El miedo puede llevarnos a hacer cosas impensables. En la Estonia estalinitzada los 40 puede llevar una mujer a la delación forzada, la tortura, la sumisión e incluso el asesinato. A casarse con un hombre que no se estima por el solo hecho de que su militancia comunista la proteja y enviar su hermana en Siberia para conseguirlo. El miedo, la represión y la opresión que sufren las mujeres en los conflictos de todo y bajo regímenes muy diferentes son las grandes protagonistas de Purga, la historia de Sofi Oksanen que ya ha recorrido media Europa a través de una novela de éxito y que ahora Ramon Simó lleva a la Sala Pequeña del TNC.
La obra, que comienza y termina en 1992 -un año después de la independencia de Estonia y tres de la caída del muro de Berlín-, recorre la historia de Estonia desde la lI Guerra Mundial, pasando por la ocupación soviética , adentrándose en el pasado de esta mujer, la Aliide, que malvive en una zona rural. Un pasado que estalla inevitablemente con la llegada de la Zara, la nieta de su hermana, una joven que huye de la mafia que ha querido prostituirle. Dos generaciones que, a pesar de que los tiempos deben empezar a cambiar, no se han enfrentado a unas heridas todavía muy abiertas. Y es que, según el director del TNC, Xavier Albertí, «Europa fue muy deprisa a la hora de cerrar cicatrices y reconfigurar fronteras, pero dejó de lado las cicatrices de la población».
Con una estructura fragmentada, Purga hace así viajes constantes al pasado del Alidee, que encarnan Carme Elias -al presente- y Maria Molins -de joven-. «Hemos optado por hacer convivir los tiempos, para hacer crecer la presencia de la memoria hasta que el pasado y el presente conviven en un mismo espacio y permite interactuar con los muertos y los propios fantasmas». Y así es como Alidee revivirá las torturas, la delación de su hermana, la boda con un militante del Partido Comunista y la historia con el marido de ella, un guerrillero de los Hermanos del Bosque que lucha contra el Ejército Rojo al que esconde y de quien está enamorada.
Oksanen es una de las escritoras contemporáneas finesas más reconocida. Autora de obras de éxito como Las vacas de Stalin o Cuando las palomas caían del cielo, fue con Purga -primero al teatro, después novel·lada- cuando comenzó a acaparar premios, elogios y traducciones a unos cuarenta países. De madre estonia y padre finlandés, ha vivido marcada por el contraste entre dos países que, en su niñez, vivían realidades bien diferentes; un formaba parte del bloque soviético, el otro era supuestamente neutral y democrático. En una de sus últimas visitas a Barcelona explicaba cómo, muy pequeña, oía hablar de gente que se iba «a vivir» en Siberia o como veía que su familia utilizaba códigos y marcas para escribir cartas a los parientes. Más tarde sabría que esa gente no es que hubiera ido a vivir, sino que había sido deportada, y que las marcas evitaban la censura y comunicaban lo que no podían hacer por teléfono, que también estaba intervenido. Estos recuerdos han servido la dramaturga para construir una historia que quiere mostrar la vida cotidiana de los civiles en un país ocupado y, sobre todo, la violencia contra las mujeres en las diferentes épocas, países y situaciones de conflicto.