ENTREVISTA

Mercè Arànega: "Detener el fascismo está en manos de todos"

Hablamos de teatro y política con la protagonista de 'Instruccions per fer-se feixista', que se verá del 12 de julio al 13 de agosto en La Villarroel

Rubén Garcia Espelta

En 2018 la escritora, activista y dramaturga Michela Murgia (1972, Cerdeña) publicó Instruccions per fer-se feixista. Se trata de un texto irónico y crítico que reflexiona sobre el peligroso ascenso y propagación de las ideologías populistas y los movimientos de ultraderecha en todo el mundo. Cinco años después llega a los escenarios con adaptación de Sergi Pompermayer, dirección de Miquel Gorriz y la interpretación de una actriz de las grandes, todo un referente: Mercè Arànega.

Mercè Arànega. Imagen: David Ruano

Parece ser que un texto así es hoy más necesario que nunca.

Sí, Instruccions per fer-se feixista es un texto realizado con ironía. Es evidente que no quiero convenceros en absoluto de que se hagan fascistas, pero está escrito de una manera tan inteligente que, desde la comedia, te hace reflexionar sobre actitudes o pensamientos que seguramente todas y todos hemos tenido alguna vez.

¿El teatro es política?

Sí, pero no necesariamente. El teatro es una herramienta social, pero puede ser también una herramienta de entretenimiento blanco. Teatro es cualquier persona que se ponga en un sitio y empiece a contar una historia. No queramos convertirlo sólo en un mensaje político. La política está en muchos otros lugares, aparte del teatro, y quizá deberíamos ser más valientes, levantarnos de las butacas para salir a la calle a denunciar las injusticias.

«Seguramente no vamos a detener el fascismo con la obra, pero si mucha gente hacemos cosas como estas quizás no lo dejemos crecer más»

¿Qué puede hacer el teatro para luchar contra el fascismo?

La finalidad del espectáculo es reflexionar sobre los peligros que conlleva esta ideología y sé que la gente que venga esto ya lo sabe, no creo que vengan a verme los fascistas para echarme tomates. Seguramente no vamos a detener el fascismo con la obra, pero si mucha gente hacemos cosas como estas quizás no lo dejemos crecer más. No está sólo en mis manos detener un movimiento como éste. Está en manos de la población, de todos.

¿Temes que vengan fascistas a ver el espectáculo?

No, ahora no. Los fascistas se han vuelto muy listos. Hay gente de Vox que se hace pasar por demócratas. Es demencial. Michela Murgia también lo dice: “llevan muchos años esperando y, ahora, ha llegado la hora…”. Basta con ver a Meloni oa determinados políticos de aquí, parecen más demócratas que yo.

Instruccions per fer-se feixista es un espectáculo que pone el foco en la cantidad de fascismo que existe en nuestro día a día.

Sí, hay mucho, y se esconde en pequeñas actitudes mezquinas, totalitarias, que pueden ser de género, religión, clase, poder… y la putada es que a menudo pasan desapercibidas. Con el espectáculo ponemos un espejo en muchas cosas que decimos o hacemos sin darles importancia, pero sí la tienen y estas actitudes están abriendo el camino a los fascistas. Pienso la típica vecina que dice: “No me importa tener moros en la escalera, pero está claro que todo el día huela a curry…”. Primero, no hace falta que diga “moros” y, segundo, lo que le molesta no es que huela a la escalera, sino que lo que le molesta es un olor desconocido.

¿Vivimos demasiado relajados ante el fascismo?

Absolutamente. A diferencia de lo que ocurría en los años 70, ahora no dan miedo. Ahora los políticos fascistas llevan una piel de cordero fantástica, no utilizan tanto la violencia y van haciendo suavemente para ir ganando terreno poco a poco. Las nuevas generaciones viven desconectadas de aquellos tiempos oscuros y son un terreno plano para los fascismos. Van a buscar a los más jóvenes.

«Los fascistas nos han robado nuestra forma de luchar y para ellos es una estrategia muy buena»

¿Está suficientemente comprometida la juventud del país?

Hay de todo. Fachas hay muchos, pero también hay antifascistas. Quizás antes se quedaban en casa, en el upper Diagonal, y no salían. Ahora se han embravecido e incluso se ven pijos yendo a una manifestación para defender su clase social… Nos han robado nuestra forma de luchar y para ellos es una estrategia muy buena.

¿Crees que existe algún antídoto contra el fascismo?

La inteligencia, pero sobre todo la educación y la cultura. Mirar la historia, contar, hablar, no olvidar. No olvidar todo lo que ha pasado con los fascismos, sean por un lado o por otro.

Tu madre y tu padre se marcharon hacia Argentina huyendo de los fascismos. De hecho, tú naciste allí.

Al primer marido de la madre le mataron durante la Guerra. Mi padre hizo la guerra con la República, le cogieron y le enviaron a campos nazis. Cuando terminó la Segunda Guerra Mundial volvió, pero no tenía papeles, y conoció a mi madre, que era viuda. Se fueron a Francia y de allí a Argentina donde, diez años después, nací yo.

¿Qué te enseñaron ellos sobre el compromiso?

Me enseñaron la libertad. Que todo el mundo tiene derecho a poder decidir.

¿Te consideras una persona políticamente comprometida?

No, lo había sido muy joven. Ahora lo soy desde el momento en que no escondo ni mis ideas, ni dejo de atacar lo que debo atacar. No hago un trabajo práctico y físico en la calle, pero intento hacerlo a través del teatro y ayudo siempre que puedo.

La conciencia de clase también tiene que ver con lo que uno piensa y tú vienes de una familia muy humilde.

Yo tengo mucha. Yo empecé a trabajar a los 13 años. Ser fascista, en mi caso, sería una vergüenza. Claro, yo ahora vivo mejor que cuando vivía en el barrio, es evidente, pero, vamos, intento mantenerme en mi sitio.

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Escrito por
Rubén Garcia Espelta TWITTER

Periodista y gestor cultural. Responsable de contenidos editoriales de TeatreBarcelona.com. Ha trabajo en medios como Catalunya Ràdio, El Periódico de Catalunya, La Xarxa, Ràdio 4 o Rac1.

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