
Leticia Martín
El reto que tiene por delante Leticia Martín en su primer año como directora del Grec es mayúsculo. Los ocho años de Cesc Casadesús dejaron muy buena boca, sobre todo gracias al impulso que ofreció a artistas locales, de La Veronal a Pere Jou y Aurora Bauzà, sin olvidar el Cor de Noies de l’Orfeó Català, que giró por el mundo con Pulse de los australianos Gravity&Other Myths, o Azkona&Toloza. Un centenar largo de programadores internacionales, de Nueva York a Taipei, han pasado por Barcelona cada año, colocando el Grec en una posición privilegiada en Europa, cerca de Aviñón, a pesar de la considerable diferencia de presupuesto.
De ahí que Martín haya mantenido ciertas sinergias con su predecesor. Por ejemplo, cuenta con la segunda parte de la Trilogía Cadela Fuerza de la brasileña Carolina Bianchi, The brotherhood, cuyo primer capítulo vimos en el Lliure hace dos años. O le ha dado la inauguración del festival a Yoann Bourgeois, artista de circo francés que nos ha ofrecido Minuit (Grec 2018) y la maravillosa Celui qui tombe (Grec 2023). Asimismo, vuelve a contar con Milo Rau, que descubrimos con Hate radio (Grec 2013) y que es un habitual de nuestra cartelera. Viene con un espectáculo que tiene unos años, Medea’s Kinderen, de cuando dirigía el NTGent, antes de irse el año pasado al Wiener Festwochen.
Otro clásico que volverá al Grec, y que llevaba años sin pisar el festival, es Sidi Larbi Cherkaoui y lo hará con Ihsane. El año pasado estuvo en el Liceu con su compañía, el Grand Ballet de Ginebra, que encabeza desde el 2022. También tendremos al portugués Tiago Rodrigues, un habitual de nuestra casa, sobre todo de Temporada Alta, de quien veremos la obra que montó el año pasado con la Comédie Française y que se estrenó en el Palau dels Palau. Menos evidente es la presencia del griego Christos Papadopoulos, de quien en el Grec 2022 vimos a Larsen C, y que ahora nos llega con My Fierce Ignorant Step.
Todo esto, más o menos, ya lo conocemos. Son los nombres que han marcado, en buena parte, en la última década y media de teatro europeo contemporáneo. Un festival necesita aportar savia nueva. Y un director artístico, apoyarse en nombres que pueda hacerse suyos mientras dure su mandato. Y aquí tenemos al menos cuatro apuestas en este sentido: Lisaboa Houbrechts, Eline Arbo, People Watching y Mario Banushi. Una belga, una noruega, unos quebequeses y un griego. Ellos son la nueva ola.
Arbo, que nos trae The hours, es la más consolidada. Hace dos años que sustituyó a Ivo Van Hove al frente del International Theatre Amsterdam, pero ya ha ganado el Olivier de este 2025 a la mejor dirección por su versión de ls anys de Annie Ernaux. Más joven que ella, Lisaboa Houbrechts es la «niña prodigio» de la escena belga. A pesar de tener apenas 32 años, lleva una década estrenando en los principales teatros y óperas de Europa. En Grec la tendremos con Moeder’s courage, producción del KVS de Bruselas.
Mario Banushi es la nueva sensación de la escena griega. De origen albanés, tiene 27 años y todo son florecillas para él. Y nos trae a Mami. Desde Montreal, vendrá la compañía de acróbatas multidisciplinares People Watching con Play dead. Nacidos en 2020, ya llevan una decena de proyectos a sus espaldas, con notables estancias en América y Europa. Y no nos olvidemos del italiano Marco de Agostin, coreógrafo asociado del Piccolò de Milà, que es la esperanza blanca transalpina, mérito que estuvo en posesión de Alessandro Sciarroni. Ambos estarán en el Grec.
¿Cuál de estos nombres acompañará a Martín los años que vienen? ¿Y a escala local? ¿Cuál será la generación que tome el relevo de La Veronal, El Conde de Torrefiel, Agrupación Señor Serrano, Azkona&Toloza? Todas compañías que han estallado en la última década y por las que el Grec ha sido una importante herramienta de expansión.
De entrada, podría formar parte La Mula, la tropa de Magda Puig Torres y Andreu Martínez Costa, que la pasada temporada nos dejó boquiabiertos en el Lliure con Thauma. Y Alberto Cortés, malagueño con mucha presencia en nuestro país, como Rocío Molina, que Barcelona le sirvió como trampolín internacional. O Irene Vicente Salas que, después de trabajar duro con Àlex Rigola y otros, ha tomado el camino en solitario. O bien Losinformalls, el dúo integrado por Luis García y Pere Joseph. O Gisela Riba, la ganadora del premio de danza del Institut del Teatre. O Marc Salicrú, que lleva muchos años entre bastidores como escenógrafo y diseñador de luces trabajando para mucha gente, y que ahora lleva la segunda parte de sus Teatres de campanya.
Todos ocupan espacios pequeños, salvo Salicrú, que tiene todo el Arc de Triomf para su propuesta, pero son casi al principio de sus carreras artísticas. Y necesitan que un gran festival como el Grec no sólo les apoye, sino que haga que el resto del mundo los vea. Para empezar, el Analphabet de Cortés ya ha estado en el Kunstenfestival de artes de Bruselas este mes de mayo, el certamen que puso en órbita europea El Conde de Torrefiel.
El primer Grec de Martín es, en muchos aspectos, un festival de transición, entre lo que hemos visto y lo que veremos. Pero hay nombres que pueden quedarse.