ENTREVISTA

Mago Pop: “Espero saber elegir muy bien el momento para decir adiós”

Rubén Garcia Espelta

Antonio Díaz (1986, Badia del Vallès) se ha convertido en pocos años uno de los fenómenos escénicos más importantes de la historia de la escena española y en uno de los magos más taquilleros de Europa. Los datos de espectadores, que han visto su espectáculo, y su estancia en Broadway ha dejado marca y ha roto récords superando en cifras grandes musicales como The Lion King o Hamilton. No descarta volver a Estados Unidos, pero sabe que su presente y su futuro es en Barcelona donde podrá verlo este invierno con Nada es imposible.

Empezaste a hacer magia porque un día un mago te sacó una moneda de la oreja. ¿Hacías trucos en la escuela?

Era muy tímido y nunca hacía magia. Mis amigos sólo me veían practicar. Estaba todo el día con las cartas en el cajón de la típica mesa de escuela y el profesor siempre me llamaba la atención. Me daba vergüenza y sólo lo hacía con la familia. Ellos sí que tuvieron que aguantarme.

¿Te sentiste alguna vez discriminado por hacer magia?

Me daba vergüenza y no lo compartía. Era consciente de que fácilmente se podían reír de mí. Para mí, la magia era un secreto. Sólo quienes me conocían mucho lo sabían que lo hacía, pero el resto de la gente no.

¿Era un refugio?

Sí, absolutamente. Era un refugio, pero no era el único, también me gustaba jugar al ajedrez, leer, ir al cine o la astronomía, Carl Sagan era mi ídolo y veía todos sus documentales. La magia era una oportunidad de pasar muchas horas conmigo sin aburrirme. Tenía mucho tiempo libre en casa y era o eso o salir a la calle y en Badia, en ese momento, tenía amigos que se lo daba… Tenía que buscarme un hobby y la magia se convirtió en el mi preferido.

«La magia era una oportunidad de pasar muchas horas conmigo mismo sin aburrirme»

Años más tarde te formaste en el Institut del Teatre y hiciste interpretación.

Hice interpretación, sí.

¿Nunca te ha apetecido salir de la magia e interpretar alguna obra de texto?

No me lo imagino (ríe). En mi estancia en el Institut del Teatre recuerdo hacer La Gaviota de Chéjov y ver a mis hermanos cómo se meaban de risa: “¿Qué haces haciendo La Gaviota?”, me decían. Yo me siento un intruso absoluto en el mundo de la interpretación. La magia, el componente técnico que tiene el ilusionismo, me sirve para esconder todas las carencias que tengo… La interpretación, construir personajes, no es mi fuerte y admiro muchísimo a los actores. El mundo del teatro me fascina tanto como la magia, pero como espectador.

¿Cómo eres como espectador?

Creo que soy bastante crítico, pero a la vez agradecido. Soy muy crítico porque he visto mucho teatro y llega un momento en el que cuesta mucho que algo me sorprenda. Eso sí, no me recreo en la crítica simplemente y no hablo o cambio de tema. Ahora, cuando algo me sorprende, soy muy generoso en el elogio y hablo mucho porque pienso que el teatro tiene esa cosa del boca a boca que es imprescindible.

‘La noche Abbozzi’ con Juanan Martínez y Antonio Díaz

Volviendo a tus inicios, en tus primeros espectáculos no ibas solo. Empezaste con la Compañía Abbozzi e hiciste espectáculos como Sueños y La noche Abbozzi.

Esa época fue muy apasionante. Abbozzi significa esbozo en italiano y ese proyecto era el esbozo de un cuadro que juntos pintaríamos un algún día. Teníamos ese punto romántico. Con Juanan Martínez nos conocimos en el Institut del Teatre e hicimos estos espectáculos que eran mucho más «cabaretes» y canallas que lo que hago ahora. Eremos más alternativos e indies, de hecho mi empresa se llama Indie Magic por ese motivo. Nos considerabamos indies, escuchábamos The Smiths y The Libertines, queríamos darle un punto alternativo a la magia. Éramos rock and roll en el directo, buscábamos modos de expresión diferentes para intentar acercar la magia a personas que no teníamos ningún interés por ella.

Lo hacíais en el Teatreneu.

Sí, después pasamos a los desaparecidos cines Alexandra. De hecho, los Alexandra aguantaron abiertos hasta que terminé de hacer, otro de mis espectáculos, La asombrosa historia de Mr. Snow.

Escena de ‘La asombrosa historia de Mr Snow’

Este espectáculo supuso un punto de inflexión en tu carrera. Lo presentaste en 2012 en La Mostra de Igualada, un lugar donde dos años después ganarías el Premio del Público con La gran ilusión.

La Mostra para mí fue muy importante, como lo fue también el FETEN de Gijón. El teatro familiar es mi teatro favorito como intérprete, no como espectador, porque su público me encanta. Estos festivales nos permitieron dotar a los espectáculos de un tipo de estructura profesional que nunca habíamos tenido y nos dieron la oportunidad de mostrarnos ante los programadores. Gracias a Mr Snow empecé a vivir de esto. Poder vivir sólo de la magia hizo que pudiera agudizar el ingenio y pensar mucho en qué pasos debía dar para poder crecer.

Estamos acostumbrados a verte haciendo magia de gran formato, ¿te gustaría volver a la esencia o a la magia de pequeño formato?

Me gustaría hacer un espectáculo pequeño para retirarme, porque es realmente donde he pasado más horas en mi vida. Durante años he hecho magia en televisión donde hacía 25 juegos por programa y 15 programas por temporada. Estamos hablando de hacer unos 400 juegos de magia por temporada y hacíamos 5 o 6 de éstas, imagínate la cantidad de juegos que esto supone. Pienso que las cosas interesantes de ver son las que han tenido muchas horas de cocina, y la magia de cerca requiere muchísimas horas de trabajo. Era mi punto fuerte cuando yo era adolescente. Me imagino haciendo algo singular con mucha dramaturgia, más cercana al Mr. Snow que a lo que hago ahora, donde contar algo… alguna historia vital.

«Me gustaría hacer un pequeño espectáculo para retirarme»

¿Falta mucho retirarte?

No lo sé, no lo sé… (ríe)

Muchas veces hablas de la diferencia entre magia e ilusionismo, ¿entonces por qué te llamas Mago Pop y no Mago Antonio o el ilusionista Antonio?

Suenan fatal, por cierto… (ríe), no lo acabo de ver. Es cierto que la palabra ilusionista me gusta más, de hecho hice un programa piloto para la televisión en el que me hacía decir el Ilusionista Pop, pero cuando lo vendimos nos cambiaron el nombre a Mago Pop. Les funcionaba mejor, así se quedó y es como se llamó el programa. Mi idea era que éste fuera sólo el nombre del programa, pero con el éxito se quedó también como nombre artístico. Nunca elegí mi nombre artístico, pero teniendo en cuenta que me llamo Antonio Díaz, que es nombre de torero, pues… Yo pensaba en el grupo Els Pets, si con ese nombre se han convertido en un gran referente musical pues quizás es que esto de los nombres artísticos no es tan importante. Me conformé con Mago Pop, sí.

¿Y es muy diferente el personaje Mago Pop de la persona Antonio Díaz?

Sí, el Mago Pop es cuanto más extrovertido, más rápido, ágil, ingenioso, más «macarrilla», más canalla, y Antonio es más tranquilo sobre todo entre mis amigos y en mi entorno. Me gusta ser la alegría de la fiesta, pero en mi vida soy como mucho más tranquilo e introvertido.

¿Vas a ver otros espectáculos de magia?

Me gusta mucho hacerlo, pero que como siempre hago función, me cuesta encontrar el momento. La última vez fue en Las Vegas, tenía una semana y en tres días aproveché para ver 7 o 8 espectáculos. Si tengo que elegir prefiero ver teatro antes que magia, lo echo de menos.

¿Crees que la magia está en un buen momento?

La magia siempre está en un momento que no es ni muy bueno ni muy malo… Siempre tiene su sitio. Históricamente, a los teatros les ha costado mucho programarla, pero en otros espacios como los eventos siempre funciona. Hay muchísimos magos. El otro día leía que hay más magos que actores, hay más aficionados a la magia que al teatro.

¿Qué crees que has aportado a la magia?

Pienso que le hemos aportado una visión muy teatral tanto a nivel comercial como formal. Más que fijarnos en magos de referencia, nos hemos fijado en la estructura de equipo que se necesita para hacer grandes musicales. Evidente que el espectáculo debe estar bien, pero por ejemplo el marketing y la comunicación, aspectos bastante olvidados en el mundo de la magia, han sido el gran secreto de nuestro éxito. Cuando creo un espectáculo lo pienso desde lo artístico, pero también lo creo pensado en que debe interesar a las personas que vengan a vernos. Al fin y al cabo, queremos vender muchas entradas y queremos vivir de esto. Me gusta fijarme en los reclamos que utilizamos para comunicar nuestro espectáculo para despertar el interés de todo público, incluso de aquellos que a priori no les gusta la magia. Me interesa que el boca a boca para los espectadores sea fácil de comunicar con mensajes o titulares como: «ha hecho desaparecer a cuatro personas, se ha teletransportado, ha volado…». Si es una obra de teatro muy sofisticada, a la gente le cuesta expresar y eso no ayuda a vender entradas.

También has demostrado que la magia no es un arte menor.

Sí, la magia puede competir con los grandes musicales y no porque lo hagamos nosotros, sino porque la historia nos lo ha demostrado: Houdini vendía más entradas que nadie, Copperfield ha vendido más entradas que Madonna, Elvis o Beatles. Nuestra competencia no debe ser otro artista, debe ser El Rey León o Cirque du Soleil, propuestas que son transversales y familiares para todos los públicos.

¿Cómo has digerido todo esto lo que te ha pasado a nivel profesional?

Es complicado. Te diría que con mucho agradecimiento. Poder vivir de lo que hago me hace feliz y me siento privilegiado, hay mucha gente que no consigue. Me ha costado mucho, veníamos desde cero e invertir al principio me costaba mucho, me lo pensaba semanas y meses. Hacía números a todas horas. Siempre iba con la calculadora en la mano y era muy obsesivo con las finanzas porque sabía que no podría permitirme ninguna equivocación. Afortunadamente, ya no es así, ahora vivo tranquilo, pero he tenido la necesidad de tenerlo todo controlado para asegurar que todo iba bien.

«Ser el Mago Pop es muy cansado»

¿Es muy cansado ser el Mago Pop?

Es muy cansado, más de lo que hubiera imaginado. Porque mis decisiones, de repente, afectan a muchísimas personas y con los años la mochila se ha hecho muy grande. Es una gran responsabilidad. Como vengo desde abajo, me gusta tener una relación muy cercana con la gente con la que trabajo, lo necesito, porque estas relaciones me motivan y llenan de ilusión. Tener gente por quien luchar, esta cosa muy de Badia de “por mí gente me voy a pelear…”. También en los últimos diez años he realizado 4.000 funciones, ha sido una barbaridad, hemos hecho más funciones que nadie. Hemos llegado a realizar once meses de funciones consecutivos, con el máximo de representaciones posibles, y sólo uno de vacaciones durante años porque cada temporada debía ir mejor que l’anterior. Afrontar Broadway solo ha sido una locura, ciencia ficción, y lo ha hecho para demostrarme a mí mismo que se puede hacer y «que me quitan lo bailao».

¿Te llevas bien con la fama y la popularidad?

Como soy muy discreto y muy tímido, me manejo mejor en la intimidad. No me gusta ser el tema de la conversación. Conozco a otros profesionales que lo llevan muy bien y les gusta y, en este sentido, lo disfrutan y les envidio. Yo soy más discreto. Pienso que el día que me retire no echaré de menos todo lo que tiene que ver con la fama, pero sí añoraré ciertas cosas que tienen que ver con el día a día del trabajo.

¿No te da miedo que un día se acaben los aplausos?

Te diría que no y posiblemente sea mentira. Después de tantos años y tantas funciones uno se acostumbra a los aplausos, pero es que forman parte de mi día a día. Entonces, cuando no se tienen, se echan de menos. Yo estoy más estable emocionalmente cuando trabajo que cuando hago vacaciones. Estoy más estable porque los aplausos forman parte de mi paisaje. Llego al teatro y en esa hora y media hago lo que tengo que hacer, no pienso en otra cosa que en eso. Es como terapéutico.

¿Te asusta el fracaso?

Más que asustarme, me da mucho respeto. He pasado por muchas fases, pero tengo claro que no quiero hacer el camino a la inversa. Creo que lo merecemos, mi equipo y yo. A veces saber decir adiós en un momento determinado también es muy inteligente, ¿no? Y yo espero saber elegir muy bien el momento para hacerlo.

¿Cómo te ves dentro de cinco años o dentro de diez años?

Me gustaría mucho pasar detrás del escenario. Me gusta mucho el show business, el cine, me veo mucho haciendo producciones teatrales y cinematográficas, incluso algún día incluso dirigiendo. Tengo mucho respeto por todos los profesionales que se dedican y quiero formarme lo máximo posible, pero sí que es un sector donde me veo. Pienso que mi bagaje profesional puede servirme y tengo la ilusión por hacerlo. En cuanto al Mago Pop siempre me gusta pensar en Forrest Gump, que parece que corra sin motivo, pero siempre hay uno: no parar de hacerlo. El espíritu de superación de haber llegado a un sitio y no parar y siempre pensar en qué se puede llegar un poco más allá y así sucesivamente. Tengo la ilusión y la responsabilidad de conseguir ser la marca número 1 de magia del mundo, hacer historia y entrar en las grandes ligas. No es una cuestión de ego, sino de superación: si lo tenemos allí, hagámoslo. Pienso que tengo fuerza para varios años más.

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Rubén Garcia Espelta TWITTER

Periodista y gestor cultural. Responsable de contenidos editoriales de TeatreBarcelona.com. Ha trabajo en medios como Catalunya Ràdio, El Periódico de Catalunya, La Xarxa, Ràdio 4 o Rac1.

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