15 años y, cuando lo hago hacer pensé: con los años este pino crecerá conmigo y me acabará haciendo sombra» . Compartimos un momento brutal sentados a la sombra de aquel pino. Para mí en Fidel era especial, era un amigo que nos emocionó a todos: a mí, a la audiencia y en todo el pueblo, que desconocía que él había plantado aquel árbol. Era, al fin y al cabo, una persona anónima sin, aparentemente, ninguna historia y nos regaló un momento mágico.
A raíz de hacer este programa, he acabado casando a gente pero también he ido a varios enterramientos … Siempre intento volver a los pueblos para visitar a las personas que me han marcado y saber cómo están, aunque no siempre puedo por falta de tiempo .
Porque crees que despiertas esta conexión tan bonita en la gente?
No creo que yo tenga ninguna habilidad especial. De pequeño iba de excursión con la familia y cuando mi padre veía un campesino paraba y se podía pasar 3 horas hablando con aquel señor que no conocía de nada. Yo y mi hermana no entendíamos nada … Lo he vivido mucho en casa. He vivido en un entorno muy rural en el que las personas, por lo que sea, se dan mucho apoyo entre ellas y hablan mucho. Con El Foraster y, ahora con el Bona Gent, lo que hago es hablar porque me interesa la vida de las personas. Tengo ganas de aprender y de cada conversación se aprende mucho.
Por cierto, has visto la versión española del programa: El Paisano o La Paisana?
Sí, de hecho es de la misma productora. En una sala montamos El Forastero y en la de al lado se está haciendo lo mismo con el programa que presenta Eva Hache. Mirando La Paisana puedo ponerme en la piel de mis espectadores y puedo conocer un pueblo a través de su gente. Cuando me veo a mí no descubro nada nuevo, yo ya sé cómo será el programa. Por lo tanto, es un placer verlo desde este punto de vista tan virgen. Es un formato muy bonito.
Te hubiera gustado presentarlo?
A mí me encanta conocer gente, no pararía nunca y me gustaría descubrir más de España: es un país que me apasiona. De hecho algunas veces he hecho de ‘forastero’ sin cámaras: ir a un pueblo y hablar con la gente. Me hubiera gustado presentarlo? Sí, pero por una cuestión de tiempo o temas logísticos, como no poder ver y vivir con mi familia o no poder ir a mi pueblo, lo descarto.
En algún momento has tenido que vivir algún momento complicado por haberte significado políticamente en público. Crees que las figuras públicas deben posicionarse públicamente?
Si quieren sí, porque no. Yo me dedico al teatro justamente por la libertad de opinión que me da este trabajo: libertad para escribir y libertad para decir que quiera en el escenario. Que nadie, figura pública o no, lo deje de hacer si es que quiere hacerlo. Yo no dejaré de hacerlo: creo que todos tenemos nuestra opinión y nuestra ideología y esto no debería mezclar con nuestro talento.
Uno de mis grandes referentes escénicos es Albert Boadella. Descubrí el amor por el teatro por él, y por Els Joglars, y te puedo asegurar que Quim Masferrer y Albert Boadella ideológicamente están en las antípodas. Espero que ningún ayuntamiento deje de contratar a nadie para pensar lo que piense el artista o la compañía, sea independentista, unionista o constitucionalista. Aquí estamos haciendo cultura y la cultura debe generar debate. Yo me he significado mucho con la libertad de los presos políticos, he presentado algunas manifestaciones del 11 de septiembre y no dejaré de hacerlo porque iría en contra de mi libertad. Me gustan artistas y músicos que no piensan como yo y no dejaré de amar su arte para que piensen diferente de mí.
Te hemos conocido a un escenario o dentro de nuestras pantallas, pero como es el Quim cuando llega a casa después de un día largo de trabajo?
Te diré lo que dicen de mí los que me conocen: me convierto en un Quim diferente, más cerrado en sí mismo, más pausado, más familiar, más solitario. Cuando estoy fuera me mucho a la gente y cuando llego a casa necesito tener mis espacios. Me gusta tenerlo todo muy ordenado, poder llevar a mi hija a la escuela, hacer la cena … disfrutar de las rutinas del día a día. Cuando tengo fiesta, me encanta estar en casa y relajarme con la familia, no me gusta dar vueltas.
Tras el Bona Gent y de El Foraster, qué te gustaría hacer o qué te hace falta por hacer?
Lo pienso a menudo, pero son de esas cosas que hasta que no te lo encuentras no lo sabes. Lo que sí sé es me gustaría seguir ejerciendo esta libertad que me aporta mi trabajo. La libertad de poder hacer por ejemplo un programa de entrevistas, o un musical, o un espectáculo sin guión donde el público será el protagonista. Me gusta desdramatizar los retos y arriesgarme. Quiero seguir sintiendo libre haciendo lo que me apetezca, siendo yo mismo y siendo muy consciente del privilegio que supone poder hacerlo.
Por Rubén Garcia / @RuGarciaE
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