El Mercat de les Flors (la Casa de la Danza) es el máximo exponente y la incluye dentro de su programación estable desde 2006. Cuenta con dos itinerarios: el ZeroCinc (sobre todo entre tres y cinco años) y el Talla Única ( a partir de seis años). Se podrán ver Los protagonistas de El Conde de Torrefiel (del 27 al 30 de diciembre, del 2 al 4 y del 7 al 8 de enero), Plàncton de Big Bouncers-Anna Rubirola (del 2 al 4 y el 7, 8, 14 y 15 de enero), Loop de racaladanza (7, 8, 14 y 15 de enero), Hocus Pocus de Cie. Philippe Saire (21 y 22 de enero) y Constel·lació Olga de Soto: Incorporar/KIDs d’Olga de Soto (11 y 12 de febrero).
¡Otro teatro explícitamente sensibilizado con el género es el SAT! Sant Andreu Teatre, con la programación familiar y de danza en el ADN de su línea artística. De hecho, está especializado en público familiar desde 2012 (y desde 2014 impulsa el Ciclo Remenuts para niños de cero a cinco años). Este invierno ofrecerá tres piezas: Spiralis de Bool (27 de noviembre), Blink Màgic de Blink Flash (18 de diciembre) y Sr. W de Kiko López (28 y 29 de enero).
Mencionados el Mercado y el SAT!, clisar danza familiar (en estado puro) se convierte en todo un trabajo arqueológico que requiere fe y perseverancia a partes iguales, ya que se programa con cuentagotas. En general, la escena familiar se centra en el teatro de títeres (en La Puntual o en la Sala Fènix), el teatro musical (en el Joven Teatro Regina o en el Teatro Apolo), la magia (en el Teatro Victoria) –por citarlos algunos–, o bien se caracteriza por su multidisciplinariedad con propuestas muy variadas en el Romea, Poliorama, TNC, Libre, La Auténtica, Goya… con poco espacio para la danza.
Sin embargo, hay hallazgos como los que llegan a través de la productora Som-hi Danza, que llevará Els tres mosqueters al Teatre Condal (hasta el 11 de diciembre) y El trencanous en el Aquitània Teatre (entre el 4 de diciembre y el 29 de enero). La danza también tendrá un peso relevante en algunos montajes de El Petit Liceu, como Miralls (del 13 de noviembre hasta abril).
Poca producción para poca oferta y demanda
“Clarísimamente podría programarse más, hay un público y una necesidad. El gran formato es el que más cuesta, pero hay muchos formatos interesantes”, afirma la directora del Mercat de les Flors, Àngels Margarit. “En el Mercat intentamos ofrecer un abanico amplio y muy seleccionado de propuestas que en otros sitios no tendrían apoyo. Es más fácil programar una danza familiar más narrativa. La nuestra quiere dar otro tipo de mirada, más abstracta y para todas las edades.” Asimismo, Margarit destaca el trabajo de públicos y educativo con programas de acompañamiento al espectador como Una Horeta Abans, Dissabtes amb Taller o Vacances amb Taller (precisamente del 2 al 4 de enero se organizará el taller de danza y arquitectura Fer espai con Quim Bigas y Carme Torrent).
En el SAT! se programa danza familiar un domingo al mes, intercalándola con el resto de programación para esta franja. Desde los últimos años las artes del movimiento (con espectáculos de circo y visuales) se han incorporado a la etiqueta de la danza, tanto para darles cabida –necesitan igualmente un circuito para existir– como porque, como dice el su director, «actualmente hay escasez de espectáculos de danza para pequeñitos». Òscar Rodríguez observa que, así como hace unos ocho años, muchas compañías de danza en situación precaria vieron una oportunidad en el familiar, desde hace dos o tres años –con afectación directa por la covid– se está produciendo menos. “Se produce poco y la gente tampoco va mucho. Al público, la danza le cuesta y, en familiar, no acaba de entenderse. Los aforos reducidos funcionan muy bien, como cuando lo hacemos en el escenario, pero 300 localidades cuestan más de llenar”.
Gisela Juanet, coordinadora de proyectos en Viu el Teatre, es una enamorada de la danza, pero se encuentra con el hándicap de las pequeñas dimensiones de los escenarios del Romea y el teatrillo del Turó Park para programarla. «Las fichas técnicas requieren unos mínimos que no son fáciles de cumplir», apunta. “Desde la iniciativa social debemos poner nuestro grano de arena, pero cuesta mucho convencer al público. En el caso del Petit Romea hemos encontrado el equilibrio programando danza en la fiesta de inauguración que el 27 de noviembre con Migrare de cía. Maduixa”.
La programadora del Petit Poliorama, Anna Victori, se enfrenta al reto de llenar una sala de 705 localidades desde el ámbito privado (Tres por 3). Además de la complejidad por encontrar danza de gran formato, supone una fuerte inversión en campaña publicitaria. Por eso busca propuestas “dirigidas al gran público”, como los conciertos familiares y los musicales. El familiar es una línea de programación importante del Teatro Poliorama desde 1996 y, si bien puntualmente ha encajado alguna pieza de danza como Dansa per tutti de Sol Picó i Edu Pericas o Pinocchio de Roseland Musical, resulta una apuesta difícil de asumir.