Òscar Muñoz nos vuelve a guiar por La nit just abans dels boscos un espectáculo itinerante del Círcol Maldà, tras su éxito en el Teatro Romea.
Lo primero que veréis de Oscar será la capucha tras la que se esconde el personaje, en la oscuridad de las calles del barrio gótico –donde empieza la obra–, entre charcos y sombras; el segundo: los ojos. Unos ojos con relieve, que nos distancian de verlo como un actor, rodeados de gafas de cansancio que hacen que lo situemos viviendo en la calle; una barba poblada, de las que cuentan historias, que crecen como los árboles y donde, también, empieza el otoño. Y las manchas de sudor en la sudadera y el olor a cerveza que también tienen algunos de los desconocidos que nos cruzamos, a veces, por la calle de la ciudad. A veces nos piden una moneda, otros los vemos durmiendo en un cajero. Otras veces no los vemos.
UN PEQUEÑO SECRETO
El grupo recibe con caras sonrientes el protagonista de La nit just abans dels boscos, que nos asalta por la calle en el momento menos esperado, e inicia un discurso casi suplicante de empatía antes de llevarnos hacia el interior de las Galeries Maldà. Las miradas cómplices se entrecruzan cuando pasa por el callejón un peatón, ajeno al montaje y ajeno al pequeño secreto colectivo que apenas se acaba de crear, sorprendido por la insólita escena de un encapuchado hablando a un público numeroso en un callejón estrecho, como un peculiar guía nocturno ante un grupo de extranjeros catalanes.
La mirada camaleónica del actor atraviesa un abanico de emociones, partiendo de una simpatía prudente, y de la apacible necesidad de contacto posterior, a una locura que roza la rabia violenta, que sale del estómago, pasando por lúcidas elucubraciones que filosofan con el lenguaje gestual de un loco y narraciones de historias que son, casi, como cuentos.
Y GRANDES VERDADES
El texto que Bernard-Marie Koltès escribió en 1977 nos habla con actualidad, con extraña familiaridad, tocando teclas de las verdades colectivas calladas, hablándonos de un pequeño clan de salauds techniques qui décident, froids et calculateurs –unos bastardos técnicos que deciden, fríos y calculadores, nuestras vidas. Nos habla de la soledad desde la soledad, del amor, la atracción, y el desamor. Pero, sobre todo, nos habla de la exclusión; sobre todo, de la madre y de la falta de ésta.
La nit just abans dels boscos vuelve tras el éxito de 2013 en el Teatro Romea (y sus alrededores) y de haber llevado también a la Fira de Tàrrega este viaje que Òscar Muñoz nos invita a hacer como él, desnudos de todo equipaje, solos, frente a frente con un grupo de desconocidos que nos miran a los ojos: un poco como es la vida, un poco como ocurre en la ciudad.
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Texto y fotografías: Neus Riba